A Dina Boluarte, la primera presidenta del país, le importa poco los derechos de las mujeres. Las brechas de desigualdad que permanecen en el tiempo parecen ser un detalle para su gobierno.
Tal como dijo Simone de Beauvoir, las estructuras de dominación que han sostenido la sumisión de las mujeres se mantienen porque existen cómplices o vigilantes de dicho orden social, entre la misma población oprimida.
Estamos ante una presidenta que no hace nada por las mujeres de este país y tampoco le importa. Por el contrario, se suma a los sectores patriarcales que promueven la precarización de nuestras vidas.
De otra forma, no se explica que solo haya hecho mención a temas relacionados con la igualdad cuando ha tratado de defenderse y colocarse como “víctima”. Más de una vez ha pretendido afirmar que se le ataca por ser mujer.
Pero, ¿qué hizo ella por las niñas Awajún, violentadas sexualmente por años? ¿Qué ha hecho por la lucha contra la violencia de género? ¿Qué ha promovido para superar las brechas de desigualdad? Nada.
Por el contrario, es en este gobierno, completamente deslegitimado, que se está preparando uno de los mayores retrocesos en materia de derechos de las mujeres e igualdad.
El escenario de la fusión o absorción, disfrazado de eficiencia en el Estado, no solo es una amenaza sino una realidad que nos retrocede tres décadas, colocando los servicios de atención a la violencia en riesgo y las políticas de género en el abandono.
Esta medida no solo afectará dramáticamente al MIMP, el cual desaparecerá, quedando cualquier remedo de programa que no podrá impulsar los cambios estructurales que se necesitan para superar la exclusión interseccional en la que viven las mujeres de diferentes edades. También afectará al MIDIS, que tendrá una responsabilidad para la que no fue creado, afianzándose el modelo asistencial que ha prevalecido en el sector.
Estamos ante el fracaso de la idea de desarrollo humano y social. Se deja atrás la prioridad de promover calidad de vida y capacidades para priorizar el asistencialismo, que finalmente favorece una cultura clientelar que le hace mucho daño al país.
El Gobierno de Boluarte no solo afectará a las mujeres, sino a todas las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Al desaparecer el MIMP, también se afectará el MIDIS.
Este gobierno, ya en su etapa final y con menos del 5% de aprobación, no solo no tiene la legitimidad para promover una reforma en el Estado, sino que claramente no cuenta con sustento técnico para hacerlo. Lo que están gestionando bajo la mesa no es una estrategia de eficiencia estatal, sino un acuerdo político del cual depende una alianza perversa, corrupta y clientelista.
Las repetidas recomendaciones de expertas y los comités de derechos humanos fueron fortalecer las instancias, los mecanismos y servicios para garantizar igualdad, no desaparecerlos. Erradicar lo avanzado es el peor error, el abismo al que nos lleva un gobierno cuestionado justamente por infringir los derechos humanos y por corrupción.
Los cambios que sabemos se están gestionando se manejan con extremo secretismo. Al punto que la misma titular del MIMP ha expresado que no hay nada definido y ella no tiene información sobre este proceso.
La presidenta tiene la obligación de rendir cuentas a la ciudadanía, por lo que debe pronunciarse con mayor claridad sobre este tema. ¿Será usted la responsable de generar el mayor retroceso en materia de igualdad de las últimas décadas? ¿Será usted la mujer que le quite a todas las mujeres el sector para defensa de sus derechos? ¿Será usted, en un país golpeado por los feminicidios, la violencia sexual, las desapariciones de niñas, la pobreza con rostro de mujer y el desempleo, quien dirija la desaparición del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables?.
Presidenta, deje la falta de transparencia, responda y asuma la responsabilidad de su cargo.