Jorge Luis Tineo

Escuchando baladas: Parte I

“Por eso, inicio hoy una entrega de dos partes de algunos de mis discos de baladas en español favoritas que, como corresponde a una época dorada en cuanto a creatividad y talento, no solo contienen esas canciones que repite hasta el cansancio La Hora del Lonchecito, sino que tienen muchas otras cosas, cruces de géneros y arreglos que colocaban a la música romántica en un nivel de alto calibre…”

[Música Maestro] Como lo he expresado en este espacio más de una vez, la música en español -o música latina, como ustedes prefieran- está seriamente degradada. Para algunos podrá sonar a cucufatería, pero en realidad se trata de una apreciación nacida de la indignación que surge al ver cómo el mal gusto se ha impuesto como norma de vida y expresión artística. Si los Hablando Huevadas constituyen el triunfo de la vulgaridad -llenaron el Madison Square Garden, qué maravilla- como forma de hacer comedia; el reggaetón romántico y la bachata calentona son la derrota del idioma y la elegancia como código para expresar emociones y hasta propuestas de índoles más concretas, sensoriales. 

Por eso, inicio hoy una entrega de dos partes de algunos de mis discos de baladas en español favoritas que, como corresponde a una época dorada en cuanto a creatividad y talento, no solo contienen esas canciones que repite hasta el cansancio La Hora del Lonchecito, sino que tienen muchas otras cosas, cruces de géneros y arreglos que colocaban a la música romántica en un nivel de alto calibre. Quienes fueron jóvenes para cuando estos discos salieron al mercado, tienen mucho qué agradecer a toda aquella generación de autores, intérpretes e instrumentistas que tanto hicieron por el entretenimiento sonoro en nuestro idioma.

NINO BRAVO – MI TIERRA (Fonogram Records, 1972)

Cuando el extraordinario cantante valenciano Nino Bravo, cuyo verdadero nombre fue Luis Manuel Ferri Llopis, grabó su cuarto disco de larga duración, titulado Mi tierra, en 1972, nadie podía presagiar que, pocos meses después, ocurriría el terrible accidente automovilístico que acabaría con su vida, apenas a los 29 años de edad, truncando una exitosa carrera y, a la vez, creando uno de los mitos más venerados de la balada pop en español. 

La potencia de su voz y su calidad interpretativa superaba largamente a la de sus pares, ya que a diferencia de Raphael o Camilo Sesto -los otros dos españoles que se disputaban, con él, las preferencias del público- Nino cantaba con sobriedad, ajeno a los disfuerzos y amaneramientos de los mencionados, y poseía una imagen sencilla y cercana al ciudadano común y corriente, característica que lo alejaba también de divos como Julio Iglesias, incapaz de competir con Bravo en términos vocales. 

Este disco posee unas instrumentaciones monumentales, con arreglos mayormente escritos por Juan Carlos Calderón (1936-2012) quien, en la década de los ochenta, gozó de enorme prestigio como compositor, productor y arreglista. A Calderón pertenecen Vete y Por qué, dos de los temas de este álbum que contribuyeron a cimentar la fama de Nino Bravo como vocalista de excelencia. El tema-título, dedicado a su pueblo natal en Valencia, pertenece a la pluma de Augusto Algueró (1934-2011), y estuvo a punto de triunfar en el Festival de la Canción de Río de Janeiro de ese año. 

Sin embargo, fue el dúo de compositores José Luis Armenteros y Pablo Herreros el que escribió la canción más famosa de este LP y, por supuesto, una de las grabaciones inolvidables de Nino Bravo, tanto por la belleza de su melodía e instrumentación -en la que destaca el uso de la mandolina, nostálgica y mediterránea- como por la profundidad de su letra. Libre, basada en la triste tragedia del joven alemán Peter Fechter (1944-1962), la primera persona que murió, a los 18 años, por intentar fugarse de la Alemania Oriental atravesando el Muro de Berlín, se convirtió en himno absoluto de la búsqueda de libertad e incluso recibió cuestionamientos del gobierno franquista. Aunque ni los compositores ni el intérprete tuvieron intenciones de referirse a la política interna de su país con este tema, la controversia solo contribuyó a que se hiciera más popular y querida por la gente. 

Las otras canciones de Mi tierra son parejas, y nos muestran a un cantante maduro, con enormes proyecciones hacia el futuro: Gracias a ti, El amor, Volver a empezar, son profundas baladas que fácilmente podrían haber sido otros grandes éxitos de Nino Bravo; mientras que en Hoy te quiero ofrecer los arreglos van por el camino del jazz, al estilo crooner, que Bravo interpretaba con facilidad y soltura, como también podemos notar en la versión en español del clásico de Jerome Kern y Oscar Hammerstein II, All the things you are, que aparece aquí con el título Eres todo cuanto quiero. Este tema es un standard del jazz, perteneciente a un musical de Broadway de 1939, y ha sido grabado por todo el mundo desde Frank Sinatra y Mario Lanza hasta Miles Davis o Pat Metheny. 

En Carolina, Bravo hace gala de su capacidad para alcanzar notas altas sin perder la calidad vocal mientras que en Te acuerdas, María pasa de los tonos graves a agudos al mejor estilo de otro de sus inolvidables temas, Noelia, incluido en su álbum anterior, Un beso y una flor (1973). Actualmente, Nino Bravo tendría 71 años.

MOCEDADES – MOCEDADES 5 (Zafiro Records/BMG Records, 1974)

El mercado musical hispanoamericano siempre estuvo más orientado a los singles que a los álbumes, motivo por el cual muchas notables discografías de artistas famosos han pasado al completo olvido. Tal es el caso del grupo vocal y familiar Mocedades, poseedor de una historia musical muy interesante, como queda demostrado al escuchar este quinto disco, titulado simplemente Mocedades 5, de 1974. 

Luego del éxito comercial de su canción Eres tú, también compuesta por Juan Carlos Calderón, lanzada el año anterior y que llegó al segundo lugar en el prestigioso festival Eurovisión, y de cuatro discos grabados mayormente en inglés, el grupo decidió, de la mano de Calderón quien era su productor y  compositor de cabecera, alejarse de los covers de standards de jazz y gospel y probar sus afiatadas voces en el campo de la balada romántica, en el que impusieron su estilo elegante y grandioso, influenciado tanto por los conjuntos negros de soul y doo-wop de los años cincuenta como por las floridas presentaciones y vestuarios hippies de The Mamas & The Papas de los sesenta. 

Los hermanos Amaya, Izaskun y Roberto Uranga Amézaga, junto a Javier Garay, José Manuel Ipiña y Carlos Zubiaga, formación de Mocedades conocida como «los seis históricos», presentan en este disco inolvidables canciones como El vendedor, Quisiera algún día o Tómame o déjame, todas escritas por Calderón, quien era considerado en esa época como “el séptimo Mocedades”, se convirtieron en favoritas inmediatamente, asegurando la permanencia del conjunto en todas las radios y programas de televisión, tanto de su país como de Latinoamérica. 

Este es el segundo disco de Mocedades en que la voz de Amaya (77), comienza a despuntar como solista en la mayor parte de temas, una estrategia tomada por el grupo para encajar más en el gusto del nuevo público al que comenzaron a dirigirse. Pero en realidad ella y su hermana Izaskun (74), así como los cuatro varones, poseen registros vocales excelentes, capaces de liderar de manera indistinta según las necesidades del tema que se esté interpretando. 

Para mantener conexión con la esencia de sus inicios, en este álbum encontramos dos temas en inglés: Red river valley, tema tradicional del country que tiene su origen a mediados del Siglo XIX; y Nobody knows the troubles I’ve seen, clásico del góspel que ha sido grabado también por estrellas de la música norteamericana como Gene Autry (1907-1998) o Sam Cooke (1931-1964), el reverenciado icono del soul que fuera asesinado de un balazo en un motel de Los Angeles, cuando solo tenía 33 años, en un extraño y violento incidente. 

Asimismo, Eu só quero um xodó, es un acompasado tema en portugués, originalmente compuesto por un dúo paulista integrado por Dominguinhos (voz, acordeón) y Anastacia (voz), artistas brasileños de los años setenta. Mocedades siempre tuvo un acercamiento a la música desde un punto de vista global, abarcando géneros de países y épocas diferentes, como se escucha en Mulowa, una canción de cuna africana, que el sexteto entona en su lengua original; mientras que en Soledades nos remiten al Siglo de Oro Español, musicalizando este clásico poema de 1632, escrito por el vate Lope de Vega (1562-1635). Como vemos, en Mocedades 5 uno descubre tesoros escondidos detrás de la alta rotación de sus canciones más conocidas, esa clase de tesoros que convertían el simple acto de escuchar baladas en un ejercicio de enriquecedores aprendizajes múltiples.

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ – POR SI VOLVIERAS (TH Records, 1979)

Las nuevas generaciones, que tan poco saben de música debido a la pobreza de opciones que les ofrecen la radio y televisión locales, entraron en contacto con «El Puma» a través de su participación, como jurado, hace ya algunos años, en varias temporadas de la versión nacional de la franquicia televisiva La Voz. Y lo que vieron fue un señor mayor, setentón -actualmente tiene 81- pero bien conservado a pesar de haber atravesado una compleja operación de doble trasplante pulmonar, carismático y medio dicharachero, pues se la pasaba enamorando a todas las señoras del set con chistecitos de doble sentido.  

Sin embargo, es necesario decirlo con todas sus letras: el cantante y actor venezolano José Luis Rodríguez lanzó algunos de los discos de baladas románticas en español mejor producidos e interpretados de las décadas de los setenta y ochenta. Por si volvieras (1979) es su segunda producción discográfica orientada al mercado internacional de Hispanoamérica, pero el décimo de su carrera como solista, que había iniciado a finales de los sesenta con sellos venezolanos como Velvet y Top Hits. 

Cuando los ejecutivos de la filial española de la importante casa discográfica RCA escucharon la calidad vocal de Rodríguez, lo ficharon de inmediato y pusieron a su servicio toda una maquinaria de primera, que incluía arreglistas y orquestaciones de lujo, músicos de sesión talentosos y una potente campaña publicitaria que lo posicionó como la opción sudamericana frente a los pesos pesados de la interpretación romántica en nuestro idioma, que venían básicamente de México y España. Y así fue que sus dos primeros álbumes fueron producidos y escritos por el español Manuel Álvarez-Beigbeder Pérez, más conocido como Manuel Alejandro (92), uno de los compositores más importantes de este género durante años, quien también lanzó al estrellato a personajes como José José, Nino Bravo, Emmanuel, Raphael y un largo etcétera. 

En este disco hay canciones que son fascinantes desde el punto de vista musical, de una calidad lírica y melódica que las ha hecho atravesar las pruebas del tiempo y los cambios de gustos del público, instalándose en el repertorio de clásicos de la música popular en español, como por ejemplo Este amor es un sueño de locos, verdadero título de este tema que, a menudo, es presentado como “No, no puede ser”, por la frase que se repite en el coro. Otro ejemplo es Tendría que llorar por ti, en la que el cantante luce su limpio y poderoso ataque vocal de barítono y que hoy ha sido convertida, tristemente, en uno de esos mal cantados temas cumbiamberos para el consumo masivo. 

Particularmente buenas son Amante eterna, amante mía, un tema lleno de interesantes cambios de ritmo y teclados de complejas estructuras, con una letra muy interesante que narra las dificultades del artista para estar junto a su familia en fechas importantes, debido a su recargada agenda de contratos y cosas por el estilo. Y Dulcemente amargo, escrita en tiempo de vals pero tocada de tal forma que se asemeja a los ritmos tradicionales de su país. 

Por su parte, Y surgió el amor es una canción que hace referencias a la espiritualidad y a Dios, una constante en las interpretaciones de Rodríguez, desde que era vocalista en bandas muy conocidas en Venezuela como Los Zeppys o The Billo’s Caracas Boys, a las que perteneció en la primera mitad de los sesenta. Los puntos más bajos de este disco son los temas Una golondrina no hace verano y Te imaginas… María, planteada como esas canciones «sensuales» al estilo de algunos éxitos de Camilo Sesto o Manolo Otero. 

Por si volvieras, con su sonido ligeramente parecido al del catalán Joan Manuel Serrat, es un tema que alcanzó mediana difusión en su época, aunque posteriormente dejó de tener presencia en nuestras radios para dar paso a sus siguientes éxitos, que lo mantuvieron en la cresta de la ola hasta entrados los noventa para luego ir dejando de lado el universo baladístico, por las cambiantes tendencias del mercado, para dedicarse a grabar temas más bailables y, posteriormente, ya dentro de los años dos mil, boleros. En todas estas producciones, José Luis Rodríguez mantuvo esa solvencia interpretativa que lo convirtió una de las mejores voces de este lado del mundo.

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Baladas en español, El Puma, Mocedades, Nino Bravo

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