Juan Carlos Tafur

El Congreso a la par del Ejecutivo

“Será desde las avenidas y plazas que surgirá la racionalidad política que le ponga fin a este calvario que supone tener a los dos principales poderes del Estado administrados por la mediocridad y la mendacidad más descarada”

La inmensa torpeza de la oposición en el Congreso ha terminado por convertir a la prensa en su adversaria en lugar de su aliada, ante la narrativa política del Ejecutivo, de culpar de la crisis al Legislativo obstruccionista, a la prensa sensacionalista y a los empresarios abusadores.

Esa es la trilogía del mal para el gobierno y no se va a detener en tratar de imponer ante la ciudadanía ese esquema justificatorio de lo que no es si no su terrible incompetencia para administrar los asuntos públicos. En ese afán, sin embargo, debiera encontrar férrea resistencia y estratégica conjunción de intereses de los involucrados en la trama conspirativa.

Pero no, la inestable gestión de la presidenta del Congreso, Maricarmen Alva, y la connivencia de muchos parlamentarios a los que parece molestarle la libertad de expresión, han terminado por configurar un escenario en el cual la prensa es maltratada por el Legislativo -impidiéndole su ingreso a la cobertura parlamentaria, al interior del recinto- y ella responde en consecuencia.

Queda claro, definitivamente, que el problema político en el país no pasa solo por el Ejecutivo. El Legislativo es parte del embrollo y de la crisis de gobernabilidad que transitamos. La única solución política viable y razonable es que se vayan todos.

¿Qué habrán pactado la derecha y el cerronismo para que éste último le preste sus votos para elegir a un Tribunal Constitucional conservador? ¿Los votos para que no prospere jamás iniciativa alguna de recorte del mandato general y que, por ende, se queden todos? ¿Qué la vacancia y la disolución del Congreso no pasen de ser juegos verbales, pirotecnia política que nunca pase a mayores? ¿Algunas concesiones mutuas en algunos proyectos de ley regulatorios caros al Ejecutivo? Cualquier escenario es posible dada la levedad terrible de la oposición parlamentaria.

La conclusión es cada vez más evidente: no habrá salida de esta crisis si la calle no se activa. Y es preciso, en ese sentido, que la protesta no se circunscriba a la derecha tradicional y ésta no coopte a los sectores juveniles liberales que puedan estar madurando. La grita callejera es la gota que horadará la piedra en algún momento, más aún cuando la crisis económica no tardará en producir inmenso malestar ciudadano, presto entonces a la movilización.

Será desde las avenidas y plazas que surgirá la racionalidad política que le ponga fin a este calvario que supone tener a los dos principales poderes del Estado -el Ejecutivo y el Legislativo- administrados por la mediocridad y la mendacidad más descarada.

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Congreso de la República, Gobierno

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