GIANCARLA DI LAURA

Lo que Belli se llevó

“Revelan asimismo un afán innovador que no pierde la mirada sobre la tradición, constituyéndose así como un corpus pionero de lo que hoy se entiende como poesía neobarroca, si bien la etiqueta no explica del todo algunos rasgos humanistas y comunicativos de su escritura.”

Increíble que hayan pasado ya tres semanas desde el 10 de agosto, día de la muerte de Carlos Germán Belli (Lima, 1927-2024), figura fundamental de la tradición latinoamericana y una de las voces más altas de la Generación peruana del 50. 

 

En su poesía Carlos Germán Belli muestra múltiples vertientes de la literatura occidental. La crítica ha destacado su refinado manejo de las formas y estrofas tradicionales, provenientes sobre todo del Siglo de Oro español, pero con un uso abierto de coloquialismos peruanos, discretos toques surrealistas y una visión aguda y crítica de la sociedad moderna. Los múltiples libros de Belli, desde Poemas (1958), Dentro & fuera (1960), Oh Hada Cibernética (1961), El pie sobre el cuello (1967), Sextinas y otros poemas (1970), En alabanza al bolo alimenticio (1979) y varios más son hoy ya clásicos de la poesía en español y constituyen un elocuente testimonio del hombre contemporáneo frente a las fuerzas de la opresión económica y social. Revelan asimismo un afán innovador que no pierde la mirada sobre la tradición, constituyéndose así como un corpus pionero de lo que hoy se entiende como poesía neobarroca, si bien la etiqueta no explica del todo algunos rasgos humanistas y comunicativos de su escritura. 

 

Recibió el Premio Nacional de Poesía en 1962, la Beca Guggenheim en dos ocasiones (1969 y 1987), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (Chile) el 2006, el Premio Casa de las Américas de Poesía José Lezama Lima (Cuba) el 2009 por El alternado paso de los hados, una Distinción de la Casa de la Literatura Peruana (2011) y la Medalla al Mérito Ciudadano de la Presidencia del Consejo de Ministros del Perú (2016). También fue candidato al Premio Nobel de Literatura el 2007. Carlos Germán Belli fue nieto del arqueólogo piamontés Carlos Belli Core (Biella, 1857-Ica, 1926), que se afincó en el Perú desde los 22 años y se dedicó a la investigación de la cultura Nazca. Hoy su nombre distingue a uno de los museos arqueológicos de la zona.

 

Sobre sus inicios, cabe decir que en los años 50 la sombra de Vallejo había motivado a las jóvenes generaciones a elegir entre dos estilos poéticos diferentes. Por un lado, el ideal social y político del difunto Vallejo influyó entonces en un sector de la nueva poesía y se convirtió en compañero de lucha por una mayor justicia social. Por otro lado, algunos de los nuevos poetas prefirieron sumergirse en una tradición más órfica y simbolista, sin referirse al contexto histórico inmediato. Belli supo superar ambos extremos y buscó tanto la complejidad de la forma como el uso de prestigiosas tradiciones literarias en cuanto a la expresión de un malestar social y denuncia de la opresión política. En ese sentido, es y siempre fue un poeta inclasificable.

 

Pero, ¿cuál es la naturaleza de tan difícil combinación? ¿La poesía tiene que ver con el ritmo o importa más por su responsabilidad hacia la sociedad? Belli ha demostrado una y otra vez que la poesía puede ser tanto una renovación y enriquecimiento del lenguaje como una protesta contra las desigualdades. Vemos en sus escritos un uso virtuoso de los ritmos del Siglo de Oro español, de la sátira corrosiva de Quevedo, de los tópicos de la literatura pastoril, y también de la vanguardia y la retorcida jerga coloquial limeña. Vemos asimismo que esos recursos están al servicio de una voz que desafía el orden establecido y las fuerzas que atentan contra la felicidad humana. 

 

Sin embargo, no se crea que la poesía de Belli trata solo de temas sociales. De hecho, el tema del amor y la construcción de un sujeto múltiple también aparecen como algunos de sus grandes rasgos. Belli ha dedicado algunos de sus poemas más notables al amor. Y sin embargo, al construir una voz poética que asume diferentes códigos y tiempos, va más allá de los criterios convencionales sobre la unidad del sujeto poético. Encontramos en Belli una constante fractura de la voz poética que cuestiona las convenciones tradicionales sobre el poeta como eje de síntesis de una cultura en un momento dado. Belli, por el contrario, expone las contradicciones del mundo contemporáneo y reinventa la literatura desde un espacio de marginalidad y decepción.

 

Se nos ha ido una figura extraordinaria de las letras peruanas. Difícilmente habrá otro poeta de sus kilates en mucho tiempo. Nos deja un legado de libros importantísimos, pero por otro lado se lleva la posibilidad de seguir escribiendo y por lo tanto de abrir nuevos caminos de expresión sobre nuestros problemas actuales.

 

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