Juan Carlos Tafur

¡A que se quedan todos!

“No habrá ni vacancia ni adelanto de elecciones y nos tendremos que resignar a cuatros años y tres meses y medio más del inefable Castillo y del mediocre Congreso vigentes"

Lo sucedido esta semana última ha revelado una sucesión de hechos que ratifican el pesimismo de quienes creemos que no habrá ni vacancia ni adelanto de elecciones y que nos tendremos que resignar a cuatros años y tres meses y medio más del inefable Castillo y del mediocre Congreso vigentes.

Un pedido de Asamblea Constituyente, que remeció las aparentes comodidades políticas de la oposición, no pasó de ser un distractor para que la opinión pública se olvidara de las Karelim, los Bruno Pacheco y sobrinísimos. Apenas fue archivado por la comisión de Constitución, salió el premier Torres a decir que con ello el asunto se daba por concluido. Todo volvía a la normalidad.

A la par hemos visto en el Congreso el aconchabamiento conservador de la izquierda y la derecha en el tumbamiento de la Sunedu y en la eliminación del enfoque de género de la educación pública. Tienen más en común de lo que parece. ¿Por qué se van a ir si pueden emprender más contrarreformas, orondos y felices, de la mano?

 

 

 

La congresista Adriana Tudela -una de las pocas voces sensatas del Parlamento- ha dicho que solo si ven que la vacancia es imposible se allanarán a una fórmula de adelanto general de elecciones. ¿No le es visible aún que jamás conseguirán los 87 votos necesarios para vacar a Castillo? Si no lo es para una de las mentes más lúcidas del Legislativo, imaginamos que para el resto, pensar en esa alternativa les sonará a metafísica.

Solo un escándalo mayúsculo de corrupción que toque directamente al presidente Castillo y que, a la vez, movilice a las calles masivamente (no como las cada vez más ralas marchas de la derecha), hará que el Congreso reaccione y active la fórmula más potable para salir del atolladero y de la crisis política en la que estamos inmersos, por culpa de un gobierno hiper mediocre, incompetente y corrupto.

Entre tanto, la comunidad inversora, los liderazgos políticos alternativos de la oposición (que anidan fuera del Congreso) y líderes de opinión, mejor será que nos hagamos a la idea de que veremos al Perú deteriorándose sin pausa en los más de cuatro años que le restan de mandato al gobierno actual, generando, terriblemente, las condiciones para que el 2026 la cuestión electoral sea aún peor que el 2021. La inacción o indolencia de la oposición parlamentaria corrobora que no tiene la talla para resolver el problema que sufrimos los peruanos de a pie, que no recibimos un seguro sueldo público y no tenemos las gollerías del poder.

 

 

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Congreso de la República

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