Martin Scheuch

Teorías de la conspiración que matan

"Cuando en marzo de 2021 el director de cine Uwe Boll (nacido en 1965) anunció que haría un film sobre la matanza de Hanau, generó indignación de parte de las autoridades de la ciudad y de las familias de las víctimas"

Lugar de los hechos: Hanau, una pequeña ciudad de poco menos de 100,000 habitantes ubicada a unos 17 km al este de Frankfurt, conocida por ser la cuna de los hermanos Grimm. La noche del 19 de febrero de 2020 Tobias Rathjen, un alemán de 43 años, mató a tiros en dos locaciones a nueve personas con trasfondo migratorio, seis de ellas nacidas en Alemania, e hirió a otras seis, para finalmente asesinar a su propia madre septuagenaria y él mismo pegarse un tiro.

Cuando en marzo de 2021 el director de cine Uwe Boll (nacido en 1965) anunció que haría un film sobre la matanza de Hanau, generó indignación de parte de las autoridades de la ciudad y de las familias de las víctimas. En carta abierta del 12 de marzo de 2021 le exigieron suspender de inmediato los preparativos para la película y renunciar a filmarla. Según la carta, la orientación pseudodocumental del film no anulaba el hecho de que Boll sólo pretendía atraer la atención de la opinión pública sobre sí con fines personales, aprovechando el terrible atentado ocurrido en la ciudad. «Bajo el manto del esclarecimiento y el arte usted utiliza el indescriptible dolor de las víctimas y sus familiares para satisfacer su ansia de publicidad y el hambre de sensacionalismo sangriento de su público». Se acusaba a Boll de no haber contactado a las familias de las víctimas antes de abocarse a su proyecto. El mismo Boll desmentiría esta afirmación en una entrevista, señalando que sí había entablado ese contacto, pero que los familiares se negaron a colaborar, diciéndole que no querían tener nada que ver con el proyecto. Finalmente, la carta decía que si persistía en hacer la película, se le denunciaría judicialmente y se interpondría una acción de amparo por no respetar los derechos personales de los familiares y el respeto debido a la dignidad de los muertos.

No era para menos. Uwe Boll, tras rodar unas treinta películas —la última de ellas en 2016—, había decidido renunciar al cine para gestionar un restaurante de comida alemana en Vancouver (Canadá), ciudad donde residía habitualmente. ¡Y qué películas! La mayoría, cine comercial de género (acción, thriller, terror), siendo diez de ellas adaptaciones de videojuegos populares. No sólo la taquilla y el éxito de público le fueron esquivos, sino también la crítica cinematográfica anglosajona, que llegó a considerarlo el peor director de cine de la actualidad. En el año 2009 le fue otorgado el Razzie —distinción parodia que premia lo peor del Séptimo Arte— a peor trayectoria profesional en el cine, tildándolo de «la respuesta alemana a Ed Wood».

¿Son realmente tan malas las películas de Uwe Boll? A decir verdad, la reputación de mal director se la ganó con sus dos primeras adaptaciones de videojuegos, “House of the Dead” (2003) y “Alone in the Dark” (2005). Anteriormente era considerado simplemente un director de cine independiente. Pero a partir de ahí se comenzó a juzgar su cinematografía a partir de valores hollywoodenses, vapuleando sus filmes a mansalva, no obstante que cuentan con buenos valores de producción, buen ritmo, edición profesional y hasta un elenco de actores de renombre (Jürgen Prochnow, Christian Slater, Stephen Dorff, Jason Statham, Ray Liotta, Ben Kingsley, Burt Reynolds, Dolph Lundgren, entre otros). Vale decir que la mayoría de las películas de Uwe Boll que he visto no son obras maestras, pero cumplen con la función de entretener con mayores creces que otras producciones estándares de Hollywood que cuentan con mayor presupuesto.

El aspecto de adaptación de videojuegos —además de las películas mencionadas, las dos trilogías de “BloodRayne” y de “In the Name of the King”, además de “Postal” y “Far Cry”— eclipsaría el resto de su cinematografía, dentro de la cual hay algunas cintas que abordan temas serios, como “Heart of America” (2002), inspirada en la matanza de Columbine High School; “Tunnel Rats” (2008), que cuenta un episodio de la guerra de Vietnam; “Stoic” (2009), que relata un hecho real ocurrido en la prisión de Siegburg (Alemania), cuando tres presos maltrataron, torturaron y humillaron a otro compañero de celda, llevándolo al suicidio; “Darfur” (2009), una historia ubicada en el contexto del genocidio ocurrido en esta región del Sudán; “Max Schmeling” (2010), un biopic del boxeador alemán que se convirtió en campeón de los pesos pesados en el año 1936; “Assault on Wall Street” (2013), una historia ficticia de un personaje que pierde todo durante la crisis financiera del año 2008 y decide tomar violenta venganza contra los banqueros de Wall Street. Si bien las películas no son perfectas, están muy lejos de ser las bazofias que nos pinta la crítica de cine, la cual —recordemos— catalogó en su tiempo a “Heaven’s Gate” (1980) de Michael Cimino —un estrepitoso fracaso de taquilla que llevó a la quiebra a la United Artists— como una de las peores películas de la historia del cine, y actualmente se la considera uno de los mejores westerns jamás realizados.

Esa vena de cineasta serio con pretensiones de crítica social es la que aflora en “Hanau” (2022), la última película de Uwe Boll, que está muy lejos de ser un espectáculo sensacionalista para diversión morbosa de la platea. Si bien las escenas del atentado son brutalmente realistas, sólo ocupan unos cuantos minutos del metraje de la cinta, la cual en su mayoría contiene monólogos del asesino, tomados textualmente de un panfleto que publicara en Internet en enero de 2020 con el título de “Botschaft an das gesamte deutsche Volk” (“Mensaje a todo el pueblo alemán”) y de un video en inglés dirigido al pueblo estadounidense, publicado en Youtube pocos días antes del atentado.

La película de Boll se inicia con este texto: «Las palabras que en este film son dichas por el autor del atentado son en un 95% sus propias palabras. Escribió un manifiesto y lo posteó en medios sociales. Fue el primer asesino en serie de QAnon».

La mención a QAnon, movimiento político que propugna y difunde teorías de la conspiración y que nació como apoyo al entonces Presidente Donald Trump, no es accidental, pues Tobias Rathjen simpatizaba con este movimiento y asumió varias de sus tesis. De este modo, tenía la convicción de que hay una élite satánica que busca dominar el mundo y que ya está vigilando a todos los ciudadanos para someterlos a su control. Ya en el año 2019 le había escrito a una organización austriaca especializada en vigilancia remota que se sentía observado y espiado, además de mencionar la continua delincuencia proveniente de extranjeros y la “alta traición“ que se estaba cometiendo contra los alemanes. En el año 2020 denunció ante la policía de Alta Franconia ser víctima de una «violación psíquica», pues según él «era escuchado, espiado y filmado a través de la pared y del tomacorriente».

Ni qué decir, se trata de construcciones ideológicas sobre la base de fake news y teorías de la conspiración defendidas por grupos extremistas de derecha. Nunca se demostró que Tobias Rathjen hubiera tenido otra vinculación con el extremismo de derecha que la información recibida a través de medios sociales en Internet. Igualmente, va asumiendo la narrativa racista del populismo de derecha y, por ejemplo, hace la distinción entre alemanes étnicos y alemanes de pasaporte. Téngase en cuenta que seis de las víctimas de Tobias Rathjen, sin contar a su madre, eran nacidas en Alemania, descendientes de migrantes. El asesino creía en la guerra de razas y en la teoría de que los migraciones tenían como objetivo ir sustituyendo a los alemanes étnicos.

Todas estas ideas extravagantes llevaron a Tobias Rathjen a planear cuidadosamente el atentado, estudiando los locales donde descargaría a tiros las armas que poseía legalmente por ser miembro de dos asociaciones de caza. Éste iba a ser para él un momento histórico, pues daría inicio a la limpieza étnica en Alemania, pues el creía que habían naciones que debían ser borradas de la faz del planeta.

Las teorías de la conspiración no murieron con Tobias. Durante un interrogatorio su padre declaró que su hijo habría sido víctima de una organización secreta que actuaba a nivel mundial, cuyos agentes lo habrían matado y colocado su cuerpo en la casa paterna; después un agente vestido como su hijo habría cometido los asesinatos.

Pero lo que también plantea serias interrogantes es el fracaso de las entidades del Estado ante esta emergencia. Después de los primeros disparos a las nueve de la noche ingresaron numerosas llamadas a la central telefónica de la policía, que nunca fueron atendidas porque no había personal suficiente atento al teléfono. La policía recién se entera del atentado una hora después de los primeros disparos y pasaría una hora más antes de que las primeras unidades llegaran a los lugares de los hechos para atender a los heridos. Un comando de operaciones especiales con 19 efectivos encontraría a las once de la noche, una hora después, los cadáveres de Tobias Rathjen y su madre. Curiosamente, este comando sería disuelto en junio de 2021, pues se descubrió que 13 de sus miembros eran participantes asiduos de chats de extrema derecha.

Tras unos últimos minutos donde aparece el mismo Uwe Boll visitando los lugares del atentado y comentando los hechos, el film termina con una extensa lista de personas que han sido asesinadas por la extrema derecha en Alemania entre 1990 y 2020.

Porque desde Hitler y Mussolini hasta Donald Trump, e incluso en la actualidad, las ideologías de extrema derecha han elaborado teorías de la conspiración que, no por ser falsas, se han de considerar inocuas e irrelevantes. Pues estas teorías de la conspiración hacen daño, destruyen, en fin, matan.

 

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