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Terror en la Escuela

"Al nivel del imaginario, lo único que hemos forjado, más de 20 años después de concluida la guerra interna o terrorismo es la existencia de dos relatos antagónicos"

No se puede permitir que una sola línea que ensalce el terrorismo llegue a nuestros niños declaró a medios el ministro de Educación Oscar Becerra, al mismo tiempo que denunció la presencia de elementos de Movadef infiltrados en el MINEDU, y anunció la aplicación de una campaña para detectarlos y expulsarlos. También informó la contratación de un ejército de lectores para revisar los textos escolares porque no se puede permitir que una sola línea que ensalce el terrorismo llegue a nuestros niños.

Las grandilocuentes expresiones del titular de Educación remiten a un problema que como comunidad nacional no hemos podido resolver. Este consiste en establecer un discurso más o menos consensual y aceptable sobre la guerra interna o terrorismo para toda la sociedad o la mayor parte de ella. En realidad, sólo los totalitarismos han aplicado políticas de discursos únicos sobre temas trascendentales del presente, el pasado, las relaciones internacionales etc. pero en este caso se trataba también de la reconciliación nacional tras un evento que tiñó de sangre al país y cegó, al menos, setenta mil vidas humanas, las más de ellas, de campesinos altoandinos por lo que ya es momento de reconocer que la deseada reconciliación nacional aún no se ha convertido en realidad. 

Al nivel del imaginario, lo único que hemos forjado, más de 20 años después de concluida la guerra interna o terrorismo es la existencia de dos relatos antagónicos que son los que explican por qué en estas líneas, y también en el aula de clase, llamo de dos maneras distintas el mismo episodio histórico. El primer relato, hasta hoy, ha podido mantenerse como el oficial, aunque su permanencia en esa posición dependerá de lo que suceda con nuestra política los próximos años. 

Este es el que surge de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, fundada el 4 de junio de 2001 durante el Gobierno de Transición de Valentín Paniagua y que concluyó sus funciones en 2003. Aunque de trabajo muy riguroso y profesional, debido a que la mayoría de los miembros de dicha Comisión tenían posiciones político-ideológicas progresistas, puede decirse que la sensibilidad del análisis tuvo también ese sesgo, lo que no quita mérito al trabajo realizado en general, ni a la gigantesca base de datos cualitativa y cuantitativa que le dejó al país, ineludible para cualquier investigación posterior sobre el periodo.

En términos generales, el relato que surgió de la CVR respecto de lo que denomina Conflicto Armado Interno es que, si bien fueron los grupos terroristas quienes lo iniciaron, principalmente Sendero Luminoso y en mucho menos medida el MRTA, lo cierto es que se trató de un enfrentamiento entre dos bandos: los subversivos alzados en armas y las Fuerzas Armadas y Policiales; ambos bandos cometieron violaciones de derechos humanos, y la sociedad civil fue la víctima principal de estos crímenes. 

Al respecto, sectores conservadores, vinculados o periféricos a las Fuerzas Armadas manifestaron pronto su disconformidad con una narrativa que las colocaba casi al mismo nivel que las bandas terroristas. De allí que concretasen su propio relato en un documento titulado En Honor a la Verdad. El documento no cuenta con la amplitud de datos, entrevistas, estadistas que presenta el informe de la CVR, pero logra sistematizar la posición de las FFAA respecto del periodo: este habría consistido en una guerra de los grupos terroristas en contra de la sociedad y el Estado, del que las FFAA participan en su defensa constituyéndose en sus héroes y vencedores de las bandas terroristas. Las violaciones a los derechos humanos achacadas a las FFAA no habrían sido más que excesos aislados e individualizables que de ningún modo empañan su actuación. 

La posibilidad de una narrativa de reconciliación 

Hasta aquí nos encontramos con dos narrativas irreconciliables toda vez que la segunda surge para confrontar a la primera por considerar que no relata su actuación -la de las FFAA- con justicia. La mía no es más que otra voz dentro de un enorme griterío, pero estando muy claras ambas posiciones toda vez que actuamos dentro del marco de una evidente polarización, me gustaría discernir en torno a ella.

Un error fundamental de la CVR, aunque muchos de los que formaron parte señalarán que no es así, o que no está redactada así, es colocar a las bandas terroristas y a las FFAA en posición de igualdad o de semi-igualdad; y a la sociedad y el Estado al margen de ambas. La sola ecuación obligó a las FFAA a defender su actuación en defensa de la sociedad. Luego, las estadísticas de la CVR -que son el instrumento más creíble con el que contamos- establecen que el 30% de violaciones a los derechos humanos fueron perpetrados por las FFAA y policiales, cifra muy elevada como para señalar que se trató de hechos aislados. 

Un punto de partida equivocado pero común en casos como este es pretender establecer una sola postura como verdadera. En historia, y para los historiadores, la cosa es más compleja. Una sola situación, una sola actuación, un solo personaje, dependiendo del análisis, puede contener diferentes estatutos y esto es lo que sucede con la performance de las FFAA y Policiales en el conflicto interno o terrorismo. No son solo héroes, ni son solo víctimas de los subversivos (aspecto que poquísimos tienen en cuenta), ni son solo violadores de los derechos humanos, sino que, en ocasiones fueron héroes, en otras fueron víctimas y en otras violaron los derechos humanos y, por ello, lo primero que constatamos es que ni la narrativa de la CVR, ni la de En Honor a la Verdad establecen el carácter polisémico de la actuación de las FFAA y Policiales en tiempos del conflicto armado y el terrorismo.

Por ello, pensamos que una narrativa más aceptable para un sector mayoritario de la sociedad debería plantear que en el periodo estudiado se produjo una guerra iniciada por las bandas terroristas contra el Estado y la sociedad, y que la actuación de dichas bandas se caracterizó por el nulo respeto a la vida humana y la violación indiscriminada de los derechos humanos. En esta guerra, las FFAA y policiales actuaron en defensa del Estado y de la sociedad y derrotaron a las bandas terroristas. Sin embargo, en su actuación violaron los derechos humanos de la población; es decir, de la sociedad. Al respecto, dejo las siguientes recomendaciones:  

  1. Es necesario un profundo trabajo de reconciliación entre las FFAA y los pobladores o descendientes de pobladores víctimas de dichas violaciones a sus derechos humanos. Es decir, entre las FFAA y la sociedad. 
  2. Las bandas terroristas no formarán parte de ninguna política de reconciliación en tanto que únicas responsables del conflicto armado o terrorismo. La reconciliación debe darse exclusivamente entre la sociedad y sus Fuerzas Armadas. 
  3. Las políticas específicas, las dejo para otra columna. 

  

 

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Minedu, Terrorismo

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