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La ciencia del poeta | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad
Alonso-Rabi-Do-Carmo

La ciencia del poeta

Una de las mejores definiciones de la crónica la dio el mexicano Juan Villoro con una famosa analogía en la que el género en mención es comparado con un ornitorrinco, extraña criatura que reúne varias características de distintos animales: es ovíparo, pertenece al orden de los mamíferos en la categoría monotrema, tiene un pico de indudable raigambre palmípeda, su cola recuerda de inmediato la de los castores y sus patas lo relacionan, a primera vista, con las nutrias y en los espolones de sus tobillos hay una carga de veneno.

La crónica, en tanto, es un relato, de carácter factual ciertamente, pero no ajeno al uso de formas literarias como el cuento o el ensayo, a las que apela con absoluta libertad. Si el ornitorrinco es un híbrido, a la crónica le corresponde también esa corona de laurel en el universo de los géneros discursivos que habitan en nuestra tradición.

Digo todo esto porque los últimos días estuve leyendo con atención y placer una antología de crónicas de César Vallejo preparada por Casa de la Literatura Peruana, bajo el cuidado de Mariana Rodríguez, Yaneth Sucasaca y Rodrigo Vera. Del siglo al minuto. Crónicas sobre máquinas y ciencia es el título del breve libro cuyo título ya adelanta el contenido: de los cientos de crónicas brillantes que escribió Vallejo desde Europa, algunas remiten a temas científicos o vinculados a la tecnología. Como todo vanguardista que se respeta, las máquinas y la velocidad son bastante más que un fetiche de época.

Precisamente, sobre la velocidad, encuentro esta sugerente reflexión del poeta, llevada a todos los extremos de la vida:

“…la disciplina de la velocidad existe, heredada o aprendida. Ella consiste en la posesión de una facultad de perspicacia máxima para la percepción o, mejor dicho, para traducir en conciencia los fenómenos de la naturaleza y del reino subconsciente en el menor tiempo posible, emocionarse a la mayor brevedad y darse cuenta instantáneamente del sentido verdadero y universal de los hechos y de las cosas. Hay hombres que se asombran de la actividad de otros. Hay escritores europeos –por ejemplo– que en el transcurso de un solo día han leído un bello libro, han saboreado una gran audición musical, han peleado y se han reconciliado tres veces con sus mujeres, han pasado una hora conversando con un hostilano, han escrito dos capítulos de un libro, se han cambiado cuatro veces de traje para diversos actos, han asistido a una representación teatral, han dormido una siesta, han llorado, han tenido una larga mirada sobre Dios y sobre el misterio…

 

No hay que confundir la velocidad con la ligereza, tomada esta palabra en el sentido de banalidad. Esto es muy importante.

Dos personas contemplan un gran lienzo; la que más pronto se emociona, esa es la más moderna” (“El hombre moderno”, pp.34-35).

Con humor, ironía y agudeza, Vallejo va examinando distintos aspectos de la modernidad europea y su obvia relación con la técnica, la profundización de conocimientos científicos y ese a veces irrebatible sentido de progreso que ofrece la ciencia a cada paso que da. Reseña teorías, hurga en nuevos descubrimientos médicos y en nuevas miradas sobre el universo, en el impacto de la ciencia sobre el cine y la música o sobre la concepción del tiempo y la finitud de las cosas. Es realmente poco lo que puede resultar lejano o forastero al ojo del poeta, embebido de la vida moderna, pero sin sucumbir a sus cantos de sirena, pues señala: “Tan equivocados andan hoy los poetas que hacen de la máquina una diosa, como los que antes hacían una diosa de la luna o del sol o del océano. Ni deificación ni celestinaje de la máquina. Esta no es más que un instrumento de producción económica, y, como tal, nada más que un elemento cualquiera de creación artística, a semejanza de una ventana, de una nube, de un espejo o de una ruta, etc. El resto no pasa de un animismo de nuevo cuño, arbitrario, mórbido, decadente” (“Estética y maquinismo”, pp. 124-125).

Vallejo protagoniza así, junto con Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier y Salvador Novo, uno de los grandes momentos de la historia de la crónica latinoamericana, la situada entre guerras, escrita tanto en Europa como en ciudades de nuestro continente que fueron terreno fértil para el desarrollo de este ornitorrinco textual.

César Vallejo-Del Siglo al minuto

César Vallejo. Del siglo al minuto. Crónicas sobre máquinas y ciencia. Selección y presentación de Mariana Rodríguez, Yaneth Sucasaca y Rodrigo Vera. Lima: Casa de la Literatura, Colección Intensidad y Altura, 2021.

 

 

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