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Recomendaciones musicales para Semana Santa

Más allá de los estilos usados a lo largo del tiempo, cada compositor que emprendió la tarea de musicalizar pasajes bíblicos o momentos cumbre de la religión católica lo ha hecho para conmover, incitar a la reflexión y servir de soporte sonoro a una historia cargada de significado espiritual para muchas personas alrededor del mundo...

[MÚSICA MAESTRO] Desde los oratorios de Johann Sebastian Bach, basados en el Nuevo Testamento, más conocidos como “pasiones” -aquí, extractos de la Pasión según San Mateo (BWV 244, 1727)- hasta la psicodelia de Jesus Christ Superstar, estrenada en inglés en 1970 y en español en 1975, con dúos célebres en los papeles de Jesús y María Magdalena -Ian Gillan/Yvonne Elliman por un lado, Camilo Sesto/Ángela Carrasco, por el otro-, la música inspirada en la Semana Santa -los últimos días de la vida terrenal de Jesucristo- es notoria por su dramatismo y emotividad.

Más allá de los estilos usados a lo largo del tiempo, cada compositor que emprendió la tarea de musicalizar pasajes bíblicos o momentos cumbre de la religión católica lo ha hecho para conmover, incitar a la reflexión y servir de soporte sonoro a una historia cargada de significado espiritual para muchas personas alrededor del mundo, independientemente de que sean creyentes o no. Las bandas sonoras de películas como The Ten Commandments (Cecil B. De Mille, 1956), Ben-Hur (William Wyler, 1959), Jesus of Nazareth (Franco Zeffirelli, 1977) o The Passion of the Christ (Mel Gibson, 2004) -escritas respectivamente por Elmer Bernstein (EE.UU., 1922-2004), Miklós Rózsa (Hungría, 1907-1995), Maurice Jarre (Francia, 1924-2009) y John Debney (EE.UU., 1956)-, por nombrar solo a algunas, son buenos ejemplos de esta vertiente que, a pesar del paso de los años y los cambios irreversibles de la industria musical, que no pierde vigencia, en especial en esta época del año. Aquí les dejo otros tres ejemplos, en registros diferentes, de lo que la devoción, la investigación y el talento han generado en las últimas cinco o seis décadas.

MARY LOU WILLIAMS – BLACK CHRIST OF THE ANDES (SABA/Folkways Records, 1963)

El título de este disco -«Cristo Negro de los Andes»- debería ser suficiente para interesarnos por esta pianista/cantante/compositora nacida en Georgia. El tema central de esta clásico de jazz y gospel es la unión, a través de una música extremadamente pagana como el jazz, del acervo artístico afronorteamericano con su versión sudamericana, usando como catalizador la figura de San Martín de Porres (1579-1639), nuestro Santo de la Escoba, protagonista de la primera canción de este extraordinario disco que marcó el retorno de Mary Lou Williams (1910-1981) tras algunos años de autoexilio.

El tema es interpretado en un 80% a capella por The Ray Charles Singers -no confundir con el genial músico ciego afroamericano-, un coro mixto que nos habla de este «hombre humilde que hacía curaciones en nombre de Dios”. Al evidente sincretismo religioso de este canto espiritual acerca de un fraile dominico del siglo XVII nacido en el Perú, se suma la precisa manera en que Williams establece el nexo entre la música sagrada y la música pecadora, fundiéndolas en una. Esta fórmula se repite en The devil, con interesantes contrapuntos entre las voces graves y los complejos y creativos solos de Williams. Ocurre lo mismo en Praise the Lord, tema que cierra el disco con la algarabía y el fervor habituales en las iglesias negras del sur de Estados Unidos.

En medio, una excelente selección de canciones que recorren varios géneros, desde los atisbos de vanguardia de A fungus a mungus, en que Mary Lou ejecuta arrebatadas improvisaciones que recuerdan a Cecil Taylor, con quien trabajaría una década después; hasta la interpretación sofisticada y elegante de standards como It ain’t necessarily so (George Gerswhin, 1935) o A grand night for swinging (Bill Taylor, 1955) acompañada de músicos notables como Percy Heath (bajo), Tim Kennedy (batería), Grant Green (guitarra), entre otros. En varias composiciones propias como Dirge blues o Anima Christi se aprecia una notoria ausencia de metales que permite mayor lucimiento en el piano y da a las grabaciones un ambiente sonoro más íntimo y suave.

La versión original del álbum contiene solo diez canciones y apareció bajo un sello alemán llamado SABA -acrónimo de Schwarzwälder-Apparate-Bau-Anstalt-, especializado en jazz y música clásica. En el año 2004, el sello discográfico Folkways Records, del prestigioso Instituto Smithsonian de Washington DC, lanzó una versión remasterizada con cuatro temas adicionales: Nicole, Koolbonga, Forty-five degree angle y la espectacular Chunka lunka. Un disco visionario, adelantado a su época, de una artista que se convirtió en símbolo de la integración de diversos elementos de la cultura negra mundial y su religiosidad, algo insólito para esos años de intensa segregación racial en los EE.UU.

VOX DEI – LA BIBLIA (Disc Jockey, 1971)

En la versión televisada que MTV Latinoamérica transmitió del ahora clásico concierto «acústico» de Soda Stereo -Comfort y música para volar (1996)-, el (des)enchufado termina con una canción dura, pesada, en la que Gustavo Cerati (1959-2014) ejecuta un virtuoso solo. Su título es Génesis y fue la primera vez que mucha gente, fanática de Soda Stereo pero sin conocimientos profundos sobre rock argentino, se enteró de la existencia de Vox Dei, uno de los grupos fundacionales de hard-rock y rock progresivo de ese país. Génesis abre el segundo álbum de Vox Dei, un ambicioso proyecto conceptual titulado La Biblia y que, como indica su nombre, contiene composiciones inspiradas en diversos pasajes del libro sagrado del Cristianismo.

Era 1971 y es muy probable que los ecos de la ópera-rock Jesus Christ Superstar -publicada un año antes- hayan inspirado a Juan Carlos Godoy (voz, guitarra), Ricardo Soulé (voz, guitarra, piano), Willy Quiroga (voz, bajo) y Rubén Basoalto (batería) para concebir tan contracultural idea pues, hasta ese momento, el rock argentino estaba enmarcado en la onda hippie-poética de Luis Alberto Spinetta (Almendra) y los arranques blueseros de bandas como Manal o Billy Bond.

La Biblia, el álbum, suena agresivo, bluesero, pero a la vez tiene esa aura reflexiva y alucinada del flower power, con extensos pasajes instrumentales y letras que recorren las historias y momentos más representativos de los Testamentos -la creación (Génesis), el éxodo del pueblo judío (Moisés), David y Goliath (Las guerras), los vaticinios de la llegada del Mesías (Profecías, Libros sapienciales), el sacrificio de Jesucristo (Nacimiento, Muerte y resurrección) y el fin de los tiempos (Apocalipsis)- configuraron una experiencia auditiva interesante y de tan fuerte impacto en su época que la comunidad eclesiástica argentina incluso recomendó a las escuelas que hicieran escuchar el disco a sus alumnos, en épocas en que el rock era más bien una expresión musical proscrita.

A pesar de la importancia que tuvo en su momento La Biblia de Vox Dei, la errática carrera del grupo y el mayor protagonismo de otros exponentes del rock gaucho le fue quitando presencia hasta que se convirtió, fuera de Argentina por supuesto, en un nombre conocido apenas por un grupo minúsculo de seguidores y no alcanzó la popularidad de varios de sus contemporáneos, un olvido que persiste en la actualidad a pesar de la reactualización que hizo Cerati hace ya casi tres décadas. Las letras, escritas por Soulé, no caen en lo discursivo y abundan en referencias a la espiritualidad y la introspección, dirigidas al público a manera de cantos religiosos, de efecto evangelizador. Todo un clásico en la historia del rock en español que merece ser revisitado en esta Semana Santa.

PASSION – PETER GABRIEL (Real World Records, 1989)

La imagen de carátula de este álbum, titulada Drawing study for self image (1987), pertenece al artista plástico británico Julian Grater y no fue encargada de manera específica para ilustrarlo. Sin embargo, hay algo en su oscuridad, textura espinosa y perfil indefinido -una obra que usa desde flores marchitas hasta carboncillo sobre lienzo-, que la une a la mágica combinación de sonidos del Medio Oriente, África y el Sudeste Asiático que el músico británico Peter Gabriel creó para el soundtrack de The last temptation of Christ, la controversial película que Martin Scorsese filmara en 1989, con guion basado en el libro homónimo del griego N. Kazantzakis (1883-1957), publicado en 1955.

Passion representa uno de los puntos más altos de la discografía de Peter Gabriel e impone una valla muy alta para el género conocido como «world music», un membrete que, sin quererlo, el compositor ayudó a acuñar con el Festival World of Music, Arts and Dance (WOMAD), creado por él en 1980. Precisamente, de la cantera de músicos no-europeos que saltaron a la palestra internacional gracias al apoyo y vocación de Gabriel, es que salió el variado y talentoso personal que dio vida a estos orgánicos sonidos.

Suele ocurrir que las bandas sonoras de películas basadas en historias bíblicas son grandilocuentes y obvias, interpretadas por monumentales ensambles sinfónicos. Aquí pasa todo lo contrario. Sobre la base de lo que podríamos considerar como representaciones más pegadas a la realidad de los desiertos, las calles empedradas y montañas de Judea en el año 1, Peter Gabriel y sus brillantes cómplices consiguen un efecto mucho más convincente que los violines y trompetas de procedencia europea.

Passion es el octavo álbum solista del ex líder de Genesis y además de la voz -a veces natural y otras, procesada electrónicamente-, teclados y ocasionales flautas del autor; cuenta con un selecto equipo multinacional de músicos entre los que destacan los vocalistas Youssou N’Dour (Senegal), Nusrat Fateh Ali Khan (Pakistán), el percusionista Hossam Ramzy (Egipto), Vatche Housepian (Armenia), intérprete del duduk y otros instrumentos de viento, el violinista L. Shankar (India), entre otros. Asimismo, músicos como David Rhodes (guitarras) y Manu Katché (batería), habituales en sus bandas, colaboran también e intercalan sus apariciones con otros destacados músicos de sesión como Nathan East (bajo), Billy Cobham (batería) y David Sancious (teclados). Escuchar temas como Zaar, A different drum, Of these hope, Troubled, It is acomplished y With this love (choir), solo por mencionar algunos, hacen que uno se convenza de que está delante de una obra maestra de la música contemporánea: sus melodías van de lo misterioso y atemorizante a lo celestial y triste, como la historia que cuenta la película.

BONUS TRACK: Nada más irreverente en Semana Santa que recordar al colectivo Monty Python y la última escena de Life of Brian (Terry Jones, 1979). Si no la han visto, se pierden una de las más inteligentes parodias de todos los tiempos. En la última escena, un Gólgota particularmente lleno de crucificados, en trance de agonía, silban y cantan una melodía que podría haber inspirado, por su rebosante optimismo, al clásico Don’t worry be happy de Bobby McFerrin (1988). Always look on the bright side of life, escrita por Eric Idle -uno de los Monty Python- se convirtió en el emblema de este genial sexteto de actores y humoristas británicos que tuvo, entre sus más grandes fans y financistas, al ex Beatle George Harrison.

 

Tags:

Cultura, Música de Semana Santa, Passion, Peter Gabriel, Semana Santa, Vox Dei

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