Juan Carlos Tafur

Este gobierno es un sainete

“Hoy llegamos a una situación en la que el gobernante no parece gobernar, el Presidente no parece presidir. El gobierno es un sainete, una mala comedia, un triste drama”.

El guión es de antología. Corren rumores ayer de la renuncia de Iber Maraví al Ministerio de Trabajo. Sudaca consigue una entrevista exclusiva con el premier Bellido, quien confirma que le ha pedido la renuncia al titular del sector por consideraciones políticas. Se publica a las 6.20 pm.

A renglón seguido, el “patrón del mal”, Vladimir Cerrón, a las 7.21 pm., tuitea: “Decisión del premier Guido Bellido fortalece su liderazgo. Lo que no pudieron con la fuerza algunas bancadas, el premier lo hizo tras la confianza democráticamente delegada. Anunció además, cambios en otros ministerios cuestionados”. Da a entender, pues, que la decisión está confirmada y la respalda, así sea a regañadientes.

Allí parecía zanjado el tema, pero luego sale el Premier, a las 9.54 pm., y escribe: “Aclaro, que si bien es cierto he recomendado la renuncia del ministro de Trabajo, eso no significa que él haya renunciado”.

Poco después, Iber Maraví declara que él no ha renunciado, sino que solo ha puesto su cargo a disposición del Presidente. Lo ratifica en un tuit a las 10.17 pm: “Acabo de poner a disposición del señor Presidente Pedro Castillo, mi cargo de ministro de Trabajo y Promoción del Empleo. No permitiré que los irracionales golpes de la ultraderecha y algunos medios de comunicación desestabilicen políticamente el gobierno del pueblo”.

En medio de semejante batahola, el Presidente, hasta el momento de escribirse esta columna, guarda silencio y no anuncia una decisión final. Ya de por sí no debió esperar un segundo para hacerlo. Cuando se conocieron las primeras denuncias periodísticas que vinculaban seriamente al ministro con el terrorismo, el Primer Mandatario debió haberlo sacado del gabinete, como hizo con el excanciller Héctor Béjar, por temas mucho menos graves. Pero no, ha esperado que el tema escale en una crisis política y hoy brilla por su ausencia.

Normalmente, el poder presidencial genera un efecto revitalizador en las personas que ocupan el cargo. Sea que saque lo mejor o lo peor de sí, tiene un efecto psíquico conocido. Empodera a las personas. Con Castillo no parece estar ocurriendo eso, sino el efecto contrario: parece haberlo pasmado y bloqueado. Hoy llegamos así a una situación en la que el gobernante no parece gobernar, el Presidente no parece presidir. El gobierno es un sainete, una mala comedia, un triste drama.

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Guido bellido, Iber Maraví, Vladimir Cerrón

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