La lideresa de Fuerza Popular y el dueño de Alianza para el Progreso, Keiko Fujimori y César Acuña, respectivamente, deben pagar una factura colosal el 2026, cuando intenten postular a la Presidencia, por el apoyo desembozado al delictivamente mediocre régimen de Dina Boluarte.
El pueblo debe tener memoria histórica y recordar que el gobierno repudiado por el 95% de ciudadanos, se sostiene gracias al apoyo que le brindan estas dos agrupaciones en el Congreso (junto a Avanza País y Perú Libre) a cambio de migajas de poder, que revelan la entraña miserable de las dos agrupaciones señaladas.
En particular, destaca el caso de Keiko Fujimori, porque ella aparece en las encuestas con la más alta intención de voto y seguramente creerá que con un par de gestos beligerantes, de acá a un año, en contra del gobierno, logrará que el pueblo olvide estos años de connivencia con el peor gobierno republicano que hemos tenido, después del horrendo periodo de Pedro Castillo.
Sorprende que algunos duden de si Keiko va a ser la candidata o lo va a ser su padre. Tremendo cuento chino. Alberto Fujimori sabe que no puede postular, por razones constitucionales y por temas de salud y edad. Keiko está jugando la estrategia de capturar el albertismo, repitiendo la misma táctica que empleó el 2021, donde al amistarse con su padre logró que en el imaginario popular su actuación congresal -el sabotaje a PPK- sea pasada a segundo plano o, en todo caso, que no le afectara tanto como para impedir su pase a la segunda vuelta.
Aunque abominen del cierre del Congreso perpetrado por Vizcarra, a los fujimoristas les convino que ello ocurra porque de haberse mantenido ese Congreso, con absoluta mayoría naranja, hasta el 2021, Keiko no pasaba a la segunda vuelta de ninguna manera. Esta vez, ni una vacancia el 2025 a Dina Boluarte logrará salvarla del oprobio, porque esa vacancia daría pie a un gobierno congresal dominado por Fuerza Popular o a un desmadre callejero para que se vayan todos, en la que su partido sería el principal blanco.
La factura política electoral la debe pagar el fujimorismo. La derecha debe entender que su fragmentación solo ayudaría a que nuevamente el fujimorismo dispute la jornada definitoria que por justicia política no merece.