Mauricio-Saravia

Daronco, Castillo y el mundo tribal

Periodistas y entrenadores intentan justificar su ignorancia con frases, gestos y actitudes que no se pueden sostener desde ningún lugar que no sea la complicidad decadente. En medio de esta realidad el producto fútbol se sostiene gracias a su propia historia: el negocio no ha podido invadir, felizmente, el sentimiento de la gente (Cesar Luis Menotti)

En esta semana dos hechos marcarán la agenda de la discusión pública. Por un lado está la discusión y votación de la vacancia presidencial hoy lunes en el Congreso de la República; por otro lado, el partido definitorio ante Paraguay que nos pondrá en el repechaje al Mundial o no.

Tendremos entonces menú para todos los gustos. Sin presidente pero con medio cuerpo en el Mundial; eliminados pero con Castillo a la cabeza; sin presidente y sin Mundial; o, con Castillo liderando las celebraciones que nos dan el pase al repechaje.

No es la primera vez ni será la última que ambos términos, fútbol y política, estén emparentados, de hecho hay una larga relación de paralelismos que hacen de esta una relación permanentemente estudiada. Porque además deben ser los dos fenómenos de masas más evidentes y movilizadores que podemos apreciar desde hace bastante.

Así que en este artículo, trataremos de ver lo que ocurrió el jueves y cómo ello se relaciona con los diferentes hechos políticos que marcan la coyuntura del país. Damos entonces el pitazo inicial, esperando que ante todo, sea un bonito partido.

Muchas veces usamos ejemplos de fútbol para hablar de sucesos que ocurren el política -vamos, en la vida real-. El offside de los políticos, los bloopers congresales, los barrabravas violentos, etc. Es fácil generar el paralelo porque en el fondo, todo se ve como un partido de fútbol.

Pero hay un elemento que empieza a ser cada vez más peligroso y es llevar las formas de razonar como aficionados del fútbol a la arena política. El partido del jueves ante Uruguay y las reacciones frente a la jugada más polémica que nos ha tocado protagonizar desde la mano de Ruidiaz ante Brasil han desnudado también una buena forma de comprensión de cómo estamos razonando en todas las esferas de la vida. Y en especial la política.

Lo primero es lo circunstancial. Pocos han hablado del partido. De 90 minutos en los que Perú, haciendo un partido cumplidor, no logró empatar a un Uruguay aburrido, o como quieran analizarlo. Pocos se atrevieron a hacerlo, porque lo único que importa, el único hecho que está claro en la mente de la mayoría es una jugada de gol / no gol. Nos fijamos en la anécdota y no en el proceso. Es como fijarnos en un sombrero y no en un sistema de gobierno.  Este partido sólo nos sirve para recordar los tres segundos que la pelota recorrió desde Trauco hasta las manos de Rochet. Y los dos minutos en los que finalmente Daronco dio por concluida la jugada.

Hubo otro partido donde Carrillo se lesiona, donde se desnudan varias limitaciones del equipo y varios otros elementos destacados también. Pero lo único que importa e importará son esos segundos. La pregunta que no respondemos es por qué tuvimos que llegar al minuto 91 con esa esperanza de que algo fortuito nos ayudara.

El desconocimiento. Todos dijimos algo esa noche. Que yo se de física y entró. Que se ve clarísimo que la pelota pasó la línea. Que es evidente que el arquero estuvo adentro. Que debió revisarse el VAR. Que los jugadores debieron presionar al árbitro. Que nos quedamos porque los peruanos somos cojudos. Pero pocos salieron a tratar de entender la jugada desde las reglas y de lo que implicaban. Justamente lo que hicieron los jugadores peruanos es lo que procedía en un partido así, donde perder o empatar era casi lo mismo. Pero queríamos sangre a partir de la interpretación que le dimos a algo en base a lo que creímos que debía ser. No a lo que era según las reglas. ¿Para qué queremos entender las reglas si nosotros podemos comprender el sentido de las cosas sin ellas? ¿Por qué vamos a intentar comprenderlas si en un borrador de lo que creemos que es ya decidimos lo que es verdad y lo que no? Porque sería contrastar, tener espíritu crítico, pensar en el fondo. Más fácil es pensar que hubo fraude que aceptar que mi opción fue derrotada. Más fácil es pensar que hay una conspiración que aceptar que lo que ocurrió estaba dentro de lo perfectamente posible. Siempre es más fácil.

La victimización. Es que todos siempre están en nuestra contra. Los árbitros cobran a favor de nuestros rivales. Todos nos quieren fuera. No soportan nuestro buen juego. Tenemos que correr el doble de los demás porque si no, nos apabullan. Todos en contra de nosotros, nada a favor. La CONMEBOL, la FIFA, el TAS, todos nos quieren fuera. Por eso nuestras victorias son más importantes, porque son contra y pese a todo y a todos. Eso le hace bien a nuestro esquema cognitivo, locus de control externo le llaman en psicología. Nosotros no tenemos la responsabilidad de lo que nos pasa, siempre hay un enemigo que nos ataca. “Comunismo, comunismo” gritaban y gritan hoy los geniales vacadores a tiempo completo. Miren la dictadura, miren como nos convierten en Venezuela, señalan apuntando a sabe Dios quién. “Los ladrones que nos robaron miles de millones en los gobiernos anteriores, ahora están detrás de la vacancia porque perdieron la mamadera en 200 años de vida republicana, esa es la verdad» dice el primer ministro Torres, cuando nadie podría señalar cuáles son los reales cambios en la conducción del gobierno a casi 8 meses de instalado. Ni una sola muestra de cambio prometido, pero tener enemigos es más fácil.

Los medios. El día del partido fue penosa la exhibición de ignorancia mayúscula que hicieron los principales referentes del periodismo deportivo de este país. Todos hablaban de reglas que no existían, de dispositivos que no estaban y de posibilidades que no se daban. Si el hincha quería sangre el periodismo desde sus parlantes se encargaban de pedirla. Bochornoso espectáculo que se les permite porque lo único que se espera de ellos es que suelten un “carajo” en la transmisión, como si fuera parte de su carrera o que lean las probabilidades de una futura apuesta, como si ellos elaboraran las cifras que leen, de las que estoy seguro no entienden su fuente. La prensa que (des) informa inescrupulosamente, lo hace desde la conveniencia del rating o desde la complacencia de la ignorancia y de una afición que solo espera arenga y no información. No saber nada de lo que pasaba los desnudó una vez más. Y con respeto por los que no están, dudo mucho que se hubieran atrevido a esa exhibición con El Veco o Peredo en la transmisión.

Esa prensa, desde otros sets, avaló y avala noticias falsas, desinformación y genera el mínimo indispensable para que la gente se mantenga. Es la prensa de criptoanalistas y de grandes operaciones Valquiria que se desarman en menos de dos días por pura intrascendencia y mentiras. Es la misma prensa que se desnuda el doble frente a la de verdad, los que no tienen micros ni reflectores y que generan real contenido en espacios que son reflexivos e informados.

La movilización. Así como el fútbol, plagado de esperanza, hace colapsar las redes para conseguir un cupo en el sorteo virtual de entradas, de la misma manera la política cada vez se queda con menos asistencia, de uno u otro bando. La llamada a la última marcha “definitiva” por la vacancia dio una pena increíble. Ahora han tenido que convocar otra con artistas, comida y solo falta algunos stands para que sea la Feria del Hogar. Quién quiere pues ir a donde no se siente representación. Si el fútbol hoy es la metáfora que nos permite darle un abrazo a un desconocido, la política se sitúa al frente, donde sabemos que cualquier desconocido nos puede atracar de la peor manera. Felices nos vamos al estadio. Pero ¿a la marcha? No gracias

Como se ve, el análisis de un partido de fútbol y de una realidad política, lejos de ser diferentes se parecen en muchos de los puntos relevantes. Depende de lo que esté en juego para evidenciar qué mecanismos se van activando y cómo los vamos decodificando.

Al medio, la gente. Como siempre. Que va a alentar a la selección que sienta cerca, que mejor la represente, que la sienta suya. Esa misma gente que siente que sus políticos hace tiempo eligieron otro uniforme y por eso no les cree ni apoya.

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Fútbol, Qatar 2022

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