Sarmiento - Caparrós

La intimidad histórica

"La frontera entre la ficción y el mundo fáctico o histórico a veces se quiebra. Es posible en esos casos encontrarse frente a una narración que apela a la forma novelesca (formal y estructuralmente hablando) pero en su tejido incorpora elementos que pueden provenir tanto de la imaginación como del archivo histórico."

La frontera entre la ficción y el mundo fáctico o histórico a veces se quiebra. Es posible en esos casos encontrarse frente a una narración que apela a la forma novelesca (formal y estructuralmente hablando) pero en su tejido incorpora elementos que pueden provenir tanto de la imaginación como del archivo histórico.

Por otro lado, el narrador, ese maravilloso pase de magia del lenguaje literario, se ve invitado a asumir las más diversas formas: puede encarnar directamente a un protagonista, puede “rodearlo” de testigos y de otras voces que confluyen para construir las vigas que sostienen la historia.

Esto es, de manera muy sintética, lo que sucede en una reciente novela del argentino Martín Caparrós: Sarmiento. El título, sin mucha sutileza como se ve, nos lleva directamente a Domingo Faustino Sarmiento, figura patricia argentina, forjadora de la dicotomía civilización y barbarie (elaborada con detalle a veces cruento en su Facundo) que fue una de las bases sobre las que se asentó el estado argentino moderno, genocidio indígena incluido.

No quisiera decir que se trata de una novela “sobre” Sarmiento; es más bien una novela en la que Sarmiento, muy en coherencia con los artificios propios de la novela, ofrece su voz para narrar pasajes muy significativos de su trayectoria vital. Para salvar el riesgo de adelantar la trama, diré que uno de esos momentos ocurre al inicio de la narración, cuando Sarmiento ha sido nombrado presidente y viene a bordo del Merrimack, que lo trae de regreso a Argentina desde Estados Unidos.

La primera persona que encarna a Sarmiento en la narración, se complementa con “textos” escritos por otro narrador, en acápites que llevan el título “De mis notas”. Se crea no una alternancia sino un contrapunto. Sarmiento repasa sus rencores (con Bartolomé Mitre, por ejemplo), el episodio siempre confuso de su paternidad, sus relaciones sentimentales, su vocación por la escritura, punzantes reflexiones sobre la guerra contra el Paraguay y, sobre todas las cosas, reflexiona sobre el poder.

Sí. El poder es en este libro el eje crucial. Sus ventajas, que son pocas; sus flaquezas, que son abundantes y muy riesgosas, son pasadas por el tamiz de la intimidad, por el filtro de pensamientos que se mantienen en el ámbito de lo privado (el mundo interior del personaje) y nunca se traducen en componente de su discurso político.

Sarmiento no está solo en la tradición latinoamericana. Ya el propio Caparrós nos entregó otro ejemplo brillante cuando publicó Echeverría, otra figura central en la historia argentina de mediados del siglo XIX. En la misma clave, recuerda también al Alejo Carpentier de El arpa y la sombra, donde teje y desteje a Cristóbal Colón. ¿Qué elemento guardan en común? Yo diría que algo de enorme importancia: darnos la posibilidad de derrumbar al mito en la lectura y quedarnos con una imagen más humana del personaje. Acaso demasiado humana.

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Historia, Literatura, Martín Caparrós

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