Sí hay personajes en la centroderecha que podrían galvanizar un proyecto político electoral potente y con posibilidades para el 2026 o para antes, si el régimen sigue haciendo agua y termina con su mandato interrumpido.
Roberto Chiabra, Fernando Cillóniz, Rómulo Mucho, Flor Pablo, Roque Benavides son, por ejemplo, nombres capaces de integrar diferentes colectividades partidarias y encabezar un proyecto de consolidación de las libertades políticas y económicas en el país, agregando las urgentes reformas institucionales y de segunda generación que debieron haberse llevado a cabo luego de la caída del fujimorato, pero que los gobernantes de la transición soslayaron olímpicamente.
Es preciso insistir en hacer realidad la sensata propuesta de Rafael López Aliaga de renunciar él mismo y Keiko Fujimori a sus respectivas aspiraciones. Son candidatos polarizantes, que eventualmente podrían pasar a la segunda vuelta (como lo ha demostrado tres veces Keiko Fujimori), para luego ser derrotados por sus contendores, aun por personajes tan precarios y endebles como Pedro Castillo. Y en ambos casos, además, le pueden quitar votos cruciales a los candidatos de similar identidad ideológica.
Si eventualmente Castillo dura sus cinco años de mandato hay tiempo de que aparezcan nuevos liderazgos (es una lástima que Rosangela Barbarán o Lucas Ghersi no alcancen la edad suficiente para poder postular), pero por lo pronto puede haber una baraja lo suficientemente atractiva para hacerle frente a centros aguachentos o izquierdas de toda laya que puedan surgir o querer reaparecer.
Es tiempo de reconducir la nave nacional hacia una opción claramente identificada con un modelo promercado, radical en las reformas necesarias para consolidar un capitalismo competitivo en el país, pero, a la vez, de plantear serias reformas institucionales (electoral, política, de seguridad interna, regionalización, salud y educación públicas, etc.).
La centroderecha, a diferencia de la izquierda -como ha quedado meridianamente demostrado en estos aciagos meses de gestión de Pedro Castillo-, tiene cuadros tecnocráticos de sobra y podría rápidamente dotar de excelencia la gestión pública, si tiene el norte definido y claro y no busca tan solo hacerse del poder para mantener el statu quo.
–La del estribo: no pueden dejar de visitar la exposición Maravillarte, que va en el Ministerio de Cultura, en San Borja, y reúne alrededor de 500 obras de arte, seleccionadas previo un concurso convocado a raíz del bicentenario y que además de mostrar nuevos valores (en pintura, escultura, grabado y fotografía), alberga también la obra de algunos artistas consagrados. El ingreso es libre y no hay que hacer reserva. Va de martes a domingo (este domingo 27 clausuran), de 9.00 a 5.00 pm.