El 14 de noviembre, en Santo Domingo nació Damián y con él, alcanzamos la cifra de 8 mil millones de seres humanos en nuestro planeta. La cifra es contundente, sabemos bien que nos hemos desbordado y que estamos cometiendo terribles excesos. En 1950, estábamos alrededor de los 2 mil millones y medio de personas. El 2000 éramos ya más de 6 mil millones. Aunque el descenso de la fecundidad en el mundo se inició en los tiempos de Velasco Alvarado y su gobierno militar, lo que nos hace continuar aumentando es la esperanza de vida al nacer, la cual empezó a incrementarse en 1950. A este paso, al 2050, llegaremos 9 mil millones 700 mil habitantes. De todos ellos, alrededor de 41 millones habitaremos el Perú. Y gracias a que muchas instituciones como las Naciones Unidas o el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico del Perú realizan proyecciones constantemente, podemos imaginar cómo seremos en el Perú del 2050:
Para tener proporción, en ese momento la población latinoamericana bordea los 780 millones de personas (8% de la población mundial). La esperanza de vida en Perú es de 79 años para las mujeres y de 74 para los hombres. La cantidad de adultos mayores de 65 años y menores de 15 años pronto será la misma. El peruano promedio tiene 36 años y por cada 100 en edad de trabajar, hay 34 niños y 25 adultos mayores que dependen de su cuidado y mantenimiento. Las pensiones para adultos mayores son ahora tema central en las campañas y promesas electorales. Como calcularon muchas investigaciones, el 70% alcanzó los 65 años sin contar con ahorros o pensión adecuada, así que muchos continúan trabajando, algunos dependen malamente de la ayuda de familiares y los más pobres, sobreviven con el apoyo del Estado.
El aumento de adultos mayores ha impactado en nuestro sistema de salud, pues las enfermedades infectocontagiosas comunes en niños y adultos, fueron desplazadas por las enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades coronarias, la obesidad y enfermedades mentales. La salud se encareció, la inversión pública ha sido insuficiente y la legislación ha liberado todos los reparos a la empresa privada. Se han abierto especializaciones médicas y técnicas en las universidades. Debido a la exponencial demanda de trabajo físico masculino para la atención de adultos mayores, ahora se atribuye el rol de cuidador a los hombres, que ha reducido sorpresivamente en una década la brecha de género y la violencia contra la mujer, nuevas masculinidades. Las prácticas de discriminación se han redirigido hacia el cuerpo y el sobrepeso, asociado a los bajos niveles de educación de las madres de bajos recursos. El crimen organizado es explícitamente transnacional y se ha diversificado. Mueve miles de millones de dólares anualmente gracias a la trata, las drogas ilegales, los medicamentos y los productos falsificados. En alianza con las fuerzas del orden y el poder judicial han aumentado en la misma proporción pandillas y asesinatos.
Lima es una de las 45 megaciudades del mundo, de las tres que hay en Sudamérica. Sus calles están enrejadas y las casas y edificios amurallados. Hay plantas de desalinización a lo largo de toda la costa y ha desarrollado agricultura hidropónica a gran escala, aunque se sigue dependiendo de la importación de trigo y maíz. El Fenómeno del Niño es ya tan frecuente que se considera cambiar su categoría y normalizar el alza de temperatura. Como la cuarta parte de la Amazonía fue deforestada, ha comenzado a convertirse en una sabana. Una tercera parte de nuestros animales ha desaparecido. Los glaciares han retrocedido casi por completo y ha producido sequías que ahora cunden por todo el país. La energía eólica y el gas han logrado resolver la crisis de las hidroeléctricas. La tercera parte de los automóviles ya son eléctricos, incluido el transporte público que gracias a las mafias trasnacionales ahora tiene un nuevo estilo. Y nuestra diversidad minera, como siempre, nos continúa sosteniendo.