Liz Meléndez

Esperemos un mejor 2025

“Lo cierto es que el 2024 nos mostró que tenemos una clase política podrida, a tal nivel que se empieza a destapar una red de explotación sexual en el mismo Congreso; y, la primera autoridad del país realmente no ha hecho nada para favorecer los derechos de las mujeres y niñas, más allá de ofrecer pena de muerte con gran irresponsabilidad, no ha fortalecido las políticas públicas para la prevención y atención de la violencia de género, ni ha dado impulso a nada que tenga que ver con la igualdad”.

El ser humano necesita ciclos, inicios y finales. Por ello, cada comienzo de año se vive como una oportunidad de reflexión, una posibilidad de hacer las cosas de forma diferente, talvez mejor que en el periodo que acabó.

El 2024 fue un año duro para la igualdad y los derechos humanos. De forma eufemística podríamos decir que se libraron varias batallas. Los y las defensores de derechos tuvieron que resistir varios embates de sectores afanados en instalar el autoritarismo y retroceder en materia de derechos. ¿Se retrocedió? Definitivamente sí.

Es difícil describir cada retroceso y embate, pero podríamos resumir algunos: la eliminación del lenguaje inclusivo, la indolencia y falta de atención a los casos de violencia sexual en la amazonia, la amenaza a la existencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, la persecución a las organizaciones de la sociedad civil con los proyectos legislativos que modifican la Ley del APCI (Agencia Peruana de Cooperación Internacional), la permanencia de Ministros que atacan los derechos humanos, la falta de reformas en la PNP, la inexistente reforma del programa Aurora y el blindaje a la minería ilegal que promueve la  trata y explotación de niñas y mujeres.

Lo cierto es que el 2024 nos mostró que tenemos una clase política podrida, a tal nivel que se empieza a destapar una red de explotación sexual en el mismo Congreso; y, la primera autoridad del país realmente no ha hecho nada para favorecer los derechos de las mujeres y niñas, más allá de ofrecer pena de muerte con gran irresponsabilidad, no ha fortalecido las políticas públicas para la prevención y atención de la violencia de género, ni ha dado impulso a nada que tenga que ver con la igualdad.

Las consecuencias las vemos en la permanencia de la violencia y la desigualdad, así como en el desinterés de muchas autoridades. El patriarcado se ha fortalecido de la mano de una presidenta indolente y de un Congreso mafioso.

¿Qué nos espera el 2025?  Es incierto, por supuesto. Pero si las autoridades que tenemos permanecen los resultados serán los mismos y seguiremos viendo la destrucción de la democracia y de lo avanzado en décadas en materia de derechos e igualdad.  

Una democracia necesita igualdad de género, de lo contrario no es democracia.

Cosas positivas, por supuesto que existen. Entre las saltantes la comprobada existencia de un movimiento feminista diverso generacionalmente y con presencia en gran parte del país. Mujeres y diversidades de diferentes edades que responden y activan frente al abuso y la violencia. Organizaciones y colectivas que se articulan para resistir. Aunque este no sea un movimiento masivo, su presencia se hace sentir en el escenario público y político.

El 2025 hay que verlo con esperanza, no hay duda, pero con una dosis fuerte de realidad. Si las autoridades no cambian, las cosas van a empeorar y le toca a la ciudadanía asumir una voz visible, más crítica y opuesta al atropello que hemos vivido.

En el 2025 esperemos no tener más Ministros que minimizan la violencia sexual contra niñas diciendo que estás son “prácticas culturales”, no que trate de “ratas” a las víctimas del abuso.

Esperemos no tener una presidenta que solo habla de los derechos de las mujeres cuando quiere victimizarse y nunca para ofrecer cambios reales.

Esperemos, de verdad, que este sea un mejor año, en dónde la sociedad civil sea respetada y no atacada, en dónde los autoritarismos queden atrás y podamos reconstruir el país.

Es utópico, pero el inicio de año nos permite soñar para volver a tomar impulso.

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Más Igualdad, No Más Retrocesos

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