“El pequeño Jesús, quien perdió a su madre hace 26 días por COVID-19, se encuentra bajo el cuidado de un albergue. Un coágulo en el cerebro lo tiene al borde de la muerte, por lo que piden ayuda para conseguir un dispositivo de S/ 5.000 lo más pronto posible. El Hogar Mantaro de la Congregación Hijas de María Auxiliadora hace un llamado a la comunidad para conseguir de manera inmediata un kit cerebral que permitirá salvarle la vida a uno de los niños que tienen a su cuidado.
Se trata del pequeño Jesús, de 4 años de edad, quien ha sido diagnosticado con un coágulo en el cerebro. En estos momentos él permanece en una cama de cuidados especiales ubicada dentro del albergue, pero necesita ser intervenido quirúrgicamente con urgencia, pues la ruptura del coágulo puede darse en cualquier momento, lo que significaría su muerte inminente”.
Me tomo la licencia de citar in extenso una nota publicada por el diario La República porque llama a la sublevación moral ver que la salud pública es una calamidad sin nombre, que explica sobradamente la anomia cívica que se extiende en el país entre los sectores populares.
Sin una salud pública eficiente y de calidad, ecualizadora de las desigualdades sociales, no seremos viables como República. En este caso en particular, el Minsa está obligado a tomar cartas en el asunto y actuar para resolver el problema. No se debería necesitar la caridad. Es una obligación del Estado brindar una salud pública como derecho consagrado. Ojalá el ministro Ceballos actúe de inmediato.
Está pocos días en el poder la administración de Castillo, pero si algo se espera, más allá de sus devaneos ideológicos y su incapacidad de liderazgo, es que al menos en salud y educación marque la diferencia respecto de gestiones precedentes que hicieron poco o nada al respecto.
Se debe construir un sistema único de salud pública. EsSalud debería ser disuelto y pasar al Minsa, sus aportes sumarse a la remuneración mensual de los trabajadores (y pronto ojalá ocurra lo mismo con los aportes a la ONP y a las AFP, haciendo voluntario el sistema) y para ello se necesita que se produzca un incremento presupuestal significativo para atender la necesidad de construir ese sistema.
En el proyecto de presupuesto para el 2022 hay un incremento del 6% para el sector Salud respecto del pliego del año en curso. Es muy poco y debiera revisarse. La viabilidad del país y el debilitamiento de opciones antiestablishment pasa por edificar una educación y una salud públicas de primer orden. El caso que da pie a esta columna no hace si no revelar cuán lejos estamos de alcanzar ese objetivo.