Pie Derecho

Es una buena fórmula verbal la empleada por Keiko Fujimori para expresar su diferencia respecto del cambio radical que propone Pedro Castillo. Según la última encuesta de Ipsos, 86% de la población quiere un cambio del modelo (32% radical, 54% moderado), de modo que mal puede estacionarse como una simple defensora del modelo.

Pero cualquier narrativa antiestablishment que quiera desplegar la candidata de Fuerza Popular tiene que ser respaldada por los hechos y por los gestos. Y en esa medida, poco o nada ayuda que presente un equipo técnico conformado por los rostros gastados de Carmen Lozada, Martha Moyano, Jorge Baca y Patricia Juárez!!! Eso es más de lo mismo. No es renovación. ¿No tenía a nadie más que mostrar? Si la idea era reforzar el albertismo, es un esfuerzo absurdo porque ese voto ya lo tiene consigo.

Es verdad que el antivoto keikista viene disminuyendo (de 70% en marzo a 50% en la última medición), pero si Keiko de verdad quiere aliviar esa mochila va a tener que mostrar algunos propósitos de enmienda respaldados en nombres frescos, independientes, no fujimoristas.

El de Luis Carranza es, por ejemplo, una buena muestra de lo que debe mostrar. Carranza es un economista que garantiza un manejo macroeconómico serio y fue él el artífice del boom económico del segundo gobierno de Alan García. Pero a la par se necesita conocer una baraja de potenciales Premier o, muy en particular, de probables ministros de Educación, considerando que las mayores rabias y furias keikistas de los últimos cinco años se asentaron en ese sector (teniendo como víctimas a Jaime Saavedra y Marilú Martens).

Keiko tiene el camino cuesta arriba. Debe recuperar el sector AB derechista (empeño que ya está casi logrado), debe conquistar los sectores D y E (aún en proceso), debe asegurarse algún porcentaje significativo en el arisco sur antifujimorista (lo más complicado), y debe aminorar el antivoto (tarea que parece haber olvidado).

Todo ello requiere de una estrategia fina, múltiple, de varios frentes de batalla simultáneos. Pero no puede cometer errores tan ingenuos como el del anuncio de su “equipo técnico” de la vieja guardia. Le resta, no le suma.

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Elecciones 2021, Fuerza Popular, Keiko Fujimori

Se acerca poco a poco Keiko Fujimori a Pedro Castillo, según la última encuesta de Ipsos. El 16 de abril estaba el candidato de Perú Libre en 42% y la candidata de Fuerza Popular en 31% (le llevaba 11 puntos). Ahora, el 30 de abril, están en 43-34 (9 puntos de diferencia). Si sigue la tendencia, la final será de fotografía.

Algunas cifras relevantes de la encuesta: en Lima Keiko pasa de 43 a 51%; en la región Centro, Castillo cae de 68 a 55% (la dura campaña contra Cerrón parece estar surtiendo efecto); en el sur Castillo sube de 58 a 64%; en el oriente Keiko sube de 29 a 36%.

En el sector A, Castillo cae de 17 a 11% y Keiko arrasa, subiendo de 52 a 81%; en el B, Keiko sube de 39 a 45%; en el D Castillo cae de 50 a 46% y Keiko sube de 25 a 28%; en el E sube Castillo de 56 a 60%.

Entre los jóvenes de 18 a 25 años se ha producido un vuelco: Castillo cae de 42 a 39% y Keiko sube de 29 a 38%. Finalmente, entre la población femenina, Keiko crece de 32 a 38%.

Viene funcionando, al parecer, la estrategia keikista de ir primero conquistando el A, B y C y luego pasar al D y E. Por ello, la narrativa antiestablishment estrenada en el debate y que seguramente veremos repetirse a lo largo de la campaña.

La candidata de Fuerza Popular tiene aún tarea pendiente en zonas del país que le son adversas (básicamente el sur y aún el centro), pero sobre todo tiene que ganar la batalla en el E.

Otro dato relevante es que el antivoto keikista ha venido disminuyendo de 70% en marzo, a 55% el 16 de abril y ahora 50% a fines de abril. El antivoto de Castillo sube, en cambio de 30 a 33% (en marzo no se le medía porque no aparecía en las encuestas). Al parecer, conforme se le va conociendo va perdiendo adeptos.

La encuesta de Ipsos no mide el debate, el mismo que creemos ganó Keiko y que vieron cuatro millones de personas. La encuesta referida es, sin embargo, reveladora de tendencias y promete una final ajustada.

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Antivoto, Encuestas, Keiko Fujimori

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Chota, Debate, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

No encuentro las condiciones autoritarias predisponentes que Steve Levitsky halla en el proyecto fujimorista actual. Nadie duda, por cierto, del gen autócrata que anida en una candidata que, inclusive, basó su estrategia de primera vuelta en resaltar la “mano dura”.

Pero no le sería posible emprender esa ruta, reeditando los parámetros autoritarios de los 90, así lo quisiera. ¿Puede controlar el Poder Judicial y el Ministerio Público? No puede. Hay una flamante Junta Nacional de Justicia que ha reemplazado al corrupto Consejo Nacional de la Magistratura y la JNJ está blindada constitucionalmente. Para tumbárselo necesitaría controlar siete poderes del Estado.

¿Puede tumbarse el Tribunal Constitucional y lograr así una última instancia que avale sus eventuales devaneos autoritarios? Es imposible. Es cierto que toca cambiar a seis de los siete magistrados del TC que ya cumplieron su mandato, pero para hacerlo, se requiere de 87 votos que no tiene.

Keiko Fujimori podría lograr en el Parlamento una coalición de 65 parlamentarios a lo sumo, sumando los propios de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Renovación Popular, Avanza País y hasta los de Somos Perú. Con ese número apenas logrará aprobar leyes, evitar que la vaquen o que le censuren ministros a cada rato. No más que eso.

Levitsky no le da relieve a que el experimento autoritario de los 90 fue posible gracias a un golpe respaldado por las Fuerzas Armadas y a una elección posterior del Congreso Constituyente Democrático donde Fujimori obtuvo mayoría absoluta. Y Montesinos labró el control de ciertos circuitos del Poder Judicial en labor de años, con el objeto paralelo de administrar la autoridad electoral.

¿Eso puede o quiere hacer Keiko? Es imposible. Los poderes fácticos que supuestamente la podrían respaldar están muy venidos a menos. Los gremios empresariales, los medios de comunicación y la tecnocracia liberal -la trenza derechista- no pesa hoy ni la mitad de lo que podía hacerlo hace diez años. Y las FFAA de hoy están dirigidas por quienes eran jóvenes oficiales que vieron la podredumbre del montesinismo y la cárcel de sus superiores. ¿Se sumarían graciosamente a un proyecto autoritario?

Keiko va a tener una oposición fuerte en el Congreso por más que Perú Libre se parta en tres si Castillo pierde. Y tendrá además una calle antikeikista dispuesta a movilizarse al menor atisbo de autoritarismo. Y ya vimos cómo bastaron algunos miles para tumbarse a un gobierno.

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Encuestas, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Keiko Fujimori recorta la distancia con Pedro Castillo, según encuesta de Datum. De los 15 puntos que le llevaba en la medición anterior, ahora se reduce a 10. De seguir la tendencia, lo alcanza en dos semanas.

Datos interesantes de la encuesta es que el mayor crecimiento de la candidata de Fuerza Popular se da en los sectores D y E. En el D crece de 20% a 33% y en el E, de 21% a 27%. Crece, además, de manera significativa en Lima, pasando de 34% a 50%. Otro dato relevante es la reducción de los blancos/viciados e indecisos. Los blancos/ viciados pasan de 15 a 11% y los indecisos de 18 a 11%.

Confirma, en todo caso, que la tendencia es a que se acerquen y la final termine siendo muy ajustada, una final de fotografía. En términos de marketing electoral viene funcionando, aparentemente, la estrategia del keikismo, de zanjar la cancha entre la peruanidad y el comunismo, que habría podido contrapesar la de pobres versus ricos del candidato de Perú Libre, que era muy potente.

A la estrategia de Keiko contribuye la no estrategia de Pedro Castillo, quien ha decidido rehuir las definiciones programáticas y el contacto con los entrevistadores de prensa. Ello, más el affaire del debate, de hecho le generan un perjuicio y lo muestran como un candidato huérfano y huidizo, a pesar que desde el otro lado -el keikismo-, fuera de la buena designación de Luis Carranza como vocero económico, la verdad es que los otros “cuadros técnicos” mostrados (Lozada, Moyano, Juárez, etc.), no es que aporten mucho (más bien, restan).

El problema de Castillo es que está atrapado en su radicalidad. No puede dejarla de lado porque perdería el núcleo duro de su votación y se diluiría el talante antiestablishment que es el que la ha permitido empezar esta segunda vuelta tan arriba (la sumatoria de los votos de los candidatos derechistas en la primera vuelta -López Aliaga, De Soto, Acuña, Forsyth y Beingolea- más bien deberían haber colocado a Keiko allí).

No hay nichos impermeables detrás de cada candidato. Esa es la principal conclusión de esta y otras encuestas. El tablero se va a seguir moviendo. La partida de ajedrez aún no ha concluido.

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Debate, Encuesta

Uno entiende que entre los votantes de Verónika Mendoza termine por primar una identidad de izquierda y al final voten por Pedro Castillo. Lo vemos claramente, por ejemplo, en el caso de Patria Roja, archienemiga magisterial del sector castillista, pero que, sin embargo, ha expresado su respaldo al candidato de Perú Libre.

Pero que no se esmeren en desplegar piruetas argumentativas y defensas rocambolescas de su voto, porque claramente están optando por una opción autoritaria. Se están tragando un sapo con plena conciencia. Si sobre Keiko Fujimori existe el temor -bastante acotado, porque no tiene control del Congreso- de que cope las principales instituciones, de Castillo, de acuerdo a sus propias declaraciones, ya hay certezas.

Quiere desactivar el Tribunal Constitucional, el Congreso, la Defensoría del Pueblo, la Sunedu, tirarse abajo la reforma magisterial, desmontar el enfoque de género de las aulas escolares, tumbarse la autonomía del BCR, etc., etc. Y todo dicho por él y sus allegados directos, no inventado por sus enemigos o la prensa.

Solo a Hernando de Soto lo puede engañar declarando que no es comunista a la salida de una reunión sostenida entre ambos. Castillo representa una opción de extrema izquierda, marxista leninista, según su propio ideario, que como tal, tiene como propósito copar todos los espacios de poder existentes en la sociedad.

Cuando eso ocurra -porque ocurriría si Castillo llega al poder-que los verolovers no se hagan luego los desentendidos. En la ecuación democracia-autoritarismo, no hay superioridad moral o política de ninguno de los candidatos.

La conducta del fujimorismo en los 90, y la beligerancia y tozudez antidemocrática de la bancada keikista el último lustro dan pie a las sospechas que desde el centro y la derecha existen sobre la candidata de Fuerza Popular. Pero ese riesgo se acota enormemente porque no tiene la mayoría aplastante que tenía en el Congreso en el 2016 y hay, además, un explícito propósito de enmienda (aunque se entienda a quienes no le creen ni siquiera eso). Pero en todo caso, vale reiterar, sobre Castillo hay certezas, y sobre Keiko dudas.

La democracia formal, aquella que nos da cobijo, a pesar de la terrible crisis política del último lustro, corre el riesgo de saltar por los aires si prima la opción ideológica y política que representa Castillo. Bajo argucias legales se dará maña para convocar a una Asamblea Constituyente y luego hará lo propio con el modelo económico. Es un proyecto el suyo, no es una aventura de última hora. Estamos avisados.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo

No hay camino más seguro para la derrota de Keiko Fujimori que ella y sus allegados hagan eco de los pánicos, histerias y prejuicios de los sectores altos de la sociedad peruana o de la extrema derecha aterrada con el resultado de las encuestas.

Campañas furibundamente racistas y clasistas en redes sociales, dispendio en paneles absurdos en la ciudad de Lima (habrá que suponer que no han provenido del equipo oficial del Keiko), solo contribuyen a reforzar el estereotipo positivo del gran candidato anti establishment que se tiene al frente, como es Pedro Castillo.

Castillo tiene grandes debilidades personales y colectivas. Para hablar en términos futbolísticos, no tiene banca ni variantes de juego. Va ganando el partido, pero éste se le puede voltear si sigue evadiendo precisiones y contactos con la prensa más inquisitiva.

Hay zonas grises que revelan que su respaldo no es sólido. Está recibiendo votantes de derecha que naturalmente debieran haber migrado al keikismo, tiene respaldo antinatural en el sector AB, el grueso de su electorado no quiere un cambio radical de la Constitución, etc., etc.

De ello va a cosechar, sin duda, la candidata de Fuerza Popular. Pero para ello requiere inteligencia estratégica: convencer primero al propio electorado derechista, rebajar el antifujimorismo y también el antikeikismo (que tiene vida propia) y finalmente convencer a los sectores antisistema de la gran masa D y E que detestan todo lo que tenga que ver con el statu quo político y económico.

Pero esa finura de estrategia (¿cómo defender el modelo y a la vez ser antiestablishment?), pasa por algo más sutil que aquella basada en los miedos irracionales de un sector importante de la derecha peruana, de la cual haría bien Keiko Fujimori en apartarse.

Castillo no está dando muestras que querer cambiar. Hasta ahora lo que se ve es al candidato de Perú Libre estacionado y a la candidata de Fuerza Popular desplegando una estrategia gradual.

Quedan cinco semanas y media por delante. Nada está dicho definitivamente, a menos que los habituales artífices de las derrotas de los últimos lustros, la inefable derecha bruta y achorada, se logre enseñorear en los predios del keikismo. Si es así, mejor que le coloquen la banda de una vez a Castillo.

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DBA

A nadie con dos dedos de frente le debería molestar que el candidato Pedro Castillo modere sus posiciones radicales y prometa aplicar un programa de izquierda que por lo menos no sea tan radical como el que aparece en su programa de gobierno.

Igual sería un desastre productivo, pero por lo menos no sería el apocalipsis económico y político que muchos tememos con razón, más aun si se tiene en cuenta la agenda filosubversiva de algunos de sus compañeros de ruta de anterior data (huelga magisterial) y de última hora.

Lo que sorprende es que quien se ofrezca de constructor de puentes (pontífice, literalmente hablando) en ese sentido, sea alguien que compitió en esta contienda electoral y lo hizo bajo una propuesta de libre mercado que disiente radicalmente de las posturas de Castillo, aún de las más moderadas.

Felizmente, los candidatos perdedores no tienen capacidad de endose alguno y mal harían Castillo o Keiko en coquetear con De Soto para embolsicarse su caudal electoral. De Soto se representa a sí mismo y sus electores ya sabrán por quién se inclinan sin que les importe qué haga o deshaga su excandidato electoral.

En su calidad de líder político, sin embargo, lo que cabía era una definición. Y ella, como parece evidente, no podía ser otra que apoyar la candidatura de Keiko Fujimori, defensora del modelo en el cual De Soto dice creer (debe recordarse que De Soto ya ha sido compañero de ruta de Keiko Fujimori en la anterior elección). Y si con ese apoyo en buena hora lograba inducir a Keiko a incorporar alguna narrativa anti establishment, tanto mejor, porque eso es lo que necesita para conquistar al electorado D y E, que disiente del modelo y ve sus beneficios como ajenos.

Pero su coqueteo con Castillo y su indefinición, son impropias de quien fuera candidato, menos aún proveniente de alguien con clara vocación ideológica, no un pragmático o un improvisado. ¿Qué puente va a construir, como no sea, quizás, aquél que le permita fungir de asesor de alto nivel gubernativo en caso cualquiera de los dos candidatos gane la elección? Mientras no acabe la campaña, De Soto está obligado a actuar con la investidura de un líder político, no puede ponerse prematuramente el sombrero de tecnócrata en busca de contrato, como, lamentablemente, parece ser su prosaico objetivo.

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De Soto

Hay un dato revelador en la última encuesta del IEP: un 58% de la población señala que se debería mantener el modelo, pero con cambios, mientras que un minoritario 33% dice que se debería cambiar totalmente. En la propia izquierda, hay un 52% que señala lo propio, que se debe mantener el modelo, pero con cambios, y en la derecha el 63%.

No estaría cayendo en saco roto el mensaje de Keiko Fujimori de defensa del modelo y su narrativa anticomunista. Claramente apunta a reforzar su núcleo duro, de derecha, centro y hasta una porción de la izquierda. Y es más fácil para Keiko decir que va a defender el modelo y le va a hacer algunos cambios que a que Castillo lo haga.

Castillo está atrapado en su lógica radical. Difícilmente va a poder salir de ella. Su propia bancada está partida en tres: los prosenderistas, los cerronistas y unos cuantos castillistas. Si se modera no solo perdería a su facción radical -que fácilmente puede dejar de votar por él y pasarse al bolsón de blancos y viciados- sino que puede resultar inverosímil y proyectar la imagen de la impostura.

No es casual que Castillo rehúya las entrevistas en set, ante periodistas calificados y acuciosos y solo decida declarar a reporteros, sin posibilidad del intercambio de preguntas y respuestas necesario y sin el tiempo debido (él mismo se encarga de cortar las entrevistas).

Nada está definido en esta elección aún. Las actitudes, más que la ideología, va a jugar un papel preponderante y ya estamos viendo que, según la propia encuesta del IEP, hay mayor facilidad de que el discurso de Keiko (si le agrega alguna dosis de anti establishment) pegue antes que el de un rígido Castillo (no tiene muchas variables de juego).

No es momento de que los castillistas celebren alborozados el triunfo ni de que los keikistas se conduelan deprimidos por los resultados de las primeras encuestas. La campaña recién comienza y no estamos ante bloques ideológicos afianzados y duros que sean imposibles de convencer de su migración.

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Keiko Fujimori, Modelo económico, Pedro Castillo
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