Juan Carlos Tafur

Cinco años perdidos

“La oposición congresal le haría un inmenso bien al país si a la primera de bastos que haya justificación para una vacancia moral, proceda a hacerlo”.

La grave disfuncionalidad que muestra de arranque el gobierno de Pedro Castillo, la misma que difícilmente remediará, generará un nuevo lustro perdido, sobre todo en materia de reformas.

Ya nos hemos resignado a que las reformas de libre mercado estarán congeladas cinco años, con un régimen que no cree en ellas sino todo lo contrario, y al que, más bien, habrá que mantener a raya para impedir que vaya a contramarcha destrozando lo mucho que se ha avanzado en progreso económico los últimos 30 años.

Pero cabía la expectativa, quizás muy ingenua y optimista, de que al menos una gestión de izquierda pudiese ser capaz de llevar a cabo la construcción de un Estado ecualizador e inclusivo, sobre todo en materia de educación, salud y seguridad. Que, digamos, desde la izquierda se hiciese lo que en verdad correspondía hacer estos últimos años de estabilidad macroeconómica, pero cuyos responsables (Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra) fracasaron estrepitosamente por indolencia reformista. La transición post Fujimori, en esa perspectiva, ha sido un fiasco y es por ello, en gran medida, que hemos pagado la factura política de tener en el poder a un candidato antiestablishment.

Al paso que vamos, sin embargo, ni siquiera esa construcción de un mejor Estado se va a lograr. Más allá de los gritos radicales de algunos voceros del gobierno, lo cierto es que es un régimen débil, sin cuadros técnicos, sin mayoría parlamentaria y con las calles crecientemente adversas. Encima de ello, la altisonancia generará incertidumbre y arruinará la moderación económica por la que parece haberse optado y el resultado final será una gestión mediocre, inútilmente confrontacional, y paralítica en reformas.

Políticamente al Perú le convendría la interrupción de un mandato que ya muestra los síntomas sombríos de lo que será por los siguientes cinco años. Sobre ello no caben dudas.

La pregunta que cabe hacerse es si resulta legítimo, constitucionalmente hablando, desembarazarse de un régimen mediocre y malo, como el que promete la dupla Castillo-Cerrón. Pues no, no lo es. Pero la oposición congresal debiera tener claro que le haría un inmenso bien al país si a la primera de bastos que haya justificación para una vacancia moral, proceda a hacerlo, que el Perú no se merece transitar por la travesía penosa de cinco años de improvisación, irresponsabilidad y mediocridad a la que nos asomamos.

El gabinete Bellido, la falta de talla política del Primer Mandatario, la improvisación en la designación de funcionarios públicos, la lentitud pasmosa respecto de las rápidas decisiones que ya corresponde tomar en diversas políticas públicas, y encima de ello la inmadurez de engalanar ese tinglado de medianía, con frases díscolas y petulantemente radicales de muchos de sus voceros, suponen una calamidad intolerable.

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Pedro Castillo

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