Dos años después, Lima

"En el 2021 partí. Dos años después. De vuelta a la ciudad de los 10 millones. La decadencia continúa. Un paupérrimo golpe de Estado e intento de escape de Pedro Castillo. Primera presidenta mujer: Dina Boluarte, alrededor de 60 muertos en sus manos. Represión policial brutal. Todo el Perú pidiendo un cambio. Alejandro Toledo de regreso. De vecinos presidarios 3 exmandatarios"

[MIGRANTE DE PASO] Un Congreso lamentable. La corrupción aplasta. López Aliaga le da la espalda a la comunidad LGTB+. Crisis en la Fiscalía. El sicariato aumentó 50% este año. Lima, número uno en tráfico vehicular latinoamericano. 5380 mujeres desaparecidas y 137 feminicidios en 2022. En lo que va del año, se suman 76 casos. Solo el 30% de mujeres denuncian. El miedo reina en este país. Lima, una ciudad enferma y patológica.

Es natural, ante tantos atentados contra los ciudadanos a manos de quienes deben protegerlos, que el estado de derecho sea odiado y carezca de respaldo. ¿Quién confiaría en esta jauría que nos gobierna? Solo unos locos podrían hacerlo. Los extremos crecientes se regocijan en el caos. Es su alimento. El conservadurismo, como mayor enemigo, le da una patada al progreso que muchos anhelamos. Imagino a Manuel Gonzáles Prada, César Vallejo, José María Arguedas, José Carlos Mariátegui, Túpac Amaru Segundo, María Elena Moyano, Chabuca Granda y nuestros próceres libertadores enfurecidos y apenados desde sus tumbas.

“Hay peligro en los cambios temerarios, pero mayor peligro hay en el conservadurismo ciego”
-Henry George (economista estadounidense)

A pesar de todo, esta es mi ciudad, mi hogar, y el cariño que siento por mi país es inextirpable. Viviendo fuera, “La flor de la canela”, “Valicha” o “El cóndor pasa” te sacan lágrimas, aunque no quieras. Lágrimas de nostalgia y de pena por la situación en la que nos encontramos. Una pena por nuestra situación, donde la indefensión aprendida sobra.

La ciudad parece estar dormida y deprimida. Me llama la atención cómo a las 9 de la noche ni un alma transcurre en las calles. La vida nocturna se limita a desmadres de fines de semana. Los teatros y cine nacionales luchan por la supervivencia. El arte está bajo amenaza. El deporte abandonado. Yo no encuentro solución en mis divagares mentales. Rezo, aunque no creo en dios, porque alguien la encuentre. Un héroe salvador.

No me tiembla la pluma al aceptar que la Lima que yo conozco no es la misma que la del 90% de ciudadanos. No me tiembla la mano al decir que mi situación se debe a suerte pura. Altamente agradecido por donde nací y por mi familia, que no me dejó caer en las cucufaterías de las elites. ¿Qué seria de mi sin eso?–, me lo pregunté siempre. Estas aceptaciones parecen arderle a la inmundicia que abunda en las clases altas. Lo que escasea es su empatía y conciencia respecto de por qué están donde están. En muchos casos, simplemente suerte.

Las élites conservadoras tienen un nuevo slogan: “Matemos a todos”. Hay que ser psicópata para decirlo en serio y la superioridad autoproclamada no es más que una patraña sucia. Quienes se creen los reyes del país no son más que parásitos. De superioridad no tienen ni un pelo. Su ignorancia y prepotencia sólo demuestra su falta de inteligencia y la necesidad de demostrar, como todo ser débil. Yo les recomiendo bastante lectura para que sepan dónde están parados.

Un amigo, bastante limitado, me pregunta: ¿entonces eres marxista? Un cuestionamiento que se repite innumerables veces, en medios, en la calle, por todos lados. A qué diablos se refieren. Creen que es sinónimo de comunista. No lo soy. Pero no tomar en cuenta el desarrollo de la civilización por medio de la lucha de clases, la necesidad de tener conciencia de clase, el materialismo histórico, la teoría de alienación y el opio del pueblo es un error terrible. Cualquier interpretación sociológica, política y económica que no considere esos factores va a caer en falacias. Seas de izquierda, derecha, centro, de arriba o de abajo. Negarlo es como no creer en el inconsciente de Freud. Por lo tanto, ante esa pregunta, sí debo ser marxista.

Existe una epidemia de inocencia política incomprensible. Desde los inicios de la República los gobiernos se han dedicado a robar, delinquir y someter al país. Pero la incredulidad continúa y no muchos escapan de ella. Aún recuerdo la publicación de una persona bastante leída que decía: “Ganó mi profesor, el del pueblo” cuando Castillo triunfó en las elecciones, no había pasado ni un día y ya todos sabemos cómo terminó. En este país es casi un deber ser siempre de oposición y abandonar simpatías políticas. De lo contrario, seremos defraudados por el poder.

“El poder siempre atrae a los hombres de baja moralidad”
-Albert Einstein

Saliendo del Jorge Chávez me salió una sonrisa, se extraña la huachafería y el ambiente contaminado. No pasa mucho tiempo para que se borre. Los autos pareces competir entre ellos, carreras por pasajeros y maniobras imprudentes. Un tumulto de masculinidades frágiles se enfrenta por ver quién es más hombre. Ridículo. Formas de pensar arcaicas. La sonrisa me regresó al llegar a la Costa Verde. Al estar acostumbrados al mar no nos damos cuenta de la hermosura de su inmensidad estando a pie de la ciudad.

Durante la pandemia que acechó ferozmente nuestro país y las máscaras corruptas se cayeron, nos las arreglamos encerrados. Aún no se conoce la gravedad de las consecuencias en la salud mental por ese período. Lo único que rescató mi cordura fueron las vueltas consecutivas que daba en la Costa Verde. Era necesario un respiro. Felizmente, esa etapa terminó y el mundo entró nuevamente en funcionamiento.

Mis perros me recibieron saltando y moviendo la cola. Ver a mis familiares y amigos me hicieron sentir en casa. Las noticias, almorzando en la cocina, derrumban la esperanza, pero es importante ser reacio a perderla. Todos los recuerdos que viví en mi ciudad me hicieron quien soy y el entorno donde crecí me mantiene expectante a nuevas ideas y a corregir pensamientos que inevitablemente tengo. La idea es identificarlas para cambiarlas. Mantengo la mente abierta a que todos hagan lo mismo.

Un punto de quiebre en mi caso fue cuando trabajé en La Mula y gané amistades grandiosas de cariño incondicional con personas de mundos distintos. Si alguno de ellos lee esto sepan que les debo un enorme Gracias. Me hicieron crecer.

Al día siguiente de mi llegada me quité la espina con mis amigos de siempre, en la esquina de siempre y con el mismo amor de siempre. Son parte de mi familia. Nos reunimos en un pequeño malecón de Barranco donde se ve toda la bahía. Jugué fútbol, aprendí a montar bicicleta, tuve rechazos amorosos y travesuras inolvidables. Con esta vista me fumé incontables problemas junto con mi hermano. Al estar ahí nuevamente aumentaron mis ganas de vivir y aprender. Ahí, con mis hermanos de alma y el mar que consume todos mis problemas. Nunca abandonaré el orgullo de donde vengo. Sea cual sea la situación. Espero que todos tengan la suerte de encontrar personas como las que yo hallé. Si aún no las tienen, el mundo es infinito y siempre hay personas que te querrán por lo que eres.

“Un amigo es alguien que te da total libertad para ser tú mismo”
-Jim Morrison (The Doors)

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corrupción, Crisis política, feminicidios, Lima, situación actual, tráfico vehicular

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