Por: Rik Ahrdo
Carlos Álvarez: Entre el sketch y el desatino nacional
Después de tantos años interpretando presidentes, era cuestión de tiempo para que Carlos Álvarez quisiera ser uno. Total, si ya se ha puesto la banda en sketches, ¿por qué no intentarlo en serio? En esta comedia electoral, el protagonista es este talentoso payaso —con todo respeto por el noble arte del humor— que ha hecho reír a varias generaciones… pero que ahora amenaza con hacernos llorar, de verdad.
Carlos, querido, tú has dirigido guiones, maquilladoras y payasos de reparto. Y lo has hecho bien, nadie te quita eso. Pero pasar del teatro a Palacio es como creer que por haber jugado Winning Eleven estás listo para dirigir la FIFA. La política no es un casting, aunque últimamente lo parezca.
Imitar presidentes te sale excelente, hay que decirlo. Fujimori, Toledo, Humala, PPK, Vizcarra, Castillo… cada uno con sus gestos, sus frases, sus tics. Pero resulta que imitar el caos no te habilita para administrarlo. No por saber parodiar el desastre estás listo para evitarlo.
Y para muestra, un botón: en los últimos dos meses, tus respuestas a periodistas han sido como una función de domingo: ligeras, predecibles y con el mismo remate de siempre. Ni una propuesta, ni una idea fresca. Nada que diga “acá hay algo serio”. Solo evasivas, alguna broma y el clásico “yo me río para no llorar”. Pero el país ya no está para reírse, Carlos. El Perú ya es una sátira ambulante, no necesitamos mejor libreto.
Si te lanzas, solo hay dos posibles finales: o el Perú pierde a su mejor cómico o tú te conviertes en el mejor chiste de tu carrera.
Keiko Fujimori: Una carrera de derrotas
Pasemos a la siguiente estrella de este circo político: Keiko Fujimori. Pobre Keiko, ha perdido hasta con su marido. Su único mérito conocido es ser hija de su padre y hermana de Kenji. Digamos que una cosa anula la otra, por lo que su legado familiar no parece ser suficiente para ganar en las urnas.
Está rodeada de la misma gente que la alienta a seguir perdiendo y yo me pregunto: ¿sabrá cocinar? Tal vez sí. Entonces, en lugar de seguir jorobando a los votantes, debería abrir un sushi bar. Así, al menos podría ofrecer algo que no sea confusión a los pequeños saltamontes que pretenden elegir a alguien medianamente digno y capaz para gobernar nuestro querido Perulandia
Taaambieeen vieeeneee! Porky y Alfredo…
Nos vemos la próxima semana!