Más allá de las consideraciones éticas o legales que se puedan enarbolar al respecto, respondamos una pregunta muy simple y directa: ¿si Alberto Fujimori postula puede ganar?
De hecho, el albertismo es una fuerza ciudadana poderosa. A ella apeló Keiko Fujimori para poder pasar a la segunda vuelta el 2021, a pesar del inmenso estropicio causado por su bancada y el desprestigio en el que había caído su partido luego del sabotaje inescrupuloso al que sometieron al régimen de Pedro Pablo Kuczynski.
En entrevista a Beto Ortiz hace unos días, Keiko Fujimori claramente le cede la posta electoral a su padre. Si no recrudecen sus problemas de salud o no surge un impedimento legal, Alberto Fujimori va a ser candidato, eso queda claro.
En medio de una situación donde el panorama muestra una centroderecha brutalmente fragmentada, y una izquierda cada vez más radicalizada, la presencia de Alberto Fujimori puede ser lo suficientemente disruptiva para crecer en las encuestas y, de pasar a la segunda vuelta, imponerse, sobre todo si enfrenta a un Antauro o un Bellido (el panorama se le complicaría si la definición es con un rival de la centroderecha).
Queda por ver, sin embargo, cuál sería el perfil ideológico de Fujimori. Si acaso reverdece el centrismo populista que definió su periodo gubernativo o si enfatiza el lado autoritario en respuesta a la inmensa demanda por seguridad ciudadana. ¿Veremos un Alberto Fujimori reconvertido o a uno que se reafirma en sus valores aurorales, que incorporan un irrespeto abierto por el Estado de Derecho?
De ello va a depender mucho si el electorado termina por adherirse a una candidatura que cuenta con varios pasivos extraideológicos ya mencionados, siendo el principal la edad del candidato y sus problemas de salud, y la casi imposibilidad que despliegue una campaña de modo presencial. ¿Veremos un Fujimori arrepentido del 5 de abril, del grupo Colina, del copamiento a las instituciones democráticas, del avasallamiento a la prensa, o veremos a un candidato que revierte esa actitud y más bien rescata los aspectos reformistas que le dieron tanta popularidad en los 90?
Hay aún mucha tela por cortar, pero lo que está decidido, al parecer, es que en un país donde las sorpresas abundan, se ha sumado una impensada, la postulación de un expresidente que estuvo preso por corrupción y violaciones a los derechos humanos.

¿Alberto Fujimori puede ganar?
“¿Veremos un Fujimori arrepentido del 5 de abril, del grupo Colina, del copamiento a las instituciones democráticas, del avasallamiento a la prensa?”