Alonso Rabí do Carmo

Cinco academias a la deriva

“Desde hace un buen tiempo, cinco academias peruanas ocupaban el edificio conocido como Palacio de Osambela en el Centro Histórico de Lima. Se trata de la Academia Peruana de la Lengua, la Academia Peruana de Historia, la Academia Peruana de Derecho y la Academia Peruana de Ciencias y la Academia Peruana de Medicina. No hace mucho han sido expulsados de allí”.

Históricamente las academias han sido y en muchos casos siguen siendo verdaderos centros de conocimiento y divulgación. Su importancia institucional y cultural no ofrece mayor duda y, al menos en occidente, hay una larga tradición de academias tanto en las ciencias como en las humanidades, que han ofrecido notables contribuciones a sus disciplinas.

Desde hace un buen tiempo, cinco academias peruanas ocupaban el edificio conocido como Palacio de Osambela en el Centro Histórico de Lima. Se trata de la Academia Peruana de la Lengua, la Academia Peruana de Historia, la Academia Peruana de Derecho y la Academia Peruana de Ciencias y la Academia Peruana de Medicina. No hace mucho han sido expulsados de allí.

No asombra a nadie que la cultura viva en el Perú en estado permanente de orfandad. Sorprende, más bien, la falta de reacción en un país que se ensoberbece, cada vez que puede, de sus cinco mil años de historia, su enorme diversidad cultural, sus varios patrimonios mundiales y otras perlas que funcionan en el marketing de gobierno pero en la realidad no. Asombra igualmente que los medios de comunicación, incluidos los públicos, no hayan mostrado el más mínimo interés en este asunto.

Una cosa es el discurso y otra las acciones. La Municipalidad de Lima ha ordenado a estas cinco academias abandonar el local, en base a un informe técnico que coloca a esta inmueble en estado de inminente colapso, informe que ha sido cuestionado en varios puntos (el colapso inminente del local es una fantasía, pues requiere refracciones que, aunque puedan parecer menores, son urgentes) y que ha motivado a quienes dirigen estas cinco instituciones a dirigir un oficio al municipio pidiendo se deje sin efecto el informe y se elabore otro más preciso.

El inmueble pertenece al Ministerio de Educación, pero desde Minedu dicen que no hay dinero para refracciones. Luego apareció Prolima en escena con una propuesta francamente abusiva: ellos ofrecieron refraccionar el local a cambio de utilizar el 90% del mismo, dejando a las academias prácticamente en la vereda. 

Eduardo Hopkins, actual presidente de la Academia Peruana de la Lengua, indica que están en busca de financiamiento para poder refaccionar Osambela y así poder seguir trabajando. La Academia Peruana de la Lengua sesiona actualmente en un local cedido por la Universidad Ricardo Palma, pero este local deberá ser devuelto a fin de este mes. 

¿No hay alguna otra universidad, especialmente entre aquellas que se jactan de su estandarte humanista o científico, que quiera alojar a alguna de estas academias? ¿Es aceptable un estado de cosas en el que cinco academias de larga historia se queden en el aire, sin local donde sesionar, discutir y planificar su trabajo? Por supuesto que no. 

Y de resolverse este tema, y espero que sea lo antes posible, sería recomendable que estas instituciones redefinan también parte de su trabajo, en especial su proyección a la comunidad: ofrecer cursos, capacitar maestros y profesores, emitir opinión mediante cartas públicas, es decir, hacer sentir su presencia. Sin embargo, primero es lo primero: la ubicación física de estas academias debe resolverse ya. Amén. 

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