Jorge-Luis-Tineo

Beastie Boys: Mucho más que rap

"A una década del fallecimiento de Adam Yauch, la plataforma de streaming Apple TV+ incluyó en su programación The Beastie Boys Story, la presentación que hicieran los dos miembros restantes del trío neoyorquino durante el 2019..."

A una década del lamentable fallecimiento de Adam Yauch, la plataforma de streaming Apple TV+ incluyó en su programación The Beastie Boys Story, la presentación que hicieran los dos miembros restantes del trío neoyorquino en dos fechas durante el 2019 para contar, en estilo “stand-up comedy” la historia de esta banda, una de las más queridas y respetadas por su autenticidad y sentido de la diversión musicalizada. La puesta en escena, basada en el libro del mismo nombre que publicaron ambos, cubre toda su carrera en un recorrido personal de naturaleza íntima, divertida y sensible. Aunque a veces exageraron en el uso de lo ridículo, los B-Boys nunca abandonaron su identidad, armando un cuerpo de trabajo cuya principal característica es la diversidad y un afán inagotable por siempre superarse a sí mismos.

Michael Diamond, Adam Horovitz y Adam Yauch se conocen desde la más temprana adolescencia, cuando decidieron armar una banda de hardcore punk que pudiera insertarse en la escena subterránea de Brooklyn, imitando a sus admirados Bad Brains. En realidad, fueron Diamond y Yauch los iniciadores de esta saga. En 1981, ambos formaron un cuarteto llamado The Young Aborigins, con sus amigos John Barry y Kate Schellenbach. Estamos hablando de muchachos que apenas llegaban a los 16 años, llenos de ganas de divertirse, juntarse entre pares y escapar de la escuela. 

Cuando Barry, guitarrista del grupo, se fue, su lugar fue ocupado por Horovitz, otro amigo del barrio que andaba siempre por ahí, con su propia banda, The Young and The Useless. En ese tiempo tocaban un caótico punk hardcore, género que siguieron cultivando incluso en sus años de gloria como los jefes blancos de rap. Corría 1983-1984 y mientras la hermandad entre Mike y los Adam se hacía más y más fuerte, la baterista Kate fue quedando relegada de las actividades grupales hasta ser, eventualmente, despedida de muy mala manera debido a la inmadurez de la que todos padecían entonces. Schellenbach labró su propio camino musical como activista de la comunidad LGTBI y baterista de Luscious Jackson, banda de segunda línea de la asonada “alternativa” de los noventa. 

En esos años, ya como Beastie Boys, conocieron a un personaje que sería fundamental para su despegue artístico, un productor que buscaba también abrirse camino entre el rap y el R&B. Su nombre, Rick Rubin. Un par de años mayor que ellos, Rubin los introdujo al heavy metal y el hip-hop, una escena que ya interesaba mucho a los tres amigos, quienes incluso habían adoptado unos alias ideales para la creación de sus primeras rimas. Así, Adam Yauch se convirtió en “MCA”, Michael Diamond en “Mike D”, y Adam Horovitz en “Ad-Rock”, inspirados en Run DMC, uno de sus grupos favoritos. 

Rubin contrató en 1985 al trío para su naciente sello Def Jam Recordings, que acababa de fundar con el financista Russell Simmons. Ambos diseñaron una intensa campaña publicitaria, basada en el escándalo y la actitud premeditadamente exagerada y machista de los Beastie Boys, para convertirlos en un éxito instantáneo, aprovechando el auge de la cadena MTV, lo cual se concretó con el álbum debut Licensed to ill (1986), que tuvo varios singles como No sleep ‘til Brooklyn, Brass monkey y (You gotta) Fight for your right (To party!). Su fama de desordenados, misóginos y agresivos les granjeó muchas ventas y titulares pero, al mismo tiempo, acusaciones de ser una banda prefabricada y deshonesta. Luego de varias accidentadas giras con leyendas del rap como Kurtis Blow o Run DMC y hasta un contrato para ser teloneros de Madonna, los muchachos decidieron terminar la sociedad con Rick Rubin, a pesar de quedarse solos en medio de tantas críticas. Mientras que el barbudo continuó su camino hasta convertirse en uno de los productores más respetados y exitosos, un estatus que ostenta hasta hoy, los Beastie Boys iniciaron una tortuosa ruta de constantes reinvenciones que, poco a poco, fue haciéndolos recuperar la confianza en sí mismos como músicos y como amigos.

Todo esto es contado por Mike D y Ad-Rock con extremada soltura y naturalidad, haciendo de esta presentación teatral lo más cercano a un concierto de Beastie Boys, algo imposible en la actualidad pues tras la muerte de Yauch, los dos restantes anunciaron que nunca más harían música bajo ese nombre. En medio de las anécdotas en las que se cruzan fuertes dosis de humor negro, reflexiones durante las giras y varios excesos, ambos Beasties interactúan con la voz en off de Spike Jonze, director de varios de sus videoclips más famosos y, a la sazón, director también de The Beastie Boys Story, lo cual aporta más a esa sensación de familiaridad que siempre fue una de las principales características de todo lo relacionado al grupo.

Tres años después de Licensed to ill, en 1989, los Beastie Boys lanzaron Paul’s Boutique, bajo la escudería de Capitol Records, casa discográfica con la que trabajaron hasta su última producción, Hot Sauce Committee Part Two (2011). Aunque Ad-Rock y Mike D se expresan en términos bastante críticos respecto de este segundo álbum, muchos coinciden en que se trata de una obra maestra, determinante para la evolución del hip-hop y la técnica del “sampleo” -término castellanizado proveniente del inglés “sampler”, que refiere al uso de retazos sonoros, muestras de una multiplicidad de fuentes que se integran a ritmos pregrabados, sobre los cuales los raperos montan sus rimas.

Destacados músicos contemporáneos que crecieron escuchando este disco, como el baterista de The Roots, Questlove, considera que este LP “cambió su vida y su forma de entender la música”. Basta escuchar canciones como Hey ladies, The sounds of science, Shake your rump, Looking down the barrel of a gun o el collage B-Boy Bouillabaissecon sampleos que van de James Brown y Jimi Hendrix a Led Zeppelin, Sweet y los Beatles, entre muchísimos otros- para entender la dimensión del trabajo que en los estudios desarrollaron los Beastie Boys con su equipo de productores, el brasileño Mario Caldato Jr. y el dúo de conformado por Michael «E.Z.» Simpson y John «Gizmo» King, The Dust Brothers, habituales colaboradores de Beck, estrella del pop-rock experimental durante los años noventa. En esa década, los Beastie Boys abrieron las puertas de su creatividad para despegarse de todo encasillamiento y demostraron que podían hacer lo que querían sin comprometer su credibilidad artística. Sin dejar de presentarse esencialmente como un trío de rap, desempolvaron sus instrumentos para grabar sus propias bases rítmicas y así no depender únicamente de los sampleos, modificando el género urbano para siempre.

Pero, además de eso, comenzaron a escribir en una multiplicidad de estilos, algunos de ellos opuestos entre sí. Todo comenzó con Check your head (1992), un álbum en que además de temas rapeados –So what’cha want, Pass the mic o Finger lickin’ good contiene fusiones como Jimmy James o Funky boss que recuerdan un poco a los Red Hot Chili Peppers; hardcore en Time for livin’, hard-rock alternativo en Gratitude -con un videoclip que homenajea a la clásica película de Pink Floyd, Live at Pompeii (1972)- y varias composiciones en que juegan libremente con la densidad del acid-jazz y el funk instrumental, como Live at P.J.’s, Pow, Groove Holmes, In 3’s y Namasté.

Este eclecticismo musical puso a los Beastie Boys en otro nivel de aceptación, llegando a públicos que trascendían las limitaciones del rap y el hip-hop. Temas como Something’s got to give ingresan a terrenos del trip-hop y la experimentación electrónica, al estilo de colectivos como Portishead o Massive Attack. Además de la excelente base instrumental de Adam “MCA” Yauch (voz, bajos, contrabajos), Michael “Mike D” Diamond (voz, batería, percusiones) y Adam “Ad-Rock” Horovitz (voz, guitarras), se unieron a la banda Mark Ramos “Money Mark” Nishita (teclados, programaciones) y un variado elenco de percusionistas, siempre bajo la producción de Mario Caldato Jr. Este disco integra los sampleos y ritmos predeterminados con sonidos más orgánicos de clavinets, Hammonds, congas, contrabajos y campanas, haciendo de su escucha una experiencia sensorial muy diversa.

La experimentación, uso de samplers y cruce de estilos continuó en el siguiente disco, Ill communication (1994), del que destacan piezas como Sure shot, Get it together, Root down y, especialmente, Sabotage, tema en que nuevamente se introducen en el hard-rock y un video en que recrean la atmósfera de las series policiales de los años setenta. En paralelo, siguieron explorando con fusiones orientadas hacia el jazz, con canciones como Sabrosa y Eugene’s lament, que luego recogieron en el recopilatorio The in sound from way out! (1995). En paralelo, siguieron dándole al punk en Tough guy y Heart attack man, para luego reunir sus incursiones en este género de música extrema en los EP Same old bullshit (1994) y Aglio e olio (1995), que recogen grabaciones muy antiguas –Egg raid on mojo y nuevos temas como I want some y Soba violence. La trilogía noventera se cierra con el disco Hello nasty (1998), en el que se incorpora el DJ Master Mike, desde entonces una pieza angular del sonido del grupo. De este disco salieron clásicos como Three MC’s and one DJ, Remote control, Intergalactic, Body movin y dos instrumentales, Song for the man y Song for Junior, influenciados por  la música surf y el rock latino de los años sesenta.

Lo que hizo especiales a los Beastie Boys, en una década de reformulación de géneros y gustos musicales, fue su capacidad para dos cosas. Por un lado, para madurar y pasar de ser un trío irrespetuoso y hedonista, a lanzar rimas contra la discriminación y la homofobia, como en Alive, uno de los estrenos incluidos en un amplio recopilatorio, The sounds of science (1999). Y, por el otro, para reinventarse musicalmente todo el tiempo, pasando del hip hop más elemental a la compleja elaboración de sus propios fondos musicales, del funk al hardcore punk, del hard-rock guitarrero a las mezclas electrónicas, sin perder la originalidad, el sarcasmo y actitud relajada de sus inicios. Yauch, practicante del budismo, introdujo al grupo a actividades benéficas como la organización del primer concierto por la liberación del Tibet, en 1996, actividad que se realizó hasta el 2012, año de su muerte. Luego de un retorno al rap con el álbum To the 5 boroughs (2004), la banda volvió a sorprender con The mix-up, un nuevo disco de funk y soul-jazz, que incluso recibió un Grammy en la categoría de Mejor Álbum Pop Instrumental.

The Beastie Boys Story permite reconectarnos con este grupo y sus peripecias para subsistir a las presiones de ser una estrella de rock, en sus propias palabras, superando excesos, traiciones y errores poniendo por encima de todo la amistad, la necesidad de crecer como seres humanos y el amor por la música.

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