Dr. Carlos Glave: “Ese modelo económico donde la salud es una mercancía tiene que cambiar”

“Entender la salud como un derecho fundamental no es una cosa socialista ni utópica”, dice el médico que postula al Congreso por el izquierdista Juntos por el Perú. Asegura que el Minsa no ha dado pasos claros contra la pandemia.

Tiene 63 años. Hace 35 ejerce la medicina. Es internista y reumatólogo. Alquila un consultorio en la Clínica San Felipe, pero asegura que no es empleado de esa compañía y que el modelo de salud privada puede llegar a ser “completamente deleznable”. Recuerda que la salud “avanzaba progresivamente hacia la gratuidad” con la Constitución del 79. Y se adelanta a los detractores: “seguro nos van a decir comunistas”.

Pero además de postular al Congreso, Carlos Glave ha sido voluntario en los ensayos de la vacuna de Sinopharm en el Perú. “Los mismos que decían por qué no se compra, ahora dicen que por qué se compró”, responde a quienes cuestionan que el gobierno haya optado por la opción china.

¿Qué tipo de resultados reportará Sinopharm sobre los ensayos de su vacuna en Perú (fase 3)?

Primero, cuántos se infectaron [y desarrollaron la Covid 19] en un grupo y en el otro. Por ejemplo, si de los 12.000 voluntarios se infectaron 200, se verá si son del ‘grupo placebo’ [sin acción curativa] o del grupo de la sustancia activa. De repente, por ejemplo, son 198 del ‘grupo placebo’ y dos de la sustancia activa. Ahí se ve la eficacia que tiene la vacuna. Aparte, también se sabrá cuántos hicieron anticuerpos. Podría ser que en el ‘grupo placebo’ diez generaron anticuerpos y en el otro grupo, 7.900 de los 8.000. Esos son los outcomes, endpoints o puntos finales de la investigación. El asunto es saber cuánto te protege la vacuna de hacer la infección, y cuánto te ayuda a producir los anticuerpos.

Se argumenta que la vacuna de Pfizer era más eficaz y barata. ¿Cómo evalúa la compra a Sinopharm y AstraZeneca? 

Eso es claramente un problema político. Los mismos que decían por qué no se compra, ahora dicen que por qué se compró. Yo no soy gobiernista, creo que el gobierno tiene muchos errores. Mi posición es que deben cambiar muchas cosas del rumbo en el que está ahora el gobierno. Pero recuerda que la vacuna de Pfizer tenía muchas desventajas: necesitaba congelamiento a -70 grados. O sea, ese es un problema logístico mucho más grande. Punto uno. Punto dos: había cláusulas, según se informó, por las que el Estado asumía los efectos adversos severos.

El tercer problema es la producción de Pfizer ahora mismo. Por ejemplo, muchos dicen: nos ganaron los chilenos. El compromiso que tiene Pfizer con Chile y los Estados Unidos, muy probablemente, no lo va a poder cumplir en lo inmediato. Los chilenos todavía no han recibido la cantidad de dosis prometidas para el primer trimestre. Esto porque la vacuna de Pfizer es una vacuna innovadora, con ARN mensajero y está teniendo problemas de producción. El tipo de vacuna de Sinopharm ya tiene tiempo, [trabaja] con un virus inactivo. Es la vacuna característica, típica, que ya tiene una experiencia mundial.

¿Y en cuanto al precio? 

Sobre el problema del precio, sí, la de Sinopharm era más cara y la otra era más barata. Pero también tenemos un contrato con Covax Facility. Es una alianza internacional que, a través de la OMS, va a facilitar la administración de las vacunas. Eso ya se firmó. Entonces, hay tres rutas principales: la de las empresas, principalmente occidentales; la de Covax Facility y la de las negociaciones con los gobiernos. Ahí está lo importante con Sinopharm. Nosotros hemos participado en estudios clínicos junto con la Universidad de San Marcos y la Cayetano. Eso ha sido bueno y ha facilitado las negociaciones.

También hay mucho interés de grupos anti vacunas, súper conservadores, que tratan de meter lío y quieren que le vaya mal al gobierno. Creo que [la compra] es una buena noticia dentro de todo lo malo de la pandemia. No se trata de tener una sola vacuna, hay que tener todas las vacunas posibles. Si después se pueden arreglar los temas con Pfizer, también. Todas van a ser importantes, sobre todo en esta situación.

Sobre las medidas del Ejecutivo frente a la pandemia, ¿qué mejoras sugeriría?

El Ministerio de Salud ha tenido errores graves. Sigue habiendo muy mala información en la gente. Para controlar la pandemia lo que tenemos que hacer es: más pruebas y detección de casos, rastreo de los contactos y aislamiento de las personas. Acaba de salir una alerta sanitaria del Ministerio que plantea eso. Esa es la estrategia. La estrategia no es decir: “Vayan temprano para que no se compliquen”; sino dar información a la población sobre cómo parar el contagio.

¿Alguna medida concreta?

Se puede tener equipos de rastreadores con la participación de la comunidad. Por ejemplo, quienes toman la temperatura antes de entrar a los establecimientos, hoy lo que hacen solo es no dejar entrar al que la tiene alta, este se va a su casa y sigue diseminando el virus que posiblemente tiene. En otros países con gran atención primaria, aíslan a los que tienen el virus y rastrean sus contactos. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, donde casi todo se hace con el DNI. Si entraste al banco, a un restorán y a hacer compras; queda registrado quiénes entraron después de ti. Con eso los aíslas para parar el contagio. ¿Acá qué pasa? Lo devuelven a su casa o la persona se va corriendo para que le hagan pruebas, le están haciendo tomografías al tercer día, le dicen que está teniendo una neumonía, le recetan prednisona y lo complican. No hay una rectoría, no hay pasos claros del Ministerio de Salud para parar la pandemia.

¿Cómo hacerlo viable en cuanto a presupuesto?

El presupuesto es menor, es simplemente la organización de la gente. En lugar de comprar ivermectina o que los médicos comiencen a hacer tomografías rápidamente, porque la gente tiene la idea de que se va a morir, hay que comprar oxímetros para repartir a toda la población. A la gente hay que decirle: aíslate para que no contagies. Si tienes factores de riesgo o si duras más de seis o siete días con síntomas y tu saturación baja de 94, vas a recibir oxígeno. Pero si van al tercer día a recibir oxígeno, se saturan los centros, contagian a más personas y aumenta la mortalidad.

Desde su labor legislativa, ¿cuáles serían los cambios o medidas que impulsaría? 

La especulación en el Perú había salido del Código Penal. O sea, no era delito, en función del libre mercado [fue restituido por el Congreso en agosto, para casos de emergencia, conmoción o calamidad pública]. El acaparamiento sí era delito, pero la especulación no. ¿Cómo afectó esto en la pandemia? Los oxímetros de los que estábamos hablando, que son parte del equipo de todo médico de consultorio, costaban antes de la pandemia S/70. Llegaron a costar S/500 o S/600 en el pico de la ola inicial. La gente que tenía el oxímetro lo tenía guardado y decía: bueno, va a subir, lo guardo hasta que suba. También hay que fiscalizar, por ejemplo, la implementación de plantas de oxígeno. En el parlamento tiene que haber fiscalización y representación de los médicos.

¿Qué acciones cree que se deben tomar en cuanto a los médicos?

Tenemos una mortalidad en médicos que es una de las más altas de Latinoamérica. Tenemos pocos equipos de protección. No tenemos un criterio de apoyo a los médicos. Salen a decir que hay un grupo de médicos que se han ido de lo público a lo privado, sacándole la vuelta [a la norma]. Puede haber algunos cuantos, algunos sinvergüenzas, y hay que sancionarlos, pero la gran mayoría de los médicos está dejando la piel en los hospitales.

Tengo la experiencia de una amiga que ha trabajado en las unidades de cuidados intensivos [UCI] en un hospital, no voy a decir cuál, y que su madre ha tenido Covid y no pudo conseguir cama hace dos semanas. Tres días después consiguió una cama UCI en otro hospital, el Dos de Mayo, y murió. Llegó tarde. La estrategia debe ser cuidar a nuestros profesionales que están ahí, darle todas las facilidades.

¿Evaluó el precedente de la alianza de Verónika Mendoza con Vladimir Cerrón para plantear su candidatura al Congreso por Juntos por el Perú?

Estuve en contra, creo que estuvo mal, pero era necesario participar y no se tenía inscripción. Al final no se efectuó. Era muy necesario participar en las elecciones, lamentablemente no se pasó la valla. Pero mira los resultados. Hubiera sido necesario que entremos al Congreso para justamente ser una de las fuerzas que tratase de evitar todas las tropelías que se han hecho en este Congreso.

Juntos por el Perú propone un Sistema Integral de Salud, que elimine los fraccionamientos actuales. ¿Cómo lo ejecutarían? 

Debe haber un solo sistema de salud: una sola rectoría. Se puede financiar por el gasto, como sucede en Estados Unidos, puede ser también por solidaridad como funciona el Seguro Social, y puede ser también por impuestos, que es lo que nosotros estamos planteando. Seguro allí nos van a decir comunistas, socialistas.

La salud, con la Constitución del 93, se plantea como un derecho que no está entre los fundamentales. La Constitución dice que nosotros garantizamos “el libre acceso”. Y además: promoviendo la inversión privada y público-privada. Ese modelo económico que implica que la salud es una mercancía tiene que cambiar. Eso es un proceso. Si gana Verónika Mendoza o si nosotros llegamos al Parlamento, no cambiará al día siguiente. Así cambie la Constitución, eso no va a cambiar de un día para el otro, pero se puede sentar las bases para avanzar.

¿Apostaría por hacer ese cambio en la Constitución?

Claro, pero el cambio sería incluso volviendo a la Constitución del 79. Allí la salud estaba en el título de Derechos fundamentales. Entender la salud como un derecho fundamental no es una cosa socialista ni utópica. La salud era un derecho y avanzaba progresivamente hacia la gratuidad en la Constitución del 79.

Siendo tan corta la parte formal de nuestra economía, ¿cómo sería posible financiar el Sistema Integral de Salud que proponen a través de impuestos?

Nuestra propuesta no es que, si llegamos al gobierno, tendremos todo esto listo al día siguiente. Toma años. En Reino Unido, Costa Rica, etc., tomó muchos años hacer un sistema único de salud financiado por impuestos. No es por decreto que se cambian las cosas. Lo inicial es que tiene que haber una unificación, que no trabaje por su lado el Ministerio de Salud, el Seguro Social, las sanidades de las fuerzas armadas y policiales, los seguros privados, las clínicas. Tiene que haber una rectoría.

Usted trabaja en la Clínica San Felipe. En agosto un reportaje publicado en IDL-Reporteros evidenció que diferentes clínicas colocan precios de medicinas basándose en valores inflados por los proveedores que aparecen en la revista Kairos. ¿Qué opinión tiene de esa práctica?

Yo no trabajo para la clínica San Felipe, alquilo un consultorio en las torres de consultorio de la clínica. Tengo una opinión sobre el trabajo en las clínicas que no es positiva. Definitivamente, los costos en las farmacias de las clínicas son una cosa abusiva. Son diez veces, y creo que me quedo corto, respecto a lo que se cobra en la farmacia de enfrente. Eso está mal. Y también creo que no puede haber propiedad [vertical] de clínica, aseguramiento, farmacia.

Es otra de las razones por las cuales creo que debemos cambiar mucho nuestro sistema de salud, y tiene que haber una rectoría y una dirección. La actividad privada tiene que ser una actividad suplementaria a la actividad pública. No tengo ningún problema en decir eso. Yo no trabajo para la clínica, trabajo en un consultorio. No soy parte de eso que es muy abusivo y es completamente deleznable, más aún en tiempos de pandemia.

Sobre la relación de propiedad vertical entre clínicas y aseguradoras, ¿tiene alguna crítica concreta?

Al inicio [de mi carrera] entré a la práctica privada. Por ese tiempo empezaron las aseguradoras. Los dueños de las clínicas, los de la plata, comenzaban a pedir que movilices al paciente [que generes exámenes, procedimientos médicos innecesarios]. Tú [como médico] te negabas. Entonces la aseguradora le dijo a la clínica: yo te voy a pagar todo, cuídame el dinero, pero estemos en alianza. ¡Ahora ya no solamente es alianza, sino que las mismas aseguradoras son dueñas de la clínica, de la aseguradora, de la farmacia! Tienen todo el negocio completo. Comienzan a ver de dónde es que sacan más plata porque ese es el objetivo. El objetivo no es la atención a la salud, es sacar más plata.

El que asegura, el que da el servicio, el que hace los análisis de laboratorio, el que vende los medicamentos, todos son del mismo dueño. Ahí la meta es ahorrar plata en los gastos y sacarle plata al que paga que es el paciente. El perjudicado es el paciente. El médico tiene que estar en ese sistema viendo cómo maneja el asunto, y no viendo lo principal que es la atención de la salud. Se distorsiona totalmente la atención en salud.

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