Martin Scheuch - Sudaca.Pe

Jaime Baertl, el encubridor

El 25 de octubre de 2013 el P. Jean Pierre Teullet presentó una denuncia contra Luis Fernando Figari ante el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima, en la cual figuraban, además del denunciante principal, otros tres denunciantes que también eran agraviados. Aunque, a decir verdad, más que una denuncia era un pedido de investigación de la conducta de Luis Fernando Figari. No era la primera denuncia canónica que se hacía. Entre mayo y septiembre de 2011 habían ingresado al mismo tribunal tres denuncias por abusos sexuales cometidos por Figari, los cuales se relatan también en el libro “Mitad monjes, mitad soldados” bajo los seudónimos de Santiago, Juan y Lucas.

Lo peculiar de esta cuarta denuncia era que quien la presentaba era un sacerdote sodálite, el cual había decidido dar este paso tras infructuosas gestiones ante dos Superiores Generales sucesivos del Sodalicio de Vida Cristiana: Eduardo Regal (2011-2012) y Alessandro Moroni (2012-2018). El P. Teullet tampoco contaba con la aprobación de los miembros del Consejo Superior, mucho menos con la del P. Jaime Baertl, el único sodálite que como Asistente de Espiritualidad ha sido miembro del Consejo Superior ininterrumpidamente desde su creación hasta el año 2011, en que Figari deja el cargo de Superior General.

La petición del P. Teullet describía abusos de cariz sexual por parte de Figari, como haberles ordenado a tres jóvenes —entre ellos, Óscar Osterling— a desvestirse ante él hasta quedarse en calzoncillos, mientras eran filmados, y haberle ordenado a un joven que le haga masajes en el abdomen debido a una dolencia que sufría, incluyendo la zona pélvica al lado del del pene. El documento presentado, sin embargo, no se restringe a estos abusos, sino que incluye también interceptación de correspondencia ajena, además de abusos de poder y acción contra la integridad de las personas. Como adjuntos se incluyen comunicaciones por e-mail remitidas por el denunciante o destinadas a él.

Estas comunicaciones aparecen reseñadas en el informe preliminar (julio de 2019) de la Comisión Investigadora de Abusos Sexuales contra Menores de Edad en Organizaciones, del Congreso de la República del Perú, presidida por el congresista Alberto de Belaúnde, el cual tuvo acceso al texto de la denuncia. Del contenido de esos e-mails emerge la figura de una organización criminal cuyos responsables, habiendo tomado conocimiento de la gravedad de ciertos hechos que configurarían delito, decidieron darle largas al asunto o simplemente buscar la manera de encubrirlos, buscando impedir que fueran comunicados a las autoridades pertinentes. Lo cual fue el detonante para que el P. Teullet decidiera actuar por cuenta propia

Para entender estas comunicaciones es preciso remitirnos al pasado, cuando el 27 de octubre de 2007 el sodálite Daniel Murguía es detenido por la policía en una habitación del hotel Las Palmeras (centro de Lima) junto con un niño de la calle, un menor de 11 años al cual había obligado a desnudarse. Murguía fue expulsado ipso facto del Sodalicio y fue sometido a un régimen de prisión preventiva.

Patricia Murguía, hermana de Daniel, en un video grabado expresamente para la presentación del libro “Mitad monjes, mitad soldados” en octubre de 2015 en el Lugar de la Memoria, declara lo siguiente:

«A pesar de que de la boca para afuera no querían saber nada de Daniel, no dejaron de visitarlo, llamarlo e ir a verlo en la cárcel. Inclusive cuando salió de la prisión lo siguieron buscando, lo siguieron contactando».

Esto fue corroborado por el P. Jean Pierre Teullet, pues él mismo fue el encargado de visitar a Daniel en prisión:

«Figari se interesa muchísimo en el caso Murguía. Tanto así que apenas lo meten a la cárcel, me llama a mí a mi casa para decirme que yo vaya a atenderlo a la cárcel. ¿Por qué? Porque no quería mandar a Baertl, que era el hombre de confianza, porque tenía miedo que se expusiera en la cárcel. Entonces me mandó a mí y fui dos años donde Murguía…»

En una oportunidad Erwin Scheuch, en ese entonces una autoridad sodálite, le habría solicitado que le pregunte a Murguía por un tema muy específico. ¿Por qué ese tema? Erwin le habría revelado entonces que había hackeado las cuentas de correo electrónico de Patricia Murguía y Héctor Guillén, un oftalmólogo arequipeño cuyo hijo se hallaba entonces en las garras del Sodalicio. Así lo cuenta Teullet:

«…en una de las veces en que voy a la cárcel, él me dice: “Oye, Jean Pierre, ven mira. Quiero que averigües si la hermana de Murguía le ha dicho a Murguía estas cosas”. Entonces yo le digo: “Pucha, no sé, la verdad. Nunca hablamos de la hermana. Pero ¿por qué?” “No, mira”, y me pasa un papel, donde estaba el correo electrónico del señor Héctor Guillén con la hermana de Murguía. Yo miro y le digo: “Oye, ¿y esta cuestión?” “No, es que los hemos chuponeado a ellos y todos los correos nos llegan a nosotros”. Bueno, yo evidentemente no llego a preguntarle nada a Murguía. Me hago el loco con él. Y a la semana, dos semanas, tres semanas, me vuelve a presentar otro correo que tenía ahí. Me arrepiento de no… en ese tiempo no sé si había teléfonos con cámara de fotos o no, pero me arrepiento de no tenerlo acá».

En un e-mail del 20 de julio de 2009, el P. Jaime Baertl, entonces Asistente de Espiritualidad en el Consejo Superior, le admite al P. Teullet que los hechos son reales:

“No te los has inventado, han existido y son hechos reales que están mal de parte de Erwin. Erwin ha estado mal y no hay nada que hacer».

Pero inmediatamente aplica la estrategia que ha solido aplicar el Sodalicio con los posibles denunciantes y en la cual él era experto: la manipulación de la conciencia para generar sentimientos de culpa. Así pues, le dice lo que sigue al P. Teullet:

«Estos hechos han puesto también sobre el tapete que tú tienes algunos problemas de personalidad que ya los hemos hablado: rigidez de pensamiento, sentido justiciero de la realidad, obsesivo, sensibilidad extrema, etc. Todo esto es un enemigo que no podemos dejar a la espalda y que debemos tratar, pues ahora te está afectando y lo hará peor más adelante. Por eso te hablé de que debes trabajarlo con Liliana [Casuso, psicóloga y entonces integrante de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación]… Nosotros somos cristianos, sodálites, sacerdotes, y eso nos tiene que llevar necesariamente a saber perdonar y olvidar, a no ir contra la comunión, pues, como enseñan nuestras Constituciones, nosotros los sacerdotes tenemos que ser los hombres de la comunión y reconciliación. Tú tienes que tener la capacidad de pasar la página y, a pesar de que puedes tener razón en muchas cosas, saber perdonar de corazón y hacerlo de verdad».

Afortunadamente, el P. Teullet no se dejó doblegar. Casi tres años después vuelve a la carga, esta vez con todo lo que había averiguado sobre Figari, y el 10 de mayo de 2012 le comunica a Baertl lo siguiente sobre el caso en cuestión:

«Para algunos, las autoridades no lo han abordado como se debe para que explique las cosas malas que hizo. Creo que de allí parte todo. Entonces creo que lo que debo pedir antes que nada (pues lo demás se dará por su propio peso) es una investigación formal y oficial de LFF [Luis Fernando Figari] en materia sexual, de actos ilegales, y de maltrato y abuso. Para todo ello hay ejemplos y hermanos que están dispuestos a firmar. Creo por lo menos, eso veo, ir a la verdad para bien de todos: de la verdad, de la Iglesia y el SCV [Sodalitium Christianae Vitae]».

Baertl le responde el mismo día, replicando que mida «bien esto de “muchos hermanos”… ¿¿¿cuántos son muchos??? ¿¿¿qué significa disgustados???» Asimismo, le indica al respecto:

“Estas denuncias formales lo único que hacen es enrarecer el ambiente… no es así como creo que se sanan las heridas, sino con más caridad y reconciliando con cariño a todos… eso de que la verdad sana y nos hace libres es verdad, pero hay que discernir, pues también la verdad dicha en un mal momento o en tal o cual circunstancia puede hacer mucho daño y tú lo sabes bien. […] Lo de Erwin yo estoy seguro de que no estará en el próximo consejo (si está en éste, ya te dije que yo soy el culpable, pues fui yo el que lo sugerí). Así que la investigación hará explícito lo que ya se sabe: que trató mal a tal o cual, que dividió, que chuponeó y ya… nada nuevo…”

Esto explicaría por qué las autoridades del Sodalicio nunca presentaron ninguna denuncia canónica contra Luis Fernando Figari ni contra ninguno de los abusadores que formaron o forman parte de la institución. Eso explicaría también por qué cuando comencé a publicar mis textos de denuncia del Sodalicio en noviembre de 2012 a través de mi blog Las Líneas Torcidas, me enviaron a una persona que trató de convencernos a mí y a mi mujer de que yo sufría de una forma de autismo —el síndrome de Asperger—, por lo cual poseía una inteligencia social disminuida y no era consciente del daño que hacía a muchas personas con mis escritos.

Eso explicaría también por qué los Informes sobre Abusos y Respuesta en el Sodalicio de Vida Cristiana (febrero de 2017) de los tres expertos internacionales (Ian Elliott, Kathleen McChesney y Monica Applewhite) buscaron lavarle la cara a los principales responsables de encubrimiento, afirmando que respecto a la conducta abusiva de Figari «sólo un pequeño número de sodálites, por ejemplo, Doig, Regal, el P. Jaime Baertl, y algunos de los secretarios más cercanos a Figari, se sintieron empoderados para confrontarlo sobre su conducta». Y eso tal vez explique por qué el actual Superior General del Sodalicio, el colombiano José David Correa, quien nunca ha salido públicamente a dar la cara como representante de la institución y tampoco ha accedido a dialogar con ninguna de las víctimas, parece una marioneta donde son otros los que jalan los hilos. Entre ellos probablemente el P. Jaime Baertl, quien sería actualmente el poder en la sombra, el titiritero en ese grand guignol de ilusiones que es el Sodalicio.

 

 

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