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Los anticonceptivos y la revolución femenina

Hay muchos hitos durante la historia que cambiaron la vida de las mujeres, como el derecho a estudiar, a trabajar, o a votar. Pero se habla poco de un hecho que revolucionó la manera cómo las mujeres vivimos nuestra vida y nuestro rol en la sociedad: la creación y distribución masiva de los anticonceptivos.

Los anticonceptivos fueron ideados por Margaret Sanders, enfermera estadounidense que había visto a su madre morir luego de tener 11 hijos. «Las mujeres necesitan una píldora anticonceptiva confiable que sea tan fácil de tomar como una aspirina»- declaró Sanders.  Fue Katherine Dexter, heredera de una gran fortuna, quien financió, motivada por las ideas de Sanders, la investigación y creación de las píldoras anticonceptivas, en conjunto con el fisiólogo Gregory Pincus, y el ginecólogo John Rock[1].

En 1956 las primeras píldoras anticonceptivas fueron probadas en humanos, y solo en 1960 la FDA aprobó la primera píldora anticonceptiva oral, cuya comercialización causó la indignación de grupos conservadores de la época, que creían que esta era inmoral y que iría contra los valores tradicionales de la familia. Nada pudo parar, sin embargo, su masificación, probablemente gracias a las leyes de oferta y demanda. Para el año 2017, 63% de las mujeres en pareja usaba algún método anticonceptivo.

Los anticonceptivos revolucionaron la vida de las mujeres, impactando principalmente en 2 aspectos:

Primero, permitió a las familias planificar cuántos hijos querían tener. Antes de 1960, las mujeres en el mundo tenían un promedio de 5 hijos[2]. Es decir, una mujer que se casaba joven rápidamente tenía los hijos «que Dios mande», imposibilitándola de planificar ya sea terminar una carrera, o avanzar en el trabajo antes de convertirse en mamá. Nada de esto era posible para una mujer sexualmente activa, con lo cual sus posibilidades de desarrollarse fuera de las funciones de madre se encontraban limitadas.

Para el 2020, el promedio de hijos por mujer había disminuido hasta llegar a 2,3, lo cual ha tenido un impacto directo en la reducción de la pobreza de las familias, y las posibilidades laborales de las mujeres.

El segundo aspecto en el cual los anticonceptivos fue revolucionario fue en el de la liberación de la sexualidad femenina. La virginidad fue una virtud impuesta a las mujeres por temas ideológicos (conectados a la religión), pero también a un tema práctico: ninguna familia quería hacerse cargo de una joven soltera, embarazada y sin ingresos. De esa manera, mientras era socialmente aceptado que los hombres tengan experiencias, y diversas parejas antes de casarse, lo mismo no aplicaba a las mujeres.

La masificación de los anticonceptivos les regaló a las mujeres la posibilidad de decidir sobre sus propios cuerpos, y elegir cuando tener una relación con el fin de procrear, y cuando tener relaciones simplemente por placer. Les permitieron tener múltiples parejas antes de decidir casarse o tener hijos, además de postergar la maternidad para después de cumplir metas académicas y profesionales, y en consecuencia ser económicamente independientes. ¡Toda una revolución!

No queda duda que Sander y Dexter fueron feministas liberales, que creían que las mujeres tenían el derecho a cumplir con sus metas y sueños individuales, retando al conservadurismo y el rol que este había establecido para el género femenino, y poniendo los deseos individuales de las mujeres por encima de los colectivos.

Este 8 de marzo, celebro especialmente al paquetito de pastillas que llevo en mi cartera, y a las mujeres que hicieron posible que pueda comprarlo con mi propio dinero.

 

[1] Fuente : https://www.conosur.bayer.com/es/ar/anticoncepcion-femenina-y-las-mujeres-que-lucharon-para-hacerla-posible#:~:text=Hoy%20en%20d%C3%ADa%2C%20existe%20una,y%20su%20estilo%20de%20vida.

[2] Fuente: Banco Mundial.

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