Juan Carlos Tafur

Primero que gobierne

“Lo que reina es la minucia, la triquiñuela, la trampilla, el embuste y aprovechamiento, los indicios de corrupción, el copamiento partidario, la muralla comunicacional construida frente a la prensa y, por ende, frente a la ciudadanía”

Si sigue como va, este gobierno va a terminar muy mal. Sin nada que rescatar y mucho por cuestionar. No estamos frente a una izquierda capaz de hacer cambios sustantivos al modelo, ni ante un humalismo reciclado que, una vez con las riendas en mano, entiende que ir en contra del referido modelo es imposible. No es por izquierdista o neoderechista que a este régimen le va pésimo, es simplemente porque ha hecho de la mediocridad e inacción su bandera.

Quizás, inclusive -y lo digo desde mi pública orilla derechista-, lo mejor sería que Castillo hiciese un gobierno de izquierda, que, así, no ahonde la brecha de representación y crisis política estructural que, sin duda, genera en el Perú el hecho de que los políticos hagan, una vez que llegan al poder, algo radicalmente distinto de lo que prometieron en campaña (ocurrió más groseramente con Ollanta Humala).

En las últimas elecciones, claramente la mayoría del país votó por un cambio social y se espera, visto así, que Castillo no defraude esa expectativa. Por más que creamos que una ejecución gubernativa derechista es infinitamente superior a una izquierdista, cabe que aceptemos o valoremos esa conclusión política.

Pero ni siquiera eso se aprecia. Lo que reina y se impone es la minucia, la triquiñuela, la trampilla, el embuste y aprovechamiento, los indicios de corrupción, el copamiento partidario, la muralla comunicacional construida frente a la prensa y, por ende, frente a la ciudadanía, la vinculación y favorecimiento a sectores radicales que jamás debieran haber estado tan cerca del poder, en suma, la parálisis administrativa.

Por eso cae como cae en los niveles de aprobación en las encuestas. La última medición de Ipsos muestra que Castillo tiene la tasa más baja de popularidad de todos los gobiernos, desde el 2001 a la fecha, al cabo de seis meses de gestión. Ni Toledo se desplomó tan rápido, a pesar de que administrativamente la figura presidencial fue manejada calamitosamente desde el saque por el exgobernante. Hoy, Castillo tiene una aprobación de apenas 33% (cae tres puntos respecto de diciembre del año pasado) y una desaprobación del 60% (sube dos puntos respecto del periodo señalado).

Antes de discutir, pues, si conviene que Castillo gire al centro o se reafirme en la radicalidad originaria, lo que cabe es exigirle que asuma el cargo con la dignidad e investidura que corresponde, que corrija rápidamente los entuertos en los que es pródigo, y le brinde mayor profesionalismo al manejo administrativo del Estado. En suma, que se dedique a gobernar y a honrar, como corresponde, el encargo recibido por millones de ciudadanos peruanos en las urnas.

Tags:

copamiento partidario, corrupción, muralla comunicacional, Pedro Castillo, prensa peruana

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