londres

Londres: De Harry Potter a los Sex Pistols

"No es difícil encontrar historias en una ciudad, que siendo extensivos tiene hasta 2 mil años. Casualmente, puedes encontrarte un monolito egipcio con una placa dedicada a la reina."

[MIGRANTE DE PASO] Un freno chirriante y una bocina seguida de insultos en inglés despabilaron mi primera mañana londinense. A pesar del bombardeo de advertencias, es fácil olvidar que el tránsito funciona al revés ¡hasta el timón! Llego a Bethnal Green Station y al acercarme, un monumento demora mi entrada al metro.

“Recordando a aquellas vidas que fueron tristemente arrebatadas el 3 de marzo 1943”, “las alarmas de ataque aéreo sonaron”, “84 mujeres, 62 niños y 27 hombres”; son partes de los testimonios que sostienen un bloque de piedra en forma de escalera invertida aparentando flotar. El desastre ocurrió durante los constantes bombardeos que recibió la ciudad y valientemente resistió en la segunda guerra mundial. Cientos se sofocaron en las mismas escaleras que me llevarían a mi destino.

No es difícil encontrar historias en una ciudad, que siendo extensivos tiene hasta 2 mil años. Casualmente, puedes encontrarte un monolito egipcio con una placa dedicada a la reina.

-¡Se murió la reinita!-

Así, con este mensaje, me enteré de la muerte de Isabel II. A pesar de su complicidad en barbaries familiares, la muerte tiende a enternecer. Recientemente fallecida, fue triste no escuchar a la guardia de rojo gritar ¡God save the Queen! Con “King” se vuelve insípido.

Basta con una mirada atenta al mapa de líneas de los “tubes”, como le llaman, para ubicarse. ¡Mind the Gap! Suena para tomar en cuenta la brecha para llegar al vagón. Esa advertencia se incrustó en mí por el resto del día. No podía evitar pensar en la brecha de transporte público con nuestro país. También, estaba el post de Facebook sobre Margaret McCollum quien visitaba todos los días la estación de Embankment para escuchar la voz de su difunto esposo advirtiendo a los transeúntes. Fue un recorrido contemplativo. En fin, mi padre siempre dice que la mejor manera de conocer una ciudad es en el metro.

Es inevitable pensar en Harry Potter estando en Londres así que mi primer destino fue Kings Cross, no solo la estación más grande sino también donde se encuentra la plataforma 9 ¾ camino a Hogwarts. Mi fanatismo me llevó a hacer una agobiante cola sólo para tomarme una foto con el carrito de compras donde Harry y Ron se empotraron. Rodeado de otros fanáticos vestidos mágicamente aligeré la espera.

J.K Rowling, la mujer que sin lugar a dudas cambió Londres al elevar el plano mágico de la ciudad. La mujer con polémicas declaraciones que dejó de ser billonaria por donaciones, hechizó al mundo.

Picadilly Circus. Luego de bajarme en esta plazuela, compro un hot dog y recuerdo los simpáticos nombres de las paradas del metro. Tan bien pensadas que puedes llegar a donde sea en 35 minutos. Está Paddington Station que vemos con cariño por el osito peruano que lleva su nombre y  su estatua que acompaña a los transeúntes. Liverpool Street se encuentra en el distrito financiero de la ciudad y, por lo tanto, es una de las cuatro estaciones que aparece en el juego original de monopolio. Elephant and Castle, que ha sido una unión de caminos desde tiempos romanos, toma el nombre de un antiguo bar situado en el mismo lugar. También conocido por múltiples teatros adjuntos que acogieron a un joven Charles Chaplin entre otras estrellas del pasado.

Un último mordisco y enrumbo hacia Trafalgar Square, sin saber una racha de mala suerte que tendría en los imperdibles museos National Gallery y el British. Dos enormes leones de piedra oscura resguardan la columna de Nelson en mitad de la plaza. La batalla del Cabo de Trafalgar, en España, donde los británicos derrotaron a las armadas españolas y francesas le da nombre a la plaza. Horatio Nelson, un almirante fallecido en el conflicto, tiene una estatua de 5 metros que encabeza la enorme columna de granito que lleva su apellido.

Miles de palomas caminan como peatones y dificultan el paso. Resulta que la plaza es conocida por los turistas y locales que le dan de comer a las aves. Para evitar la aglomeración de palomas se han tomaron distintos tipos de medidas, incluso, llegaron a utilizar halcones de caza para disminuirla. No funcionó.

Luego de rodearlo caminando -ahora es exclusivamente peatonal-, mi mala suerte comenzó. La fachada del National Gallery estaba en restauración por lo que no pude ver la plaza en todo su esplendor.

Al cruzar entre unos cercos de construcción doy paso al más grande museo de arte de la ciudad del Támesis. El edificio de inicios del siglo XIX, con varias remodelaciones de por medio, es refugio del famoso Retrato de Arnolfini de Van Eyck; de la conmovedora Virgen de las Rocas de Da Vinci; y, de los cuadros épicos de William Turner. Mi principal objetivo, el Cartón de Burlington House, el favorito de mi madre, estaba fuera de exposición. Otro ataque de mi suerte. Después de unas horas contemplando las grandes obras salgo del imaginario pintoresco para dirigirme al British Museum.

Teniendo como héroe a Indiana Jones parecía un niño en Disney. El monumental busto de Ramsés II, el faraón que recibió la ira de dios en la biblia, cuya importancia en la era antigua de Egipto se vio recalcada con el reciente descubrimiento de más de dos mil cabezas de cabras momificadas en su honor tras mil años de su muerte. ¡Mil Años!

Paso por la polémica muestra de las esculturas que adornaban los frisos del Partenón. No solo conocida por su belleza histórica sino, también, por la disputa entre Gran Bretaña y Grecia que buscaba recuperar las esculturas. En el 2013 la UNESCO fue mediadora, pero dos años después la petición fue rechazada por el gobierno británico y el mismo museo. Son comunes estas riñas por recuperar lo propio de grandes museos, sobre todo cuando se da entre una nación ex colonizada vs ex colonizadora.

Retomando mi mala suerte: ¿dónde está la Piedra Rosetta? Uno de los más grandes descubrimientos de la arqueología es un texto en jeroglifos, traducido al egipcio demótico y al griego antiguo. Todo en un mismo bloque de piedra. Su importancia recae en que permitió descifrar el códice jeroglífico y, por lo tanto, el acceso a un pedazo de la historia tan fascinante como desconocida hasta ese momento.

-No está en exposición- me dice uno de los miembros de seguridad.

-¿Y la serpiente bicéfala que brilla por el jade, la azteca?

-Tampoco está- se ríe.

Es de consuelo saber que unos cuántos inconvenientes siempre están presentes en todo viaje.

“Londres es encantadora. Salgo y es como si de pronto apareciese una alfombra mágica sobre la que me siento transportada al seno de la belleza sin levantar un dedo”- Virginia Woolf

Puedes deambular entre las eras egipcias y romanas. Múltiples calles y antiguos pubs te tientan a lo desconocido con sus llamativos nombres. Puedes pensar en Sherlock Holmes escuchando “Anarchy in the UK” de los Sex Pistols; y revivir a Bob Marley cantando con los Rolling Stones. Es una ciudad donde ocurre todo y al mismo tiempo. Se expone sola. Por más que posea una gran máscara monárquica, ésta se va descarando a cada paso. La alfombra mágica de Virginia Woolf te recoge sí o sí, y con rapidez.

Terminadas mis visitas museológicas. West End, un distrito teatral que compite con Broadway por la calidad y recaudación económica de las obras en escena, fue mi siguiente parada. Luego de cenar el famoso “fish and chips” que sabe a aire, pero sigue siendo rico, voy entrando en modo dramatúrgico. Me acordé del meme sobre los ingleses que siguen comiendo como si estuvieran en guerra, lo cual debo desmentir porque hay abundancia en la variedad de comidas y restaurantes extraordinarios.

En el 2007 la venta de boletos en West End superó los 13 millones de boletos y el consumo ha ido en aumento. El primer teatro público de Londres, llamado solo The Theatre, fue construido en 1576 y el primero del distrito de los espectáculos, el Teatro Royal, en 1663. Luego otras casas de drama se le fueron sumando a los alrededores. Se convirtió en Theatreland, como ahora le llaman a esta zona que abarca más de 40 teatros.

Entrando al Her Majesty, que comenzó dándole vida a las obras de Shakespeare, desde su inauguración en 1705, ahora es hogar de El Fantasma de la Ópera. Lo ha sido, ininterrumpidamente, desde hace 37 años. El clásico de Andrew Lloyd Webber ya ha anunciado su inminente retiro de los escenarios. De este modo, mi noche comenzó llena de melancolía por el Ángel de la Música y su aprendiz Christine Daaé, que están acompañados por una puesta en escena tan asombrosa que te hace sentir el calor del famoso incendio.

¡Mind the gap! Bajo en Whitechappel para encontrarme con un amigo. Caminamos en dirección a mi hospedaje buscando algún bar. Nada como terminar un gran día con las famosas “pints” de cerveza, acompañado, en algún histórico pub.

Existe la teoría de que nuestro peruanismo “huachafo” viene del nombre Whitechappel, un distrito textil que surge durante la revolución industrial. Se llenó de personas que ostentaban exageradamente su buena economía e intentaban imitar la moda de la élite inglesa y fueron conocidos como los “whitechaps”. Luego de que los ferrocarriles peruanos fueran cedidos a Gran Bretaña hubo varios inmigrantes “chaps”. Finalmente, el lenguaje hizo lo suyo y nace “huachafo”. Ojo, que es una teoría de varias.

Caminamos entre las mismas calles donde acechaba Jack el Destripador oculto en la famosa neblina londinense que inspiró a mentes brillantes y oscuras para crear a Frankenstein o a Dr Jekyll y Mr Hyde. El ideal del Londres industrial nace de una época en que el olor del Támesis era insoportable por los químicos, y las fábricas de calefacción congelaban una niebla verdosa a la altura de las calles.

Ahora, ya disipada, se deja ver el lado tétrico que todo gran pilar mundial contiene. La locura te susurra en las cuadras y esquinas, esquivando a personas acostadas abrigándose con cartón en el piso helado. Lo más chocante es cómo son fantasmas para los demás. Es algo normal en una gran ciudad. Entramos a un bar brevemente y salimos luego de presenciar un robo, los ladrones de bolsillo abundan y se camuflan entre caminantes y clientes.

Entre las tinieblas, llegamos a un edificio diferente con el nombre de Blind Beggar, “mendigo ciego”. Comienzan las rondas de cerveza y la charla se extiende. Entre jarras chocando, decidimos buscar la historia de aquella acogedora cantina.

Encontramos que de una balada nace. Henry de Montfort, un noble empobrecido, tras perder la vista en la guerra es asistido por una enfermera con la que tiene una hija. Él fue el Mendigo Ciego de Bethnal Green que frecuentaba las encrucijadas de la avenida y se volvió leyenda. También, un tiroteo entre gángsters de los 50s ocurrió dentro del bar, el asesinato cometido llevó a Ronnie Kray, el líder de la mafia del East End, tras las rejas.

En este saltarín de mundos: ¡Ten en mente la brecha!

Tags:

Londres

Mas artículos del autor:

"Tokio: Santuarios, templos y los 47 ronin"
"Tokio: Impresiones de otro mundo"
"Prólogo de una aventura"
x