Juan Carlos Tafur

La oposición juega a nada

“Solo se debiera haber generado una ola popular para que se vaya Castillo y su impresentable modo de gobernar. Pero el Congreso se la ha puesto en bandeja y se ha sumado así, al frontis del desprestigio y consecuente rechazo”

Así como el oficialismo banderea el tema de la Constituyente cada vez que quiere distraer a la opinión pública respecto del desastroso gobierno que ejerce, pareciera que la oposición hiciera lo propio a propósito del tema de la vacancia: la enarbola cada vez que quiere disimular el marasmo político y legislativo en el que deambula.

Primero, respecto del tema de la fiscalización: el Congreso ha presentado más de 20 pedidos de interpelación. Seis ministros fueron interpelados. Dos ministros fueron censurados, cuatro ministros renunciaron antes de la censura. El balance es pobrísimo en el contexto de gabinetes inefables que debieran haber merecido por lo menos el triple de censuras (solo del gabinete actual hay por lo menos cuatro ministros que ya debieran haberse ido a su casa por incompetentes).

Y respecto del tema propiamente legislativo el panorama es aún más desolador: el Congreso solo se ha dedicado a hacer populismo y contrarreformas. No hay una estrategia parlamentaria que afronte los graves problemas que afectan al país y que, dada la inoperancia del Ejecutivo, haría bien el Legislativo en acometer.

Por ejemplo, en salud pública, en educación estatal, en descentralización – estructura que clama al cielo por ser modificada-, reformas políticas y electorales (salvo algunas iniciativas aisladas no hay nada al respecto). El Congreso es una lágrima y es por ello que tiene tan alta desaprobación (mayor que la del Ejecutivo).

 

Lo grave de este panorama es que, ante el país, queda grabada la impresión de que gobierno y oposición son el mismo adefesio. Así, cuando nos enfrentemos al siguiente proceso electoral general, que no nos sorprenda ver entonces que nuevamente aparezcan disruptivos radicales. ¿Cómo? ¿No estaba achicharrada la izquierda con Castillo? Pues también lo está la derecha y el centro por el penoso papel que sus bancadas están desplegando en el Congreso.

El grito “que se vayan todos” nunca debió cuajar. Los hechos comprobables debieran haber generado una ola popular para que se vaya Castillo y su impresentable modo de gobernar. Pero el Congreso se la ha puesto en bandeja y se ha sumado así, al frontis del desprestigio y consecuente rechazo.

 

A este paso, ya parece cantado que las alternativas potables para el 2026 (salvo que ocurra algún milagro y Castillo se vaya antes), provendrán de fuera del establishment vigente tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. Toda la clase política -con honrosísimas excepciones- está haciendo un papelón y no está a la altura de las circunstancias.

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Congreso de la República, Gobierno

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