Se está gestando una crisis alimentaria a nivel mundial y sus efectos están empezando a sentirse en el Perú. Para conocer más de sus razones, Sudaca conversó con Fernando Castro, coordinador de Sistemas Alimentarios en FAO Perú.
El experto advierte que esta crisis, en el contexto peruano en el que ya hay desnutrición y anemia, agravaría la calidad de vida de las personas en situación vulnerable. Además, explica que si bien gracias a la agricultura familiar, en el Perú no se vivirá hambruna, la calidad de la dieta de las personas podría verse afectada considerablemente, reemplazando alimentos necesarios como carnes, por carbohidratos.
Se está gestando una crisis alimentaria en el Perú y en el mundo. ¿A qué se debe esto?
Tenemos una crisis de alimentos que viene de hace varios años y con la pandemia, se agravó. Ahora vemos cómo muchas ollas comunes están luchando día a día para conseguir los alimentos, pero también mucha gente ha reducido la calidad de sus dietas. Probablemente han reducido el consumo de alimentos saludables, frutas, verduras y carnes. El año pasado comenzamos con el incremento de los precios de los fertilizantes. Con el conflicto bélico de Rusia – Ucrania se ha empeorado. Rusia es uno de los grandes proveedores de fertilizantes del mundo y el Perú, sobre todo, importaba muchísimos fertilizantes nitrogenados a Rusia. Entonces hemos visto que además del incremento del precio, tenemos una menor posibilidad de importación de este producto en el campo. Los agricultores están preocupados por el incremento de precios, porque muchas alternativas no hay. Este año tenemos una inflación en el rubro de alimentos de casi 10%.
¿Qué pasaría, a nivel de alimentación, si esto se sigue agravando?
Podemos llegar a agravar los problemas de salud pública, de desnutrición, de anemia en mujeres gestantes, por ejemplo. Es crítico que haya una buena alimentación. Si reducimos la calidad de la comida, entonces vamos a tener mujeres que van a entrar en procesos de anemia y probablemente van a nacer niños con anemia. En Perú, el 38% de niños menores de tres años tienen anemia, y esto se agrava en zonas andinas, de selva y en zonas rurales. Estamos hablando de cifras que llegan hasta casi el 60 o 70% de anemia en niños. Es bastante grave, pues esto afecta definitivamente a su desarrollo. Entonces es un problema de coyuntura que va a tomar tiempo en resolverse. No sabemos cuánto porque hay mucha incertidumbre, pero sabemos que va a impactar fuertemente en la población más vulnerable.
Recientemente el premier Aníbal Torres dijo “el Perú no va a sufrir hambruna, no nos va a faltar que comer”. ¿Cuán cerca a la realidad están estas declaraciones?
La gente no va a dejar de comer, porque en el Perú, por suerte, tenemos una agricultura familiar que nos provee alimentos. Pero vamos a tener grandes grupos de población que va a comer con menor calidad o va a comer en menor cantidad. Tenemos ahora mismo mucha gente que está resolviendo su alimentación día a día, bajando la calidad de su dieta. Comen muchos carbohidratos, fideos, arroz, papa, pero en su dieta por ejemplo, no aparecen lácteos, la carne, el pollo. Hambruna quizás no va a haber, pero mucha gente sí la va a pasar mal. Hoy probablemente mucha gente se ha ido a la cama sin comer o se han ido con hambre. Hay bolsones de pobreza que no pueden resolver esto tan fácilmente y tenemos que pensar en ellos.
¿Aproximadamente cuántos peruanos se van a ver afectados a raíz de esta crisis alimentaria?
Cerca del 25% de la población está en situación de pobreza y son los más vulnerables. Con el incremento de los precios, el precio de los combustibles, el desabastecimiento, se ha previsto que podríamos llegar hasta un 50% de población en inseguridad alimentaria. No estamos diciendo que van a dejar de comer, pero sí van a afectar la calidad de sus dietas. Van a reducir lo que comen, van a reducir la calidad en términos de consumo. Esto, en un país donde tenemos todavía altos niveles de desnutrición y anemia, es preocupante.
Para contrarrestar este panorama, ¿qué medidas debería de impulsar el Perú?
Hay muchos factores a tomar en cuenta. Primero: monitorear la situación, ver cómo se está resolviendo esto, cuáles son los grandes problemas para tomar previsiones. Los países en todo el mundo están tomando medidas, no podemos retrasarnos. Sobre los fertilizantes, se debe acelerar la compra que ya se planteó, hacer alianzas con otros actores importantes como el sector privado, los gremios, para hacer estas compras y también para la distribución de los alimentos. Es importante empujar la reactivación económica, porque necesitamos que la gente resuelva sus problemas de empleo y mejorar sus ingresos. Tenemos que seguir viendo programas de protección social, fortalecer los programas que ya existan, como por ejemplo Qali Warma, que es un instrumento importante para la entrega de alimentos a padres de familia, pero también apoyar a las ollas comunes que han sido clave para contrarrestar la situación alimentaria en zonas muy vulnerables.
Desde FAO Perú, ¿cuentan con alguna propuesta o algunas recomendaciones para combatir esta crisis alimentaria en el largo plazo?
Tenemos que seguir trabajando mucho con los agricultores para el uso adecuado de los fertilizantes. Normalmente los agricultores tienen muy poco acceso a asistencia técnica y capacitación. Entonces, usan los fertilizantes por orientaciones que quizás son un poco equivocadas, a veces usan demasiado fertilizante en sus campos, o no tienen análisis de suelo. Necesitan asistencia técnica. También desarrollar esquemas orientados a la agroecología, por ejemplo, que es menos dependiente de fertilizantes, son sistemas de producción ambientalmente sostenibles que cuidan el suelo y el agua. Muchos agricultores familiares lo practican y probablemente ellos sean los que menos afectación tengan por la escasez de fertilizantes.
Tenemos que desarrollar también los sistemas de abastecimiento. Hasta ahora tenemos un comercio de alimentos bastante informal. No tenemos sistemas de abastecimiento desde las zonas rurales hacia las ciudades. Los mismos mercados de abasto tienen muchos problemas de formalidad. Tenemos que comenzar a trabajar para que sea eficiente, para que los productos no se encarezcan desde el campo hasta nuestras mesas. Otro tema importante es la reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos en la cadena logística. Buscar cómo hacemos para que los comerciantes, los transportistas, los mismos agricultores a la hora de empacar sus productos, reduzcan las pérdidas. Por otra parte, los consumidores también generamos mucho desperdicio de alimentos.
Muchas veces las personas creen que no pueden hacer nada porque es un tema que los excede. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos para que esta crisis alimentaria no les impacte tanto y que a la par puedan cuidar su alimentación?
Lo primero es hacer una buena planificación de lo que vamos a comer, y no generar acaparamiento. Si planificamos bien, vamos a dejar de botar alimentos. Además, ver cómo podemos conseguir alimentos de temporada que son más accesibles, conversar un poco con nuestros caseros en los mercados para ver qué alimentos son los que están ahora de temporada y podemos comprarlos a menor precio. Respecto de la preparación, muchas veces preparamos demasiado alimento y servimos pensando que todos comen la misma cantidad, pero por ejemplo un niño come diferente de un adulto. Tenemos que ir viendo porciones más moderadas, para hacer un mejor balance de nuestra dieta. Incorporar frutas y verduras es clave. Esas prácticas nos van a ayudar a reducir la presión que hacemos sobre el sistema alimentario.