Es una buena noticia que el Jurado Nacional de Elecciones haya autorizado las candidaturas de George Forsyth, Rafael López Aliaga y Ciro Gálvez, y que además el Poder Judicial haya amparado la postulación parlamentaria del PPC.
Debe ser tarea futura del Congreso retirarle tanta discrecionalidad al poder electoral. No puede haber democracia plena si el capricho legislativo de algunos magistrados es capaz de torcer la voluntad popular o de mantenerla en ascuas. Honestamente, deja muchas sospechas sueltas de que detrás de este circo de exclusiones pueda haber alguna razón monetaria ilícita.
Recordemos que la gran disfuncionalidad de este quinquenio se debió en gran medida a la exclusión de Julio Guzmán y César Acuña de la campaña anterior. Gracias a ello subió Kuczynski, que ya estaba desahuciado, al recibir el trasvase de los votos del líder morado. Y Keiko Fujimori obtuvo el aluvión de votos que la condujeron a tener una mayoría aplastante, inédita en la historia republicana en el Congreso, merced a que los votos acuñistas -sobre todo los del norte- recalaron casi íntegramente en las filas naranjas.
Si ni Guzmán ni Acuña hubiesen sido tachados, probablemente la segunda vuelta era entre Guzmán y Keiko Fujimori, y probablemente hubiese ganado Guzmán, por el enorme antivoto fujimorista, pero Fuerza Popular no habría tenido el poder extorsivo que tuvo en el Legislativo contra PPK. Hubiera sido un mejor escenario de gobernabilidad que el que finalmente tuvimos.
Salvo los casos del aprismo, de Fernando Cillóniz y de Fernando Olivera -sacados irremediablemente de la contienda-, el grueso de candidatos se ha logrado mantener en la carrera y eso es bueno. En una democracia de baja intensidad como la peruana restarle representación y legitimidad popular de arranque, impidiendo que algunos candidatos puedan postular, es un hecho grave que felizmente no terminó por ocurrir.
La democracia peruana ha sido puesta a prueba este lustro y si bien ha salido airosa (a pesar de que la coalición desestabilizadora conformada por medios y políticos irresponsables sigue su labor de zapa, como hemos visto estos días), ha quedado bastante magullada. La tarea de reconstruirla no podía partir de un vicio de legitimidad de origen, sacándose candidatos a pocas semanas de la elección.