Es políticamente muy importante que la derecha haya logrado el nivel de movilización que ha mantenido en ristre luego del proceso electoral. Más allá de algunos excesos, si se confirma el triunfo de Castillo, se avecinan varias pruebas políticas de primer orden que van a requerir que la mitad del país que votó por la derecha no se adormile o se desactive.
Aun en su plan moderado -el de Francke y Dancourt- el eventual gobierno de Castillo no descarta el camino del referéndum y de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Ello nos va a llevar a un nivel de confrontación permanente.
La única manera de lograr ese propósito pasa por conseguir 87 votos en el Congreso en dos legislaturas. No los tiene. Segunda opción: 66 y posterior referéndum. Tampoco los tiene.
Lo que va a hacer Castillo, si no desiste de la idea de la Constituyente, es presentar un proyecto de reforma constitucional del artículo 206, en el cual se plantee que el Ejecutivo pueda convocar directamente a un referéndum para disponer que el pueblo decida. Y hacer cuestión de confianza de ello.
Negada dos veces la cuestión de confianza, disolverá el Congreso. En consecuencia, habría elecciones prontas para nuevo Congreso. Allí la derecha tendrá que dar una batalla para ganar la mayor representación. Si la pierde y Castillo consigue la mayoría absoluta (87 congresistas) para aprobar reformas constitucionales, ya no habría necesidad de una Constituyente.
Pero si Castillo no consigue si no mayoría relativa, aprobará la reforma y deberá convocar a un nuevo referéndum para saber si se aprueba o no esa reforma constitucional. Segunda batalla política de la derecha será ganar ese referéndum. Si Castillo lo gana, podrá desde el Ejecutivo convocar otro referéndum ya para decidir explícitamente si se convoca a una Constituyente. Tercera batalla de la derecha.
Si finalmente se convoca a elecciones para conformar una Asamblea Constituyente, será la cuarta batalla política que la derecha tendrá que dar para impedir que suceda lo de Chile y se imponga una mayoría de izquierda que logre cambiar el modelo que tantos éxitos le ha dado al país.
Para librar todas las contiendas electorales señaladas, en caso de ganar Castillo y persistir en su despropósito (no se necesita cambiar la Constitución para desplegar un gobierno de izquierda moderado como el que anuncian Francke y Dancourt), la derecha tiene que mantener el músculo entrenado y el activismo al tope.