Eduardo Scerpella

La Informalidad en el Perú: Una Joya que No Queremos Ver

Eduardo Scerpella

Siempre nos han dicho que la informalidad es un problema. Que es el gran obstáculo del Perú, que nos quita impuestos, que nos frena como país. Pero, ¿y si en realidad fuera todo lo contrario? ¿Y si la informalidad fuera, en vez de una carga, la verdadera salvación de nuestra economía?

Pensemos un momento. En un país donde la burocracia asfixia a los emprendedores, donde los impuestos son una trampa mortal para los pequeños negocios y donde la regulación cambia cada día, la informalidad es la única opción real para millones de peruanos. No porque quieran evadir reglas, sino porque esas mismas reglas no les dejan otra salida.

Y aquí viene lo interesante: la informalidad no solo ha permitido que millones de peruanos sigan adelante, sino que ha sido una muralla contra los intentos de controlar nuestra economía. En otros países, los gobiernos estatistas han capturado empresas, cerrado mercados y ahogado la iniciativa privada. ¿Y aquí? Aquí la informalidad ha sido la barrera perfecta contra cualquier intento de estatización. ¿Cómo controlas una economía que no puedes ni medir?

Pero no nos confundamos. La informalidad no es sinónimo de ilegalidad o desorden. Es, más bien, la prueba de que el peruano no se queda de brazos cruzados esperando que el Estado le solucione la vida. Es el reflejo de un país emprendedor, que se resiste a depender de un sistema que no le da oportunidades. Y además, sí aporta. Cada vez que alguien compra una gaseosa, una cerveza o llena el tanque de su auto, está pagando impuestos. La diferencia es que, en lugar de pasar por trámites interminables y pagos imposibles, el informal lo hace a su manera.

Entonces, ¿qué hacemos? Porque sí, formalizar tiene beneficios, pero solo si la formalidad deja de ser un castigo. El reto no es eliminar la informalidad, sino entenderla. Transformarla en una opción atractiva y no en una camisa de fuerza. En vez de verla como un problema, deberíamos reconocerla como lo que realmente es: una joya. Una que ha mantenido viva la economía cuando todo lo demás fallaba.

Quizás algún día dejemos de mirar a la informalidad con desprecio y empecemos a verla como lo que realmente es: la mejor prueba de que el Perú sigue adelante, con o sin el permiso.

Las oportunidades son enormes

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