Alan Salinas

Sin gobierno

 

Después de la entrevista internacional a Pedro Castillo, en la que se mostraron la poca disposición del presidente a solucionar las crisis que sus decisiones y su propio entorno genera; de las declaraciones de sus exministros señalando inercia presidencial (y gabinetes en las sombras) en temas concernientes al daño ambiental ocasionada por Repsol y a designaciones cuestionables al interior de la Policía; así como por la poca capacidad de generar gabinetes que no tengan cuestionamiento alguno, como fue el caso de Valer y otros, podemos advertir que nos encontramos -a siete meses de haber asumido Castillo la presidencia- con un gobierno que está en camino a su deriva política, en la que exaliados, periodistas, analistas políticos y la oposición, piden su renuncia.

El presidente, por desconocimiento del rol que representa su investidura, no genera la posibilidad de llevar adelante las reformas que requiere el país para reactivar la economía (aprovechando el superciclo del precio del cobre y del litio), para liderar el Consejo de Seguridad Ciudadana en la toma de medidas pertinentes que pongan orden las calles del país y para emprender la vuelta a la presencialidad en las escuelas a nivel nacional. Esto se evidencia, claramente, en la baja aprobación con la que cuenta hasta ahora: según Ipsos, 60% lo desaprueba.

Por otro lado, dada su condición de haber tenido por largo tiempo liderazgo gremial, no genera la posibilidad de llegar a consensos. Consensos que permitan avanzar en temas concretos que tengan como horizonte la gobernabilidad del país. Hasta la fecha, mostrada las evidencias en temas corrupción, de allegados a Movadef (brazo político de Sendero Luminoso) y a gente sin experiencia en cargos ministeriales, personalidades y técnicos destacados no muestran posibilidad alguna de trabajar junto a Pedro Castillo. Del simbolismo que representa su sombrero no se puede vivir políticamente. Es más, lo está desprestigiando.

Tengamos en cuenta que todos estos detalles presentados muestran a un Pedro Castillo que no gobierna para el país, sino para intereses de sus grupos con el que actualmente cuenta, que no son más que activistas y personas sin experiencia gubernamental en su entorno. Las evidencias muestran que esos consejos que recibe el presidente generan desgobierno, caos político que no hace más que provocar malestar económico y social.

Por el bien del país y de su gobernabilidad, es necesario que se tomen las medidas necesarias, dentro del cauce democrático y del Estado de derecho, para que la crisis que actualmente vivimos no sea una crisis prolongada.

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Pedro Castillo

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