ENTREVISTA José Enrique Escardó Steck

“El Sodalicio no va a querer morir sin matar”

"José Escardó, quien expuso los abusos del Sodalicio, habló con Sudaca sobre su recientemente anunciada disolución y la influencia de personajes, como el excardenal Cipriani y algunos políticos poderosos, en el desarrollo del caso."

José Enrique Escardó Steck, el primer denunciante de los abusos del Sodalicio, conversó con Sudaca sobre su disolución. Además, expuso el hostigamiento sufrido por las víctimas e investigadores durante más de dos décadas en un caso que también involucra al excardenal Juan Luis Cipriani y a más de un político influyente.

Teniendo en cuenta que han pasado más de veinte años desde que se denunció el caso Sodalicio, ¿confiaba que podía ocurrir una decisión como su disolución o veía con resignación que los responsables gozarían de impunidad?

Yo era la persona más escéptica. Lo dije antes, no confiaba en que se iba a disolver el Sodalicio. Pero también dije que en este proceso me he equivocado y esta ha sido una de esas veces. La disolución ha sido una sorpresa para mí.

¿Por qué esta decisión ha tomado tanto tiempo si se trata de un caso tan grave y con tantas víctimas?

Porque los tiempos de la Iglesia son tiempos irracionales, no reacciona a menos que haya un escándalo. Recordemos lo que es la Iglesia, la organización más grande del mundo y no sólo en temas religiosos. He hablado con personas como el cardenal Robert Prevost, quien es el prefecto del Dicasterio para los Obispos, y también Simona Bambrilla, la Prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y hay una sensación de impotencia en los que quieren hacer algo dentro de la Iglesia porque es muy complejo y hay mucha política y muchos intereses.

A lo largo de estos más de veinte años, ¿ha encontrado más representantes de la Iglesia a su favor o en su contra?

Más en contra. Los que apoyan son contados con los dedos de una mano. El grupo de gente que está con el Sodalicio por motivos económicos, interés o poder es mucho más grande. Es realmente David contra Goliat. Pero bueno, como pasó en la Biblia, esta vez David ganó.

La política peruana suele tener una relación muy cercana con líderes religiosos, ¿qué papel jugó la política nacional en el caso Sodalicio?

Es el caso más vergonzoso en la historia del Perú y no sólo por la política sino por el Estado. La justicia peruana no ha hecho nada. El Estado peruano se ha dado por desentendido del caso. Se demostró estos días en Ginebra cuando estuve en el Comité de los Derechos del Niño y logré que le pregunten a la ministra de la Mujer al respecto y respondió algo sumamente vergonzoso demostrando que al Estado nunca le ha interesado. Obviamente hay partidos políticos y políticos individuales vinculados al Sodalicio que tienen negocios con ellos y una relación de poder que no solamente se han puesto del lado del Sodalicio sino que han creado un sistema de desinformación para atacar a las víctimas e investigadores.

¿A quiénes ha podido identificar como estos defensores del Sodalicio?

Todos sabemos que el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, es un admirador de muchas personas dentro del Sodalicio. Lo ha dicho en entrevistas. Dijo que el cura Jaime Baertl, quien maneja el Sodalicio, era un santo y que lo admira. Además, sabemos que treinta y seis  empresas del Sodalicio han entrado en fideicomiso a una empresa que fue fundada por López Aliaga. Eso no puede ser una coincidencia. Su partido está involucrado y el fujimorismo también. Pier Figari es primo hermano de uno de los curas del Sodalicio, Juan Mendoza Figari, y hay una relación muy estrecha. Eso se nota porque cuando pasan estas cosas nadie del fujimorismo y Renovación Popular habla.

¿Qué intereses económicos hay detrás de los defensores del Sodalicio?

Aquí en el Vaticano, todas las personas con las que he hablado, incluyendo al Papa, han manifestado que hay mucho poder del Sodalicio y eso genera una serie de problemas. Además, hay por lo menos nueve obispos involucrados en negocios turbios de los cementerios con el Sodalicio. Hay todo un tema económico y político que cuidan.

Durante muchos años, Juan Luis Cipriani fue la cabeza de la Iglesia en el Perú, ¿qué papel tuvo en el caso Sodalicio?

En el año 2000, cuando publiqué mis columnas, me encontré con Cipriani en una reunión a la que fui como director de la revista Gente. Me acerqué y le dije lo que había publicado, pero no le prestó importancia. A medida que fueron avanzando mis columnas, nos enteramos que Cipriani había llamado a los empresarios católicos y les había dicho que no anuncien en la revista. Tuve que dejar de escribir para que la revista no desapareciera. Luego de eso, supimos que Cipriani recibió denuncias en contra de Figari por abuso sexual y estas se perdieron en el camino y nunca llegaron al Vaticano. Su papel ha sido lamentable y se sabe que también ha tenido denuncias de inconductas sexuales.

¿Las denuncias contra el Sodalicio han padecido algún tipo de censura mediática?

Sí. La Iglesia tiene mucho poder. Sorprende que el año en que salió “Mitad monjes, mitad soldados”, el libro de Pedro Salinas y Paola Ugaz, la cobertura mediática fue absoluta. En cambio, en los últimos años que se ha visto el crecimiento del poder conservador de ultraderecha y católicos radicales dentro de la política y el empresariado peruano, los medios prácticamente han silenciado el tema.

¿Observa cambios en la Iglesia que inviten a creer que se han tomado las medidas necesarias para que no se repita la historia del Sodalicio?

Es una de las cosas que hablé con el Papa Francisco. Esta es la oportunidad para que la Iglesia evite que esto  vuelva a pasar. Pero son cientos de miles de casos en todo el mundo. No se puede hacer de un día para el otro. Fui claro con él sobre el nuevo rumbo que tiene que tomar la Iglesia con respecto a las denuncias de violencia física, psicológica, sexual y espiritual. Esto tiene que ser una oportunidad y debe ser acompañada por las víctimas. Por eso propuse un consejo de sobrevivientes que acompañe este proceso. 

¿Qué respuesta obtuvo por parte del Papa Francisco?

Cuando le presenté el documento escrito y llegamos al punto de consejo de sobrevivientes,  levantó la mirada y me dijo “lo que tú le pidas a Jordi Bertomeu, yo lo voy a firmar”. Entonces creo que fue una clara referencia a que en el centro tienen que estar las víctimas.

¿Podríamos decir que se está abriendo la puerta a un cambio en la Iglesia?

Creo que hay una postura del Papa y las personas en las que él confía para este proceso. Yo no hablaría de la Iglesia en general. Porque la mayoría tiene otra visión y eso es lo peligroso. El Papa está anciano y enfermo, entonces no sabemos qué podrá pasar en los próximos años. Tenemos que vigilar que este proceso sea realizado de una manera muy cuidadosa para que no se escape nada por las rendijas, porque el Sodalicio es muy hábil para encontrar escapes.

¿Este poder e influencia que tiene el Sodalicio se ha manifestado a través de amenazas?

Desde que comencé, el Sodalicio hizo una campaña para tratar de destruir mi credibilidad. Me han llamado desde el anticristo hasta que estoy loco, soy adicto y abusador de mujeres. En los últimos años hay artículos en mi contra e insultos en las redes escritos por personas vinculadas al Sodalicio y, obviamente, es por encargo de ellos que nunca hacen las cosas de frente sino que encargan a terceros. Además, también he recibido amenazas de muerte en contra mía y de mi hija y amenazas contra la integridad sexual de mi hija desde que ella tenía cuatro años. Eso viene pasando desde hace 25 años.

¿Considera que hay un incremento del fanatismo religioso y que ello ha repercutido en este hostigamiento?

Perú está convirtiéndose en el Afganistán de Latinoamérica. Es el país donde el conservadurismo está teniendo un poder y presencia muy grande. Lo hemos visto en la forma en que reaccionaron a la obra “María Maricón”. En el caso Sodalicio, con los intereses que hay, hemos visto cómo han querido destruir a Paola Ugaz y Pedro Salinas con las denuncias. Ante cualquier persona que hable, el Sodalicio viene con su maquinaria aplanadora y esto va a seguir. El Sodalicio no va a querer morir sin matar. Van a seguir queriendo destruir a todos los que puedan.

Se ha hablado de la política y la Iglesia, pero ¿cómo se podría evaluar el trabajo de la justicia peruana en estos casos de abusos?

La justicia peruana siempre se escuda en la prescripción. Como hay mucha carga, dicen que ya prescribió y así no tienen trabajo. Además, como hay presiones muy fuertes de la política y la propia Iglesia, entonces tienen miedo y no hacen su trabajo. Ya sabemos que en la época de Patricia Benavides había un abogado del Sodalicio que bloqueaba las denuncias contra ellos y hacia que corran muy rápido las que eran contra los denunciantes e investigadores del Sodalicio. 

¿Cuál era el plan detrás de estas denuncias?

La forma en que funciona es con los propios esbirros del Sodalicio escribiendo cosas en sus propios medios, como en La Abeja, Willax o Expreso, y creando en la opinión pública una idea. Ellos mismos inventan las historias y hasta crean chats falsos, y luego, con ese material inventado, van a la fiscalía y dicen que ha salido todo eso en los medios y hay que denunciar a tal persona. Después meten presión en la fiscalía a través de políticos y generan todas estas falsas acusaciones, como que Paola Ugaz es miembro de una organización de lavado de dinero y que trafica plutonio y uranio con la familia Vargas Llosa en Piura. 

¿Perú dejó de ser un estado laico?

Un gran termómetro de esa situación ha sido lo que ocurrió con la obra “María Maricón” y cómo reaccionó el grupo más conservador del catolicismo peruano y la manera en que reaccionó el Estado con comunicados del Ministerio de Cultura pidiendo explicaciones sobre la afectación de la fe católica o la Defensoría del Pueblo pidiendo que interpele al ministro de Cultura. Eso pasa en un estado confesional teocrático y creo que estamos yendo en ese camino. Pero esta disolución del Sodalicio es un mensaje fuerte para el conservadurismo peruano que pueden tener todo el poder que quieran pero todavía tenemos personas que luchan por la verdad.

Ha mencionado los vínculos del Sodalicio con políticos y partidos, como Rafael López Aliaga y Fuerza Popular, quienes aparecen en las encuestas presidenciales. Si alguno de ellos llega al sillón presidencial, ¿estaríamos ante un posible pacto de impunidad para los responsables de estos tipos de abusos?

Creo que sí. Yo reto a cualquiera que haya una minería de declaraciones o tuits de todos los que están vinculados a estos partidos y enseñen alguno en el cual hayan hablado del caso Sodalicio. No hay. Hay silencio o ataque a las víctimas y a los investigadores. Es muy claro por donde va el asunto y cuáles son los pactos que se han cocinado en el Perú hace varios años. No me sorprendería que pronto busquen promulgar una ley contra la blasfemia y vayamos avanzando de un estado laico a uno teocrático.

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Cipriani, Iglesia, José Escardó, Sodalicio

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