Martin Scheuch

El tremendo cardenal Woelki

"La pregunta que queda pendiente es cuánto habrá tenido que pagar el cardenal Woelki a los abogados que lo libraron de este proceso judicial. Pero que no lo libran del escándalo que sigue representando ante los fieles católicos de su arquidiócesis y de toda Alemania."

El 23 de septiembre de este año WDR (Westdeutsche Rundfunk), cadena de radio y televisión pública del estado federado Renania del Norte-Westfalia (Alemania), publicó una primicia. El cardenal Rainer Maria Woelki (nacido en 1956), arzobispo de Colonia, había encubierto —ya sea intencionalmente o por negligencia— los abusos de un notable párroco abusador sexual, nada menos que el vicedeán de la ciudad de Düsseldorf, localidad que se halla bajo la jurisdicción de la arquidiócesis de Colonia.

En una carta de otoño del 2018 enviada por el mismo Woelki al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, a la cual han tenido acceso los periodistas de WDR, Woelki detalla meticulosamente varios abusos sexuales cometidos por el párroco Michael D. en perjuicio de jóvenes a su cargo. Por ejemplo, habría organizado visitas al sauna —donde es costumbre que todos los visitantes estén completamente desnudos— con jóvenes acólitos menores de edad y luego les habría invitado bebidas alcohólicas. Después habrían visto juntos películas pornográficas. A un joven de 19 años de edad, a quien llevó a su vivienda, le habría mostrado —contra la voluntad del mencionado— filmes porno y se habría masturbado en su presencia. Recién a las cuatro de la madrugada el joven habría logrado escapar de la vivienda del eclesiástico.

En esta carta Woelki escribe al final: «Su Eminencia, le pido cordialmente instrucciones sobre si es necesario tomar medidas en esta causa y cuáles. Unido con Ud. en Cristo». No se sabe si el cardenal Ladaria respondió a la carta, o si habría dado alguna recomendación. Sea como sea, el vicedeán D. recién fue suspendido de todas sus obligaciones tres años después, lo cual resulta escandaloso e inadmisible. Tan tardía como la reacción del cardenal Woelki fue la denuncia presentada ante la fiscalía de Düsseldorf.

Según el especiaista en derecho canónico Bernhad Anuth, catedrático de la Universidad de Tubinga, en paralelo a la información enviada a Roma debía haberse informado a las autoridades civiles que persiguen el delito. Éstas son las líneas directrices que había establecido la Conferencia Episcopal Alemana. Woelki omitió dar este paso, no obstante que los hechos que describe configuran delitos evidentes.

En relación a este caso, un abogado denunció penalmente a Woelki ante la fiscalía de Colonia por falsa declaración bajo juramento. Si bien Woelki declaró que en 2017 no tenía conocimiento del acta personal del párroco de Düsseldorf, el abogado duda de que esto sea cierto, pues el 4 de septiembre de 2015 el susodicho clérigo fue citado por el encargado de la Oficina de Intervenciones del arzobispado para una audiencia. En la carta que le fue remitida dice que se le cita a audiencia «por indicación de nuestro arzobispo, el cardenal Woelki». En su descargo, el arzobispado respondió que se trata sólo de rumores. Sería falso que Woelki haya estado informado en el año 2015 sobre las faltas del párroco. Y en el año 2018 solo habría informado a Roma sobre hechos de los cuales hasta ese momento no había pruebas.

Esta actitud indolente e indiferente no la habría mantenido Woelki cuando durante el retiro espiritual de los canónigos en Colonia efectuado este año algunos participantes le habrían mostrado copia de la carta que él mismo había redactado y, según cuentan, el cardenal habría abandonado la habitación con la cara enrojecida. Aparentemente nunca había entrado en sus cálculos que otros, a excepción de él, tuvieran conocimiento de ese escrito.

No es ésta la única denuncia ante la justicia civil hecha contra el cardenal Woelki. Tres sacerdotes católicos han presentado también una denuncia por falsa declaración bajo juramento, entre ellos el P. Wolfgang F. Rothe de Múnich, quien declaró al diario Westfalenpost que ya no creía que la Iglesia católica pudiera esclarecer por sus propias fuerzas los delitos de abusos. «Tengo la necesidad de hacer algo en contra de que los sacerdotes sean puestos bajo sospecha general, y quiero expresar esto con mis denuncias».

Esta denuncia en concreto hace referencia al caso del ya fallecido sacerdote Winfried Pilz (1940-2018), quien fue entre los años 2000 y 2010 presidente de la Obra Misional de Niños (Kindermissionswerk) con sede en Aquisgrán, organizadora de la mayor colecta de la Iglesia católica realizada por niños disfrazados de Reyes Magos durante la Epifanía, generalmente a beneficio de obras humanitarias en países del Tercer Mundo. También compuso canciones religiosas que se siguen cantando durante las celebraciones litúrgicas católicas en toda Alemania.

El 29 de junio de este año el arzobispado de Colonia dio a conocer públicamente que había acusaciones de abusos en contra del clérigo. Pilz habría abusado sexualmente en dos ocasiones de un joven adulto (nacido en 1956) en situación vulnerable, en la época en que fue rector de un centro de formación juvenil entre 1972 y 1989. En 1988 la víctima habría hablado sobre los abusos sufridos con un obispo auxiliar de la arquidiócesis y habría señalado que habría otras víctimas. Parece que esto no tuvo ninguna consecuencia. Porque según el arzobispado de Colonia, recién en el año 2012 se habría tomado conocimiento de la acusación, y tras la debida investigación y corroboración, el arzobispo de entonces, el cardenal Joachim Meisner, recién en el año 2014 le impartió a Pilz una amonestación, le impuso una multa y le prohibió cualquier contacto con menores de edad. La denuncia ante la fiscalía se hizo en el año 2018 y fue archivada por prescripción del delito. En el año 2021, tras la muerte del abusador, se habría tenido indicios de que había más víctimas.

Por supuesto, la víctima no sabía nada al respecto y tomó contacto con el arzobispado en el invierno de este año. Woelki declaró bajo juramento que recién había tomado conocimiento del caso durante la cuarta semana de junio. Sin embargo, el 6 de mayo la directora de la oficina arquidiocesana le había enviado a la víctima una invitación para una conversación con el cardenal, donde decía textualmente: «El cardenal me ha pedido…» Éste es el argumento principal en la denuncia de los tres sacerdotes que acusaron a Woelki del delito de mentir bajo juramento.

Pero todas estas cosas son solamente la cereza de la torta, pues desde hace tiempo el cardenal Woelki está en el ojo de la tormenta y la mayoría de los católicos de Colonia, incluidos sacerdotes, agentes pastorales y trabajadores de la arquidiócesis, han manifestado su descontento y exigen su renuncia.

Entre las perlas cardenalicias de Woelki que han causado malestar está la decisión expresada el 30 de octubre de 2020 de no hacer público el informe independiente sobre abusos sexuales en la arquidiócesis encargado al bufete de abogados Westphal Spiker Wastl de Múnich, aduciendo graves fallas metodológicas, encargando un nuevo informe a los abogados penalistas Kerstin Stirner y Björn Gercke, que fue presentado el 18 de marzo de 2021, y donde no se encontró ninguna responsabilidad en el arzobispo Woelki de haber encubierto abusos, a diferencia de los informes de otras diócesis alemanas, donde sí se determinó responsabilidad de parte de los obispos a cargo.

Los dos informes costaron en total 1.27 millones de euros, y si a eso se suma lo desembolsado por la arquidiócesis en abogados especializados en derecho de medios y consultorías de comunicación y relaciones públicas, se llega a la suma de 2.8 millones de euros. Mientras tanto, a las víctimas de abusos se les ha pagado desde el año 2010 en concepto de reconocimiento del sufrimiento padecido apenas 1.5 millones de euros.

Se sabe también que entre los años 2015 y 2016, por orden de Woelki, el arzobispado asumió las deudas de juego de un eclesiástico, que ascendían a la suma de 1.15 millones de euros. El dinero se tomó de un fondo arquidiocesano para necesidades especiales, que también sirve para pagar las reparaciones de las víctimas de abusos, ninguna de las cuales ha sido beneficiada con el monto concedido al afortunado clérigo.

Woelki, además, desde una postura conservadora, ha sido muy crítico del Camino Sinodal, el proceso de reforma que ha emprendido la Iglesia católica en Alemania y que se encontraría ahora en un callejón sin salida, ahogando así las esperanzas de tantos católicos alemanes que quisieran una Iglesia más cercana a las inquietudes y preocupaciones de los mortales comunes y corrientes.

¿Es el cardenal Woelki un caso trágicamente excepcional dentro de la Iglesia católica? Ocurre frecuentemente que cada vez que se investiga a un obispo católico, aparecen turbiedades e inconductas difícilmente conciliables con las enseñanzas del Jesús de los Evangelios. Porque la crisis de la Iglesia católica no enraíza en las personas, sino en un sistema que propicia que ocurran estos escándalos y donde la mayoría de los miembros de la jerarquía eclesiástica parecen cortados en el mismo molde, aunque haya excepciones.

Mientras tanto, la fiscalía de Colonia ha decidido archivar la denuncia hecha por los tres sacerdotes, aduciendo que las expresiones que dan a entender que el cardenal Woelki sabía previamente del caso son usuales en la correspondencia burocrática y que no son prueba de que efectivamente tuviera conocimiento al respecto y, por lo tanto, no hay sustento suficiente para afirmar que ha mentido. La pregunta que queda pendiente es cuánto habrá tenido que pagar el cardenal Woelki a los abogados que lo libraron de este proceso judicial. Pero que no lo libran del escándalo que sigue representando ante los fieles católicos de su arquidiócesis y de toda Alemania.

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