Juan Carlos Tafur

Votantes de Castillo no son cerronistas

"El país no quiere modelos estatistas, antimercado, ni radicalidades constitucionales. Ni siquiera los propios votantes de Castillo".

La derecha radicalizada ha construido una narrativa irresponsable de fraude que lamentablemente ha calado en la opinión pública. Con fake news, dudosos especialistas, cobertura grandilocuente de los medios televisivos de señal abierta y complicidad de buena parte de la clase política, han asentado ese lugar común.

Y en ello también tiene responsabilidad la gente de Perú Libre. Según la última encuesta de Datum, un 65% del país considera que hay indicios de fraude; 85% de los que votaron por Keiko y 50% de los que votaron por Castillo lo piensan así. Un desastre político desde donde se le mire, que teñirá de ilegitimidad de base al inminente triunfo de Castillo en las urnas.

Mecha corta va a tener el candidato de Perú Libre para gobernar. No solo desplegará su gestión bajo las mencionadas sombras de la sospecha sino que pronto deberá lidiar con otra realidad incontrastable: el voto detrás suyo ha sido un voto anti establishment, no uno ideológico activista ni comprometido con su ideario radical de origen.

Según la propia Datum, un 69% está en desacuerdo con prohibir importaciones (entre ellos, nada menos que un 47% de los propios votantes de Castillo); 78% está de acuerdo con que se mantengan los tratados de libre comercio (73% de los que votaron por Perú Libre); 67% considera inadecuado el control de precios (65% entre los que votaron por el lápiz); solo 20% considera que se debe hacer un cambio total de la Constitución y un mayoritario 63% que solo algunos cambios (un similar 63% de los que votaron por Castillo considera que solo debe hacerse algunos cambios y apenas un 30% cambios totales). La mayoría contra el ideario de Cerrón.

Más razones para que Castillo entienda que su mandato está obligado a contemporizar si no quiere provocar un descalabro mayúsculo en el país y eventualmente poner en riesgo su propia estabilidad y permanencia en el cargo.

El país no quiere modelos estatistas, antimercado, ni radicalidades constitucionales. Ni siquiera los propios votantes de Castillo. Si éste soslaya esta realidad y se deja seducir o intimidar por el chantaje cerronista, cavará su propia tumba política, porque pronto caerá en niveles altos de desaprobación, las bancadas congresales le darán la espalda a un mandatario impopular y no logrará sostenerse con sus apenas 42 congresistas (sin considerar que los 12 incondicionales de Cerrón también podrían volteársele). En cambio, tiene el camino de la gobernabilidad a la vista. Es cuestión de que se guíe por la sensatez y el pragmatismo.

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Extrema derecha, Fraude electoral, Perú Libre

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