Camila Vidal

Hacer cine desde el amor que te revoluciona por dentro: entrevista a Andrea Hoyos y su película Autoerótica

"Autoerótica, ópera prima dirigida y escrita por Andrea Hoyos, llega a la competencia oficial de ficción del 25 Festival de Cine de Lima junto a otras 33 películas latinoamericanas en competencia".

Andrea, a sus 23 años, fue ganadora del premio DAFO de producción otorgado por el Ministerio de Cultura en el 2018, convirtiéndose, quizás, en la cineasta más joven en recibir este premio. Las entradas de Autoerótica se consiguen a partir del 11 de agosto a través de la página oficial del festival, que se llevará a cabo por segundo año de manera virtual.

Andrea se manifiesta en sus redes sobre la película: “Nunca nos olvidemos de crear en colectivo, de que no basta con ver personas LGBTIQ+ en las pantallas; También hay que tenerlas creando detrás de las cámaras. Existiendo y teniendo una voz.”

A partir de esta frase empezó una enriquecedora conversación sobre el proceso de creación de la película y los temas que se visibilizan en ella. Autoerótica tiene una mirada más horizontal, de amistad, de deconstrucción y redescubrimiento durante un verano.

¿Cómo está plasmada la mirada en Autoerótica?

De hecho, tiene que ver con el momento en el que yo empiezo a proponer cómo es que vamos a hacer para que se consolide el equipo, entonces se empieza a pensar mucho más desde el momento en el que estamos creando que realmente lo que ha salido en la historia. Empieza a ser una mesa de trabajo que en algún momento se piensa como conformada por cabezas de área que sean solo mujeres y a partir de ahí que ellas vayan viendo con quienes querían trabajar. En el camino, la película fue creciendo y me fui dando cuenta que mi mirada iba más allá de eso y pensaba en no solamente las mujeres sino también en las personas LGBTIQ+ y en como me importaba que el proyecto esté enriquecido por esas miradas, que es un poco mi mirada de la vida, de las historias, del amor, del crecimiento, de la adolescencia, del autodescubrimiento y del despertar sexual. En Autoerótica lo que más se refleja es la amistad y como, cuando una es adolescente, es muy competitiva con las otras mujeres de su vida, hay celos, hay un montón de cosas de por medio con connotaciones negativas y creo que ha sido darle un resignificado a ese proceso adolescente y cómo la amistad y esas personas que te hacen crecer, te acompañan y tienen quizás algunas violencias similares que las atraviesan.

¿Autoerótica es el retrato de tu propia adolescencia?

En realidad, es la historia mía y de mis amigas. Yo no necesariamente soy el personaje de Bruna que es la protagonista, creo que soy todos en distintos momentos de mi vida. Para mi significa esas cosas que les han pasado a mis amigas, que me han pasado a mi, cosas en las que he estado y cosas que ellas han vivido a mi lado. Entonces es una película por y para ellas.

¿Quiénes son las protagonistas?

Cuando grabamos la película Rafaella Mey estaba por cumplir 18 y Micaela Céspedes tenía 21. Ambas interpretan a menores de edad, de 15 y 16 años respectivamente. No tenían esas edades cuando grabamos la película, pero si cuando nos conocimos. Ellas se conocieron a raíz de Autoerótica y de hecho en la historia ellas son vecinas y en la vida real también lo eran entonces a través de Autoerótica empezó una amistad muy bonita que tienen hasta este momento entre ellas y conmigo.

¿Cómo se trata el despertar sexual en la película?

El despertar sexual se trata desde el punto de vista de la protagonista, entonces es un despertar desde la rebeldía, desde el adolecer, desde el dolor, desde la búsqueda, pero siempre desde una manera bastante inocente porque la mirada de la película es adolescente. Entonces no es una mirada de la sexualidad que la juzgue, creo que es una película que acompaña su proceso.

¿Qué temas se visibilizan en la película y se dejan de criminalizar?

Lo que más está en la película es como nosotras a pesar de tener 15, 14, 16, 17 o la edad que tengamos tenemos el poder y el control sobre nuestros cuerpos, sobre qué hacemos, sobre cómo llevamos nuestra vida sexual, sobre las decisiones que tomamos, sobre como nos relacionamos. Creo que somos sujetos autónomos desde un momento muy temprano y que muchas veces se ha visto a la adolescencia con condescendencia y sobre todo a las mujeres y a las personas LGBTIQ+ cuando lo que debería existir es esa libertad del goce del cuerpo. En la película está la reivindicación de eso.

¿Consideras a Autoerótica como parte de un cine transfeminista o interseccional?

Diría que transfeminista e interseccional más por mi, pero en realidad creo que lo que se retrata en la película es un acercamiento a lo que puede ser el feminismo en ese momento porque como es una mirada tan adolescente, es algo que el personaje recién de está dando cuenta que existe. Recién se da cuenta que existe su madre, su amiga, que estas personas de su alrededor que ella antes creía que podían ser una competencia en realidad están ahí para ella, para ser un apoyo. Entonces, el feminismo podría ser más como principiante en ese momento porque es una adolescente que recién se da cuenta de eso.

¿Que el equipo, en su mayoría, esté conformado por mujeres, le aporta más coherencia al discurso y a la historia? 

Socialmente habíamos atravesado por cosas muy similares durante nuestra adolescencia y teníamos cuestionamientos muy parecidos sobre nuestra sexualidad. Entonces las conversaciones siempre partieron desde ahí, desde nuestras experiencias de vida, desde cómo contamos un poco de tu historia en la historia. Por eso Autoerótica es de todas, ahora yo la siento así, tiene un poquito de cada una. Cada persona del equipo sentía la adolescencia desde un lugar distinto, inclusive desde la maternidad como en el caso de Micaela Cajahuaringa, directora de fotografía, que su hija se encontraba en plena adolescencia también.

¿Cambió mucho el guion desde su creación hasta después del rodaje?

Rafaella y Micaela no venían de una formación actoral tradicional, sino que todo fue construido mediante los ensayos, sus propias búsquedas, sus propias referencias y otras que yo les iba dando, pero al no ser actrices con formación había muchas formas en las que trabajábamos que hacían que el guion vaya cambiando. Si había momentos en los que ellas a la cuarta toma se cansaban y había que cambiar las cosas, porque no es como alguien que se está aprendiendo todo el tiempo el texto y lo repite y repite, sino acá había tanta honestidad de por medio que, si teníamos que ir variando algunas cosas, incluso momentos en los que se aburrían y la mejor opción era meter un chiste al momento. También lo mismo por cómo se desplazaban en el espacio, se mueven con mucha más libertad que era muy difícil marcarlas. Entonces muchas cosas han ido transformándose desde que empezó la película hasta este momento y que creo que va a seguir sucediendo conforme la gente la mire y la interprete.

¿Y el proceso de postproducción fue complicado?

Justo es como mi frustración en este momento y supongo que seguirá siendo así y ya me acostumbraré y podré vivir con ella. Pero yo cuando he grabado Autoerótica estaba por cumplir 24 años o acababa de cumplirlos entonces esos 2 años siento que todos mis 20s han significado un gran cambio, he ido aprendiendo cosas, me han ido sucediendo otras y he ido entendiendo de formas distintas episodios de mi vida y definitivamente en 2 años he cambiado un montón. Entonces yo veo la película y algunas cosas digo, “esto lo haría de una manera diferente”, pero creo que esa inocencia mía al acercarme al cine desde ese lugar es una inocencia que acompaña al personaje entonces ahí estuvimos conectadas. Por suerte trabajé Irene Cajias, montajista boliviana, que me acompañó durante el proceso de edición como una amiga. Significó un sostén durante este proceso de la película que para mi era: “He cambiado un montón”. No sé qué sería ahora de mi ni como estaría yo en este momento antes de estrenar la película si mi equipo no me escribiera casi todos los días. Autoerótica es de todas nosotras.

¿Cómo participa la cámara en la película?

Cuando recién lo planteamos decidimos que la cámara también fuera adolescente. Una cámara adolescente obviamente es mucho más curiosa, se está moviendo, te acompaña, a veces se acerca, a veces se aleja, depende de lo que le esté pasando. Ahora la siento más como una cámara amiga, como cómplice. Acompaña los sucesos y también se calla, pero al final sabe todo. Está siempre presente con la protagonista. Es un poco ella y su amiga, como alguien que la está acompañando.

¿Cómo ves a la mujer en el cine en Perú?

Yo creo que el problema está en la representación que tenemos y creo que es un problema que no se resuelve hoy y que posiblemente no se vaya a resolver en mucho tiempo. Creo que debemos tener en las escuelas de cine y en las universidades en donde se enseña la carrera de comunicaciones, docentes que sean diversos para que nos acompañen en el proceso de creación de nuestras historias. Si tenemos siempre a los mismos docentes posiblemente vamos a seguir reproduciendo lo mismo. Creo que es importante también analizar qué películas están en cartelera y qué tenemos de referencia. Usualmente las películas peruanas ponen a la mujer en el mismo lugar y parte desde una mirada más ajena de lo que es mundo de esta mujer. Entonces creo que si hay una necesidad de poder contar de forma diversa qué es la adolescencia, qué es llegar a la maternidad, qué es ser mujer en este país que es algo súper complejo de contar y que creo que Autoerótica habla de qué fue para mi ser mujer en ese momento, pero nada más. Habrá algunas personas que se identifiquen y otras que no porque venimos de distintos contextos y de un país tan desigual y diferente. Las adolescencias son totalmente distintas. Entonces lo que necesitamos es esa diversificación de voces, contar historias desde diferentes lugares.

¿Qué se viene para Autoerótica y para Andrea?

No hay mucha información sobre la película, pero hemos venido hablando y llegando a las personas. El 12 de agosto ya viene la venta regular de entradas y para Autoerótica empieza un recorrido que parte por que se vea en territorio peruano que me parece lo más importante, que se conversé aquí y empiecen a pasar cosas. Luego, mandar Autoerótica a otros lugares y esperar que el estreno comercial sea a inicios del próximo año ya que las salas de cine se están abriendo, igual con una capacidad limitada, pero si viendo el posible estreno. Si quisiera que en algún momento haya un recorrido interno por distintos lugares del Perú y llevar la película para poderla proyectar, conversar y ver qué sucede, qué conversación se abre. Yo en este momento estoy pensando mucho en la película, viviendo lo que toca, conectándome con la historia. Además, soy docente, entonces busco la forma de trasladar todo esto que me está pasando a mis alumnos.

¿Qué experiencia o lección de vida te llevas de los días de rodaje de Autoerótica?  

Muchas veces llegábamos de situaciones distintas de la vida que nos pasaban o en la calle, o con nuestras parejas o familias, y como fue un espacio para poder llegar al set y conversarlo. Tengo una imagen que había olvidado, mía, de Rafaella y Micaela que son las dos protagonistas y amigas de la película. No habíamos tenido un buen día y me acuerdo de estar llorando y de que, si se tenía que atrasar el rodaje, bueno que se retrase. Había como una prioridad de que nosotras estemos bien y creo que eso es importante, cuidarnos. Eso es un mensaje con el que me quedo, el cuidado que hay que tener dentro de los sets de rodaje. Sobretodo también pienso en un contexto como el del cine peruano donde ha habido tantas denuncias por acoso laboral que justo se han destapado en el último año. Creo que hay que hacer cine cuidándonos, entendiendo que se necesita un espacio seguro. Finalmente es más importante la persona que el proyecto. Lo que más agradezco son las amigas que Autoerótica me dio, no la película que me ha dado. Quiero mucho a la película, pero más a mis amigas.

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Andrea Hoyos, Autoerótica

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