Juan Carlos Tafur

El sueño (de opio) del Castillo relanzado

“Más parece que Barreto y Hernández se están haciendo ilusiones y Castillo está ganando algo de tiempo dándoles bola respecto de una decisión que difícilmente va a tomar”

Las declaraciones del cardenal Barreto, en el sentido de que el presidente Castillo le habría aceptado evaluar la conformación de un nuevo gabinete y emprender el relanzamiento de su gobierno, sumadas a las palabras de Max Hernández, secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional, en donde señala lo mismo, que Castillo habría aceptado evaluar la designación de un gabinete de ancha base y el nombramiento de personal idóneo para el sector público, han abierto una ventanilla de esperanza de que efectivamente pueda producirse semejante cambio.

 

Hay razones, sin embargo, para ser pesimista y creer que Castillo está simplemente meciendo a sus interlocutores. La razón es muy sencilla: el presidente está atrapado por el cerronismo. Sin los votos de Perú Libre es rehén de sus adversarios. Y Cerrón no va a aceptar ningún giro al centro. Ya lo dijo claramente: lo único aceptable es que el gobierno gire más a la izquierda, en respuesta a las declaraciones del Cardenal.

Una opción que podría ser tal vez aceptable para Cerrón es que Castillo nombre tecnócratas de buen nivel, de izquierda todos ellos (una “humalización de izquierda”, como la ha bautizado Silvio Rendón), pero el problema es que esos técnicos anidan básicamente en el nicho que el exgobernador de Junín odia a muerte e identifica como la “izquierda caviar”. En el sector duro de la izquierda abundan los políticos de carrera, no los técnicos.

Y si Castillo soslaya a Cerrón y produce ese cambio o eventualmente nombra tecnócratas de centro, perdería los votos duros de Perú Libre en el Parlamento y quedaría expuesto a situaciones adversas, que van desde la vacancia hasta una denuncia constitucional, para la que se requieren alrededor de 66 votos, no los 87 de la vacancia. El presidente tendría que hacer un pacto con el centro para compensar la pérdida del perulibrismo, pero la gran pregunta que él y cualquiera se haría es si resulta confiable un acuerdo con Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos.

Al parecer -ojalá nos equivoquemos- Barreto y Hernández se están haciendo ilusiones y Castillo está ganando algo de tiempo dándoles bola respecto de una decisión que difícilmente va a tomar, dada la encrucijada política en la que se encuentra y la terrible situación de tener como socio a un rígido y obsoleto radical como Vladimir Cerrón, leninista de viejo cuño, incapaz de entender las sutilezas del juego político y de darse cuenta de la espiral de desprestigio y crisis en la que se halla inmerso el gobierno que él ha presionado para conformar.

 

 

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Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

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