Fascismo a la peruana, Juan Carlos Guerrero

Fascismo a la peruana

"¿Estas posiciones fascistas tienen que ser enfrentadas? Por supuesto que sí. Ello implica la defensa irrestricta de los valores democráticos, los derechos humanos y la justicia, y requiere firmeza y decisión para combatir cualquier forma de intolerancia y discriminación."

Hace unos días, la Historiadora Cecilia Méndez finalizaba su artículo de opinión “Fascismo peruano del siglo XXI” con las palabras siguientes: “Finalmente, una antología actualizada del fascismo peruano podría eliminar del título el término ´pensamiento´. Porque en su actual reencarnación ese ingrediente no es evidente. Lo que hay, parafraseando a López Soria en su descripción del fascismo popular de los años 30, ´más que un sistema elaborado de principios ideológicos (…) es una suma de consignas´”. Y no, no le falta razón. Veamos. 

¿No es acaso una posición fascista plantear el retiro del Perú del Sistema Interamericano de Derechos Humanos? Sí, lo es. El fascismo históricamente ha mostrado un claro desprecio por los derechos humanos y ha violado sistemáticamente los principios fundamentales de la dignidad humana, la igualdad y la libertad. Asimismo, el fascismo se caracteriza por ser una ideología autoritaria, nacionalista y antidemocrática. 

¿No es acaso una posición fascista considerar a los opositores como “enemigos” y no como “adversarios”? Sí, lo es. Tal postura justifica la represión estatal contra los “enemigos” del gobierno para silenciarlos. Lo cual implica detenciones arbitrarias, intimidación, encarcelamiento y, en no pocos casos, ejecuciones extrajudiciales. Es por eso que el Consejo de ministros aprobó la declaración de estado de emergencia, el 12 de diciembre de 2022, por «debido al accionar de la Organización Terrorista Sendero Luminoso facción VRAEM y la simbiosis existente entre esta organización terrorista y las organizaciones criminales nacionales con vínculos internacionales que se dedican al tráfico ilícito de drogas, tala ilegal de madera, tráfico de insumos fiscalizados entre otros ilícitos, dentro de su área de responsabilidad, con la finalidad de restablecer plenamente el orden interno y el estado de derecho (…)».

¿No es acaso una posición fascista mentir de manera sistemática? Sí, lo es. La información se manipula y distorsiona para crear una versión selectiva de la realidad que respalde sus objetivos políticos y su narrativa. Es decir, se ocultan hechos incómodos, se exageran logros y se promueve una visión simplista y polarizada de lo que ocurre en el país. Al respecto, basta con recordar lo dicho por la presidenta Boluarte: “(…) los fallecidos de ese 9 de enero en Puno, ahí donde estaba la Policía custodiando el aeropuerto de Juliaca, no ocurrieron los fallecimientos, sino en las inmediaciones de las calles y que la mayoría de ellos es por impacto de un arma artesanal denominado dum-dum, que la Policía no usa esas armas letales”.

¿No es acaso una posición fascista limitar el ejercicio del periodismo? Sí, lo es. Con lo cual se reprime la libertad de expresión y se restringe la disidencia. Se impone leyes y regulaciones que criminalizan la crítica a los gobernantes de turno. Parece que ese es el sentido de la ley, aprobada por el Congreso, que aumenta las penas para los delitos de difamación y calumnia realizados mediante los medios de comunicación social. El gremio de periodistas considera que la misma busca que se autocensuren.

¿Estas posiciones fascistas tienen que ser enfrentadas? Por supuesto que sí. Ello implica la defensa irrestricta de los valores democráticos, los derechos humanos y la justicia, y requiere firmeza y decisión para combatir cualquier forma de intolerancia y discriminación.

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Fascismo, la pestilencia, La Resistencia

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