Renzo Pariasca

Rezo por vos

"Esta casita de Cartón abre sus puertas dejando atrás el año más doloroso de su vida, con la despedida de su amigo y mentor, un padre que la vida le dio, Víctor Patiño Marca, más conocido en el medio periodístico como el Búho. Un luto que siempre llevaré en el silencio de los días, pero sobre todo de las noches, que es donde los recuerdos renacen para jugar con el tiempo y las vivencias que se fueron, quedando una lágrima irreparable dentro de mí”

Esta casita de Cartón abre sus puertas dejando atrás el año más doloroso de su vida, con la despedida de su amigo y mentor, un padre que la vida le dio, Víctor Patiño Marca, más conocido en el medio periodístico como el Búho. Un luto que siempre llevaré en el silencio de los días, y sobre todo de las noches, que es donde los recuerdos renacen para jugar con el tiempo y las vivencias que se fueron, quedando una lágrima irreparable dentro de mí. Es que si de lecciones me ha dado la vida el año que acaba de irse, es entender su valor por sí mismo, lo frágil y volátil que tiende a ser, a pesar de que el sol de este enero brilla luminosamente, indiferente, donde parece andar todo con total normalidad. Pero es un verano ya sin él en vida. Y ya no hay más largas conversaciones sobre arte, cultura y política, no hay ceviches hechos al instante después de regresar del mercado de Ciudad de Dios con el pescado fresco, no hay más risas ni bromas de ese ingenio mordaz, ni esa voz rocosa que delataba tantas fecundas vivencias, ya no hay esa canción de su Charly querido, que nos dedicaba a sus amigos y familia: «Cuando estés mal/ cuando estés solo/ cuando ya estés cansado de llorar/ No te olvides de mí/ Porque sé que te puedo estimular”. O cuando decía, «Sobrino, esta es tu canción”. Y esa era ‘Rezo por vos’. O cuando rememoraba a su amor de antaño, el amor de su vida, Anita, y traía a la conversación las letras de ‘Estación’. Y escribo esto, después de días que entre sueños lo encuentro, y inevitablemente brotan estas letras: «Te siento respirar/ lejos de tu lugar. / Hoy tuve un sueño con vos. / Qué locos éramos los dos / en los buenos tiempos. Obra maestra que yace en el apoteósico álbum de ‘Peperina’.

Nuestro trato era como la alguna vez tuvo el genio de las letras niponas, Yukio Mishima (quien irónicamente su país no quiere que se le recuerde, y del que se cumpliera hace pocos días 100 años de su inmortalidad) con su mentor, el primer Premio Nobel japonés, Yasunari Kawabata. Con esa muestra de respeto y admiración incólume hacía el querido ‘Pico’. A ambos nos agradaba mucho esas dos mentes brillantes. Recuerdo una vez que nos pusimos hablar de sus polémicas en cierta medida e íntimas cartas. Donde en una ocasión Kawabata, acaso a sabiendas que en algún momento terminaría suicidándose, le pediría que Mishima Mande una carta dirigida a la academia sueca, pidiendo que sea reconocido con tal estatuilla eterna. A lo que el aprendiz no pensaría dos veces y lo haría. De alguna manera eso influenciaría y en 1968 se le concedería. La cuestión es la honorabilidad de Kimitake Hiraoka (nombre de nacimiento de Mishima), ya que sabía que, al entregarle el Nobel a su maestro, no se lo entregarían a él, exactamente por el tiempo y como suele manejarse la academia de las letras del Nobel, diversificando por diferentes latitudes su preciado galardón. En la premiación diría curiosamente su maestro: «No entiendo cómo me han dado el premio Nobel a mí en vez de a Mishima. Un talento como el suyo sólo aparece una vez cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras”. Lo cierto que el aprecio y admiración de estos sabios era el calco más cercano para el sentimiento mutuo que nos teníamos.

Esta Casita de Cartón cierra sus puertas releyendo las columnas de aquel querido maestro, que ahora yace seguramente en una cajita de cristal en el cielo. Vivencias y experiencias que la vida misma nos deparó y que al escribir estas líneas lo recuerdo con profunda emoción en su ausencia… Aunque no se encuentre físicamente, aún la pluma del periodista más enigmático que tuvo nuestro país sigue alumbrando para los millones que crecimos leyéndolo, que nos alentó e inspiró a seguir en el sendo camino de la lectura y en mi caso, como probablemente de muchos otros, de la literatura también. Sé que alguna vez nos volveremos a ver. Espérame con unas copas de vino y unos discos de Charly, que yo sigo recordándote con ‘Rezo por vos’, y así será hasta que nos encontremos una vez más.

Tags:

Charly García, el buho, Premio nobel de literatura, Yasunari Kawabata, Yukio Mishima

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