Vientos dictatoriales

“Estamos ante una dictadura que extrapolada a nuestros tiempos hace recordarnos que la política es un círculo vicioso”.

Asombrado veo cómo cambian, como de enamoraditos de escuela se tratara, los discursos de ciertos sectores políticos. Las narrativas ahora son llevados a otros molinos dentro del mecanismo social de los escabrosos juegos mentales, y ahora por fin pareciese recién abrirse los ojos para los que no querían ver, y dar cuenta de esas trágicas muertes que ahora sí tienen algún sentido.

Como por ejemplo para algún lugar del progresismo, que en un primer momento cuando morían a mansalva en Andahuaylas otorgaban un silencio ominosos del atroz accionar policial, ahora parecen volcarse al sendero contrario y de a poco unirse a las calles. Como buscando un beneficio de todo esto. ¿O al rebasar el atropello a la vida de medio centenar, recién ahora buscan colarse y tomar la vanguardia de esta ola de protesta que parece no ir sin medias tintas, y sacar ventaja como años atrás fuera con el gobierno de Merino? Lo cierto es que desde el ejecutivo no le han dado grandes espacios como en gobiernos predecesores, por eso, ahora piden aceleradamente un adelanto de elecciones para poner a un “Sagasti 2.0”. Para eso ya los nombres van barajando que se tantean para un gobierno de transición, que sería de “óptimos demócratas”.  

Ahora, los que eran “vándalos”, podrán ser, ante este nuevo escenario, como mártires ante la sangre derramada que desgraciadamente parece que salpicará todavía nuestros días venideros. Pero la estancia del gobierno con gran parte de la prensa ha cambiado. He allí una diferencia, pero mentes brillantes y siniestras hay en ambos bandos.

Como veletas las percepciones cambian. Ahora pareciera insostenible el respaldo al gobierno. Esto no son las épocas donde se libraba una guerra contra Sendero. Los vientos autoritarios de un momento a otro han llegado a ser un calco terrorífico de aquellos años 90. Un ejemplo ha sido el accionar desproporcionado de la policía con la Decana de América, para que al final no haya ¡¡¡ningún detenido!!! 

Las más de 50 muertes demuestran lo poco que vale la vida desde un miramiento social. O como la canción del gran Pablo Milanés, “La vida no vale nada”. El sur que se levanta, el sur combativo, parecen sentir eso ante sus fallecidos. Políticos dinosaurios, desfasados, cancinos personajes que han lucrado durante lustros con el estado y son dueño de la moral para cierto sector, y que azuzan más estos tensos momentos. Y no se queda atrás la presidenta, quien se mandó una gran burrada, al afirmar que “Puno no es el Perú”. Lo cierto es que la democracia pende de un hilo. Los susurradores de la violencia no eran tan grandes como se les quiso señalar.

Este es el gran juego social, la política. El Perú fracturado necesitará de un mesías tal como el talante cristiano ha inmortalizado para unirnos. Pero esta es la realidad y cuán lejos están los milagros justamente de volverse real. La democracia ha perdido con esto la batalla. La víspera de una dictadura ha llegado como para otros una dictadora que no conoce de errores propios y que parece extrapolada a nuestros tiempos para recordarnos de que la política es un círculo vicioso. ¿En qué país se mata esta cantidad de manifestantes sin pudor? Pero para ella no hay autocrítica, para ella, otra vez, las vidas no valen nada.

Alguna “locomotora” de Twitter cuyo status social es de los más importante del país, dijo: “Extrañaremos a Castillo cuando llegue un radical realmente neto”. Eso pareciera trazarse próximamente en nuestra historia republicana. Ahora López Aliaga es la esperanza para esa derecha conservadora y nostálgica de aires aristocráticos. En sí lo es. Después de este gobierno, el fujimorismo perderá un caudal importante de votos.   

Castillo fue un síntoma importante en la historia. Caído él, el caos pareciera incontrolable. Quizá no se ha dimensionado realmente lo que representó más allá de su evidente incompetencia. Pero para muchas personas que lo siguen y cuyos posicionamientos políticos no son unívocos, él era la gran esperanza que habían esperado. Los dictámenes de politólogos cansinos y reciclados del fujimorismo, aprismo como otros convenidos al mejor postor, han contribuido a diezmar la situación social más un racismo evidente. Y que el profesor supo llevarlo de algún modo a la victimización, pero del que se sobreentendía su existencia, pero que de alguna forma caló y enervó más las aguas que parecían sumisas y que ahora arrasan entre gritos y euforia. Castillo sostuvo dos polos que al parecer nunca superaron los tiempos de la colonia.

El sur, quien fuera hace cinco mil años el bastión andino y cuna de una de las más grandes civilizaciones, pareciera tener una postura innegociable: la salida de Boluarte y el cierre del congreso. El autoritarismo seguirá dando sus últimos saltos sobre los aludes ante una crónica con un final inevitable.

Después de oír el mensaje presidencial de Dina Boluarte, pareciese que se ha creado un monstruo de “siete cabezas” que probablemente, y que al parecer no quiere darse cuenta, terminará sus últimos días de vida en la cárcel.

Tags:

Dina Boluarte

Mas artículos del autor:

"Dos artistas peruanos que hicieron patria en Argentina"
"El adiós al cantante de los muertos y los entierros"
"En otra vida nos conocimos"
x