Juan Carlos Tafur

Nuevos liderazgos en la derecha (y el fujimorismo)

“Si se aferra a sus tics conservadores, autoritarios y mercantilistas, bajo un liderazgo terco de Keiko Fujimori, la mesa está servida para que surja algún otro candidato de la derecha”

La única manera de que el fujimorismo superviva a las tres derrotas sucesivas que ha tenido en las segundas vueltas del 2011, 2016 y 2021 es que, primero, busque una mejor candidata que la gris Keiko Fujimori y, segundo, que claramente abandone cercanías mercantilistas y opte, definitivamente, por un liberalismo popular.

En el corto plazo, deberá abandonar la estrategia conspirativa que empezó con la negatoria de las urnas, las denuncias delusivas de fraude, los intentos de desconocer legalmente los resultados, su filiación con intentonas golpistas, y la continuidad que esa estrategia tiene con las prácticas pro vacancia express que hoy su bancada parlamentaria exhibe.

Con la conformación de la nueva agrupación parlamentaria, disidente de Perú Libre, a la que se le han sumados dos congresistas (uno de Acción Popular y otro, originalmente, de Renovación Popular), el oficialismo tiene 44 votos, los suficientes para evitar una vacancia. Tendría que ocurrir un descalabro mayúsculo -una probada denuncia de corrupción presidencial- para que alguno de esos 44 se anime a cruzar el charco y pasarse a las orillas vacadoras.

Sería bueno, en esa medida, que la derecha cambie de estrategia y actitud respecto del gobierno. Oposición férrea para evitar que transite la deriva autoritaria del socialismo del siglo XXI, sin dudarlo, pero inteligente para ir enhebrando, en paralelo, una alternativa potable de cara a las elecciones municipales/regionales de octubre de este año y las presidenciales del 2026.

Como parte de la derecha, esa es la tesitura que le correspondería al fujimorismo, bajo un liderazgo potente y renovado. Eso no se lo puede ofrecer Keiko Fujimori, quien ha demostrado, ya hasta la saciedad, sus profundas limitaciones políticas y estratégicas.

Le haría bien a la democracia peruana que el fujimorismo -como ocurrió con los remanentes partidarios del franquismo en España o del pinochetismo en Chile-, transite hacia predios más liberales, menos mercantilistas y autoritarios. El fujimorismo sigue siendo una fuerza política movilizadora y, en esa perspectiva, más que en su desaparición habría que pensar en su evolución y modernización.

Restauración del orden público, compromiso con la democracia institucional, defensa ecológica (¿alguien ha escuchado a algún líder de la derecha pronunciarse sobre el desastre de Repsol?), política de derechos civiles y shock de inversiones capitalistas, constituye una plataforma ideológica potente, capaz de generar entusiasmo popular y adhesión electoral.

¿Podrá recoger esas banderas el fujimorismo? Con otra conducción sí, pero si se aferra a sus tics conservadores, autoritarios y mercantilistas, bajo un liderazgo terco de Keiko Fujimori, la mesa está servida para que surja algún otro candidato de la derecha que haga suyas esas proclamas.

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Derecha, Keiko Fujimori

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