En una entrevista reciente señaló que a Dina Boluarte no le convenía pararse en la foto con el Congreso, ¿lo terminó haciendo?
Cuando dije eso ya lo estaba haciendo. Me parece que la caída tan abrupta de Castillo y sin resistencia le hizo pensar que ella y el Congreso podían estar tranquilos. No había que ser un genio para darse cuenta que, si el 85% de las encuestas querían que se vaya Dina y el Congreso, entonces iba a haber un problema. Estamos ante políticos amateurs que les falta calle, pero también alta política y entender su situación. Tuvo que ser mucho más claro que era un gobierno de transición y que, aunque tenía que negociar con el Congreso, también podía tomar distancia de este señalando las demandas que se le hacían. No se hizo nada o se hizo muy tarde. Lo último fue que se nombró un primer ministro que parece desconectado de la situación y que en vez de calmar ha generado más polémica cuando ha salido a hablar.
¿Dina Boluarte debió buscar un gabinete más político que técnico?
Totalmente. Se dijo en días previos que sea un gabinete político que pueda tener vínculos con la calle, Congreso y regiones. Pero eso no se ve. Es un gabinete técnico con personas muy respetable, pero no es el nivel de premier ni ministros políticos que uno esperaría. Dicho eso, hay que ponerse a pensar en lo difícil que es armar un gabinete en el Perú, porque mucha gente se ha apartado de la función pública.
¿Podría haber copiado la estrategia de Martín Vizcarra, quien también llegó al poder sin bancada y con un parlamento opositor?
Para ser Martín Vizcarra tenía que tener un enemigo claro como el fujimorismo y, además, Vizcarra tenía un nivel político más alto. Boluarte tendría que haberle dejado claro al Congreso que estaban en una ruta de salida.
Si no existían razones pare creer que las Fuerzas Armadas respaldarían a Pedro Castillo en un golpe de Estado, ¿por qué el expresidente tomó esa decisión?
Pedro Castillo sí contaba con respaldo en varios sectores del país, pero era obvio que ese apoyo no estaba en Lima. Además, no tenía el respaldo de las Fuerzas Armadas ni un gabinete fuerte que, para colmo, tenía una premier termocéfala que se había quedado con su predecesor asesorándola. Era el peor contexto para tomar decisiones. También estábamos ante un presidente con serios problemas para comprender la magnitud de su cargo, una persona que no termina de entender las complejidades de la política. Creo que la desesperación por los casos de corrupción que estaban saliendo lo llevaron a tomar una decisión como esta. Aunque era algo constante, Castillo iba tomando decisiones con el objetivo de salvar el pellejo.
¿Por qué un sector de la izquierda lo sigue respaldando?
Ahí se mezclan varias cosas. Una es que hay un grupo de izquierda en el Perú que se concentra en zonas donde Castillo tuvo apoyo hasta el final. En las zonas rurales y el sur, el apoyo a Castillo era mayor y muchas de las bases de izquierda vienen de esos sectores. Esos congresistas ven que sus regiones y lugares de trabajo político tienen simpatía con Pedro Castillo. Segundo, hay una retórica de reacomodamiento. Hay sectores que han pasado por un gobierno cargado de acusaciones de corrupción y esto es una forma de darle una nueva perspectiva que es un choque entre grandes poderes. Me parecen razones patéticas. Saben que hubo un golpe de Estado. Incluso algunos de ellos se lanzaron a criticar y luego se rectificaron. Es una vez más esa imagen de la izquierda que no es democrática y que le cuesta reconocer de su lado conductas que son tan antidemocráticas como algunas que ha tenido la derecha.
¿Qué ha llevado a que gobiernos de otros países, como México, Colombia o Argentina, se expongan a ser cuestionado por su población debido a la defensa de Pedro Castillo?
Me parece que es un movimiento preventivo. Hay una realidad en donde Pedro Castillo estuvo lidiando con actores antidemocráticos que querían verlo fuera de la presidencia desde el primer día. Incluso hubo una oposición que quiso anular los votos en las regiones donde ganó Castillo diciendo que los grupos no podían votar de esa manera. Sin embargo, esa no es toda la historia y lo que recientemente hizo Castillo fue una movida antidemocrática que no tienen ningún atisbo de justificación constitucional. Esos gobiernos tienen un discurso de disculpa a lo que ha hecho Castillo con el que pretenden decir que los suyos no pueden cometer un golpe de Estado. Pero también puede ser preventivo por si, en el futuro, a ellos les llega a pasar algo similar.
¿Les puede servir esta perspectiva a largo plazo teniendo en cuenta que Castillo y Perú Libre no parecen tener un futuro político con posiciones de poder luego de este periodo?
También es una forma de decir que no les gustan las decisiones tomadas por los parlamentos de derecha. Es una decisión que, además, retrocede a la izquierda en lo que había sido un trabajo importante de reconocer que hay espacio para el pluralismo, que ellos también pueden ser un agente antidemocrático y que lo correspondiente es reconocer que nadie puede cerrar instituciones democráticas.
¿Terminamos viendo un apoyo a Pedro Castillo más grande del que se esperaba?
Se está viendo un apoyo grande que ya se veía desde antes. Su apoyo en el sector rural y sur no era bajo. A eso se la ha sumado un elemento de identificación, porque lo ven como el presidente que vino de abajo. Pero, además, a las protestas se le ha sumado el sentimiento anti Congreso. Eso es algo que debería tener en cuenta el Legislativo, están jugando con fuego al demorar las elecciones, porque si algo es detestado en este país es el Congreso.
Los errores que venía cometiendo el gobierno de Pedro Castillo invitaban a pensar que para la izquierda podría ser difícil volver a convertirse en una opción política fuerte en las próximas elecciones. Sin embargo, en los últimos días vemos un congreso derechista que recibe cuestionamientos y es muy odiado. ¿Ha cambiado el panorama político de cara a las próximas elecciones?
Las próximas elecciones van a depender de la madurez de los partidos y actores políticos, algo que ha sido muy escaso en el Perú. No me sorprendería que terminemos con tres o cuatro opciones de izquierdas o extrema derecha y, al final, sean diecisiete candidatos. Para recuperar la política es central construir alternativas, dialogar y negociar algún perfil programático para que ese grupo lo represente en el Congreso y mantenga una línea a través del tiempo. Creo que lograr eso en este momento es muy complicado y más con los actores políticos actuales, que no están pensando en esas cosas sino en beneficios a corto plazo.
¿Entonces la izquierda podría tener oportunidades pese al desastroso gobierno de Pedro Castillo?
Hay un voto de izquierda y derecha duro. Probablemente el de izquierda es más grande. Esos sectores están representando a actores que piensan así en el Perú. Por eso cuando dicen crisis de representación estoy de acuerdo, pero no hay problema de representación para todos. Porque hay sectores que tienen representantes como los que buscan. También creo que la izquierda peruana tiene que darse cuenta que hay parte de su grupo dispuesta a dejar pasar lo que sea. Deberían pensar si pueden estar en un mismo espacio o marcar diferencia. En la reciente crisis por el golpe se vieron diferentes puntos de izquierda, unos más democráticos que otros.
¿Por qué el Congreso está demorando el adelanto de elecciones?
Por un lado está el enfrentamiento sobre lo que debe incluir el adelanto. Unos se quieren quedar más y otros menos, y van a encontrar justificaciones técnicas que las hay para que no pueda ser inmediato. Pero también hay muchos congresistas que saben que si salen del parlamento es muy difícil que vuelvan a tener una posición con esa importancia.
Dentro de este debate se ha incluido la bicameralidad, ¿sería un aporte para la política peruana en este momento?
Tengo la idea que algunas reformas mínimas son necesarias para poner reglas más claras, como para cuestión de confianza o vacancia. La bicameralidad me parece importante porque da una dinámica diferente en el Congreso. Pero la urgencia de ahora es el adelanto de elecciones. Mientras más técnica y exigente se ponga la discusión, va a ser más difícil e irrelevante. Creo que es jugar con fuego.
Sudaca pudo dialogar con algunos de los representantes de los movimientos sociales que se están manifestando y estos señalan que no tienen interés en dialogar con el gobierno pese a que Dina Boluarte mencionó la posibilidad de mesas de diálogo, ¿cuál puede ser la alternativa?
Bienvenido el diálogo, pero ya te vas quedando solo desde antes. Se demoran en tomar decisiones. Cómo se va a ver que vaya a zonas donde hubo violencia. Es muy difícil. Han equivocado los tiempo y encima estuvieron esas fotos y recepciones en Palacio. Creo que tenemos un serio problema de tiempos y oportunidad.
Si Dina Boluarte renuncia en un intento de forzar el adelanto de elecciones, el presidente del Congreso asumiría la presidencia. ¿Sería bien recibida la llegada del congresista José Williams a Palacio?
La caída de Dina Boluarte con Williams asumiendo la presidencia llevaría a muchísimo conflicto. Escucho a algunos decir que pondría orden, pero está en duda porque son muchos frentes y a qué costo pondría orden. Pero también se debe preguntar si es el tipo de legitimidad que quieren. Ese sector más duro del Congreso no lo va a sostener si es que tiene que enfrentar protestas y problemas.