Cristian Rebosio

“En el PPC no hay ningún Bedoya Reyes y en el Apra no hay ningún Haya de la Torre”

Sudaca dialogó con el congresista Carlos Anderson sobre su candidatura presidencial para 2026 y la crisis política que involucra al Ejecutivo y Legislativo.

El congresista Carlos Anderson conversó con respecto a sus intenciones de llegar a la presidencia en 2026, los recientes cambios en el gabinete y los desaciertos cometidos por el Ejecutivo y Legislativo en los últimos años.

Comparó los recientes cambios en el gabinete con los que hacía en el exentrenador de la selección, Jorge Fossati, ¿pero ve posible que un profesional capacitado  esté interesado en formar parte de este gobierno?

Hay profesionales capacitados. No voy a decir que el señor Salardi, el ministro de Economía, no lo es un profesional capacitado u otros más. El problema es que para trabajar por un gobierno, en especial en el cargo de ministro, estás asumiendo pasivos con los que mínimamente tendrías que estar tranquilo de asumir. Por ejemplo, yo jamás me haría parte de un gobierno de esta naturaleza, incompetente y con actitudes autoritarias que persigue intereses particulares. Pero, además, en el Perú existe una fascinación por el fajín. Date cuenta la cantidad de ministros que han estado por una o dos semanas y luego en su currículum ponen exministro. Es un cargo que ha sido desvalorizado.

En ese contexto que describe, ¿podríamos decir que sí sería complicado que uno de esos cambios de ministros lleve a que un personaje idóneo llegue al cargo?

Por eso hice la comparación con Fossati. Ahí fuimos igualmente permisivos. Lo dejamos estar y hacer. Todos decidimos no hablar y al final tuvimos lo que era previsible, un equipo sin alma con jugadores caducos. Lo mismo tendríamos que haber hecho hace rato. La señora Boluarte tuvo la oportunidad histórica de ser la presidenta de la transición y pudo haber anunciado en enero del 2023 que habrían elecciones en 2024 y ahora estaríamos con un nuevo gobierno y un diferente nivel de aceptación y credibilidad. No tenemos nada de eso porque la señora se embelesó con el poder y se sometió a los designios de los intereses de los grupos del Congreso.

Siguiendo con su comparación, en el caso de mantener a Fossati el resultado fue que Perú esté casi sin chances de ir al próximo Mundial, ¿cuál va a ser la consecuencia para el país por haber mantenido a este gobierno en el poder?

Cinco años desperdiciados. La tragedia peruana comienza en 2013 de los fáciles que habían sido de 2002 a 2012 cuando los precios de los minerales estaban volando y todo el mundo era un genio porque la plata venía de todas partes. Habíamos creado la ilusión de un país que crecía y se modernizaba. Empezaron las dudas en 2013 y luego vino la pataleta de la señora Fujimori en 2016 seguido por una serie de gobiernos comprometidos con la corrupción y la ausencia de valores democráticos. Empezamos a ver lo peor de la casta política. En 2026 se  completa una década perdida. 

Ha señalado al ministro Santivañez como uno de los protegidos de Dina Boluarte, ¿qué cree que se esconde detrás de esta protección a un ministro que indudablemente está fallando en su trabajo?

Te digo una adagio muy común en el mundo de la banca de inversión, cuando no entendíamos algo decíamos que si no se podía entender era porque detrás hay razones de sexo o dinero. Aquí no creo que haya sexo, pero con seguridad hay temas de dinero y corrupción. Era evidente que, por ejemplo, el señor Otárola sabía, permitía y ocultaba la afición de la señora Boluarte por las joyas caras. Como la señora es de poca fortaleza emocional se aferra a aquellos que le dicen que está linda y es inteligente. Esos son Quero, Santivañez y, hasta hace pocos, Demartini. 

También se ha visto un Legislativo que, a diferencia de lo que ocurría con Pedro Castillo, ha mostrado una gran tolerancia ante los casos de corrupción que involucran a Dina Boluarte y su gobierno, ¿qué gana este Congreso con la presidenta que los lleva a tener esta actitud?

Primero que no tienen  un Ejecutivo que los enfrente y haga ver sus inconsistencias. El Comercio publicó que treinta y seis congresistas tienen  denuncias constitucionales y hay varios con carpetas fiscales. Hay un entendimiento de partes y no se fiscalizan mutuamente. Ahí están los beneficios mutuos. El Congreso nunca pudo censurar al ministro más censurable de los últimos años, como es el señor Demartini. Este congreso decidió que no, porque era amiguito de la señora Boluarte.

Ha manifestado su intención de ser candidato a la presidencia, ¿por qué emprenderá esta aventura política con el partido Perú Moderno?

En Perú, los partidos no existen desde una perspectiva ideológica. Casi todos son emprendimientos que se van forjando. Casi todos los que entran al poder luego desaparecen. Me uní a Perú Moderno por la conversación que tuve con Carlos Añaños. Vi que valía la pena encaminarse por este rumbo que, además, ha sido formado por una persona con una reputación limpia como Wilson Aragón. Me pareció que era una opción muy potente a la que yo podía agregar mis ideas. Yo no soy una figura nacional, pero tengo cierto reconocimiento y puedo caminar por las calles sin que nadie me insulte. También tengo una trayectoria profesional limpia, he sido banquero internacional y aquí en Perú he sido catedrático. Creo que tengo la experiencia en el sector público y privado. 

¿Va a ser más complicado encarar una candidatura cuando también se ha formado parte de un parlamento tan desprestigiado?

Por el contrario, a pesar de estar en un lugar donde es fácil hacer plata sucia mochando sueldo o gestionando intereses privados, a mí nadie me puede decir que usted está comprometido en tal cosa o ha defendido tal interés. Creo que estoy cumpliendo con el mandato que me dio la ciudadanía.

¿Cómo cree que será la contienda electoral del 2026? ¿Van a primar los extremismos?

Hay una narrativa y una circunstancia muy proclive al tema de los extremos. Porque ha quedado demostrado entre comillas que si eres un salvaje a la hora de hablar, como Javier Milei, tienes más impacto. Si hablas cincuenta mil lisuras y dices “zurdo de mierda”, entonces te va bien. Por otro lado, en las izquierdas ocurre con “maldito capitalista”. Yo tengo la esperanza que después de más de treinta años que el Perú ha desperdiciado una y otra vez oportunidades por caer en el juego de los extremos va a empezar a primar la razón y se va a elegir a gente honesta y capaz. Espero que la ciudadanía pueda apreciar eso y alcancemos el grado de madurez, porque ya tenemos doscientos años de ser un país adolescente.

¿El Perú necesita recuperar a los partidos históricos, como el PPC o el Apra, o la crisis actual debe llevar a priorizar una renovación?

Ellos son parte de un capítulo cerrado y fracasado que no debería repetirse. Ahora hay intentos por limpiar el pasado. Pero en el PPC no hay ningún Bedoya Reyes y en el Apra no hay ningún Haya de la Torre. No creo en esos partidos tradicionales. Por eso creo que tenemos que construir partidos que aprendan de esa historia triste de los partidos políticos en el Perú.

¿Debe preocuparnos que haya tanta gente dispuesta a votar por candidatos como Antauro Humala?

Lo que debe preocuparnos es que haya tanta gente que ha llegado a un nivel de hartazgo y desafección con la democracia que está dispuesta a tirarse al vacío, porque votar por alguien que promueve antivalores como Antauro Humala es tirarse al vacío como país. Evidentemente no hay esperanza y es un grupo de gente muy grande que expresa su rabia y frustración de esa manera.

Hoy el Perú vive una crisis de inseguridad y muchos atribuyen a los derechos humanos y distintos tratados las dificultades para combatirlo, ¿comparte estos pensamientos?

Definitivamente no. Me parece la explicación más absurda, populista y facilista que existe. Por eso decía que el cómico que dice que a todos los delincuentes hay que matarlos no te lleva a ninguna parte. La criminalidad es un tema de control e implica tener recursos. Cómo esperas que una policía como la nuestra pueda enfrentarse a una criminalidad que anda super organizada y equipada. Tenemos comisarias que son cementerios de autos y ni están conectadas a internet. Hay un montón de cosas que se hacen en el resto del mundo y aquí no ocurren ni de casualidad. No han escuchado el clamor ciudadano que dice que queremos un bien público llamado seguridad. Además, también hay un quiebre en el circuito de administración de justicia que va desde la policía a los fiscales y jueces. Hemos visto que la corrupción es el punto de conexión de todo esto. 

En una entrevista con El Comercio señaló que el accionar de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos estaba sirviendo de excusa para discursos contra el imperialismo, ¿considera que, más allá de dar lugar a estos discursos, le nuevo gobierno norteamericano puede ser un problema para la región?

Tenemos que mirar el tema Trump en el contexto de la política norteamericana y lo que ha pasado en Estados Unidos en los últimos diez años. Por un lado con lo que se conoce como el wokismo (progresismo) a extremos y la política de inmigración flexible del presidente Biden que ha generado una serie de problemas de carácter social y han hecho que se genere este caldo de cultivo de resentimiento del americano blanco, el cual ha sido muy utilizado por Trump. Hoy en día, él está actuando con un mandado muy firme con mayoría en las cámaras de diputados y senadores y mayoría de jueces conservadores además de gobernadores. Ahora, esa visión nacionalista norteamericana se opone a la política globalista en la que hemos estado envueltos en los últimos cuarenta años que es la más reciente ola de globalismo que ha tenido efecto sobre la estructura económica de Estados Unidos, el desplazamiento de todo lo que significa la industria manufacturera y el debilitamiento de los sindicatos que le han dado bandera a Trump para actuar de forma abiertamente antiglobalista, chauvinista e imperialista.

¿Cómo debe reaccionar Latinoamérica ante esta nueva postura de Estados Unidos?

En primer lugar, se tiene que empezar a entender que la geopolítica es un juego de intereses, no de amistades. Segundo, los cambios de la geopolítica tienen que ser enfrentados con algún tipo de visión. Tenemos que tener una política que permita priorizar los intereses latinoamericanos que deberían ser cerrar la brecha que nos separa del desarrollo. Para eso necesitamos inversión e infraestructura que nos la puede dar el mercado norteamericano y, por otro lado, también responder inteligentemente a los avances chinos de modo que no se vea como una sumisión ante los designios de expansión e influencia china. Es cierto que China está haciendo una serie de trabajos de infraestructura, que hubiera sido fantástico que también contara con inversión norteamericana, pero China lo hace de manera sistemática respondiendo a una visión estratégica que responde a los intereses de China. En América Latina necesitamos desarrollar una política común no de enfrentamiento sino de actuación frente a estas dos potencias que buscan tener la total hegemonía y ven el patio latinoamericano como una extensión de sus divergencias. 

¿Perú ha tenido una postura demasiado confiada ante la inversión de China?

Definitivamente. Aquí actuamos con extrema comodidad y pocas veces actuamos con mentalidad estratégica. No hemos cuestionado ningún tipo de inversión china y no hemos sabido utilizar el tratado de libre comercio Perú – China a diferencia de otros países, como Chile que ha logrado traer inversión extranjera con conocimiento y transferencia de tecnología. Nosotros simplemente hemos abierto la puerta para que los chinos vengan y compren todo. El propio puerto de Chancay es una inversión china que responde a sus intereses de acortar las distancias con respecto a su mercado. Creo que hemos sido un poco comodones y no hemos sabido fortalecer nuestra relación con Estados Unidos. Pensar que ellos iban a abandonar esta área de influencia ha sido un error. 

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Carlos Anderson, Congreso, Perú Moderno

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