Por más que a la izquierda le parezca una majadería de los medios de comunicación peruanos que reiteradamente les inquieran su opinión valorativa de la dictadura de Maduro, es imprescindible que la prensa local incida en ello, porque va a servir de prueba ácida de la real convicción democrática de los candidatos de ese segmento del espectro ideológico.
Este viernes seguramente Maduro se entronizará como dictador. Edmundo Gonzáles será hecho prisionero si pisa territorio venezolano, y, salvo que haya una insurrección miliar endógena o una movilización popular masiva y contundente, tendremos dictadura venezolana por buen tiempo.
Frente a ello, la izquierda peruana suele esquivar el tema de un pronunciamiento respecto de si lo que acontece en Venezuela es un proceso dictatorial o no, o sobre cómo debe actuar la diplomacia peruana al respecto (felizmente, el gobierno peruano acaba de reconocer a Gonzáles como ganador de las elecciones venezolanas y, por ende, legítimo gobernante, luego de un paréntesis de soslayo después del paso del excanciller Gonzáles Olaechea, quien la tenía muy clara al respecto).
Candidato que se muestre renuente a señalar a Maduro como un dictador, es un peligro democrático (como lo es, también, respecto de Cuba y NIcaragua, con quienes nuestra izquierda también se muestra contemplativa). Quiere decir que sus convicciones respecto de la democracia formal y representativa son endebles y que de llegar al poder será capaz de recorrer el camino de Venezuela, de ir destruyendo la democracia desde adentro y luego entronizarse en el poder, dejando de lado las “pelotudeces” democráticas, como con sinceridad que se agradece expresó el congresista Guillermo Bermejo.
Ya suficiente daño ha sufrido nuestra democracia gracias a los legicidios del Congreso actual, como para que del 2026 en adelante sobrevenga un gobierno que explícitamente se proponga demoler la raída institucionalidad democrática que sobreviva a los arrestos legislativos. Se juega mucho el país el 2026, no solo en materia económica -con una izquierda que se quiere traer abajo el modelo que tantos éxitos ha tenido- sino, sobre todo, en materia política, porque el triunfo de la izquierda radical puede significar el final de la democracia peruana y el tránsito hacia las rutas que en la región ha seguido Cuba, Nicaragua o Venezuela. Hace bien la prensa peruana, por ello, en insistir en exigirle a los candidatos de izquierda que se pronuncien claramente al respecto.