Giancarla Di Laura

Derechos de las mujeres y LGTBQ+: retroceder, nunca; rendirse, jamás!!!

"Los movimientos tradicionales alegan que no se trata del cuerpo de la mujer solamente, sino también del cuerpo de una criatura que no tiene la posibilidad de decidir. Sin embargo, la gran discusión descansa en cuándo es que el feto se considera ya una criatura."

Uno de los grandes factores por los cuales siempre he admirado a Estados Unidos es su manera de respetar la libertad de decisión, la libertad de expresión y la libertad para manifestarse como un ser humano en cualquiera de sus posibilidades. Todo esto se derrumba cuando se prohíbe a nivel de gobierno federal la legalidad del aborto, dejando en manos de los estados individuales el ejercicio y apoyo de este derecho conquistado hace ya cincuenta años por los movimientos feministas del país. La Corte Suprema de Justicia decidió este último viernes 24 de junio derogar la llamada ley Roe vs. Wade que garantizaba el derecho a elegir un aborto legal y seguro en cualquier parte del territorio estadounidense.

En este país se ha notado siempre una división muy aguda entre los grupos pro-vida y los pro-elección del término del embarazo. Los primeros defienden a rajatabla que toda mujer debe ser obligada a mantener un embarazo incluso en casos de violación, enfermedad y abuso infantil. Los segundos defienden el derecho a que la mujer o la niña escojan si desean continuar con el embarazo o no. La reciente decisión de la Corte Suprema deja paralizadas a las organizaciones feministas, pues nuevamente vemos que los hombres tienen el poder absoluto de decidir sobre el cuerpo y las mentes de las mujeres, es decir, sobre la totalidad de sus vidas. Y esto ha ocurrido gracias a que Donald Trump impuso a tres jueces ultraconservadores durante su reciente mandato presidencial.

Los movimientos tradicionales alegan que no se trata del cuerpo de la mujer solamente, sino también del cuerpo de una criatura que no tiene la posibilidad de decidir. Sin embargo, la gran discusión descansa en cuándo es que el feto se considera ya una criatura. Para algunos, es desde el instante mismo de la concepción. Para otros, es con los primeros latidos detectables del corazón, o sea, a las seis semanas de iniciado el embarazo. Para otros más, es cuando la mayor parte de los órganos ya están formados, o sea, a las 24 semanas o los seis meses de embarazo. En 1973, la Corte Suprema dividió el período de embarazo en tres trimestres. Durante el primer trimestre, la decisión de interrumpir el embarazo quedaba únicamente a discreción de la mujer y el estado federal debía garantizar su derecho a una atención adecuada.  Durante el segundo trimestre, el estado podría regular (pero no prohibir) los abortos en interés de la salud de la madre. Ya en el tercer trimestre el feto se volvía viable y el estado podía regular o prohibir los abortos en interés de la vida potencial, excepto cuando fuera necesario para preservar la vida o la salud de la madre.

Para toda mujer es una decisión súper difícil de tomar, pero hay factores tan apremiantes que explican por qué muchas mujeres prefieren optar por la terminación del embarazo. Cada caso es distinto y, finalmente, la persona más afectada va a ser siempre la mujer gestante. Por otro lado, con ley o sin ley, muchas mujeres van a optar por el aborto y si no hay condiciones de salud y atención adecuadas pueden morir o hacerse un daño permanente por tener que recurrir a servicios clandestinos. La pregunta no puede ser, pues, si una mujer debe abortar o no (pues muchas lo harán de todos modos con ley o sin ley), sino si el estado es capaz de proveer los estándares mínimos de salubridad que impidan más pérdidas de vidas en mujeres embarazadas que optan por el aborto.

Lo escalofriante no es solamente que la Corte Suprema haya decidido que el gobierno federal no debe regular este tema peliagudo (con lo cual la mitad de los estados del país –gobernados por republicanos– van a pasar a criminalizar el aborto en cualquiera de sus formas), sino que algunos de los jueces, particularmente el controvertido Clarence Thomas (el mismo acusado de acoso sexual hace tres décadas por la abogada Anita Hill), ya están anunciando que otras leyes conquistadas, como el matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho a cambiarse de identidad sexual, deben ser derogadas.

Aquí quiero manifestar mi posición frente a esos temas y mi apoyo total a la comunidad LGBTQ+, porque no seré gay, pero sí soy una aliada que peleará y defenderá sus derechos como los de cualquier ser humano.

Así como se celebra este junio el Mes del Orgullo Gay y la inclusión en todas sus modalidades, pienso que debemos mostrar solidaridad por todas aquellas personas que se han visto discriminadas por su manera de ser y de sentir.

Después de haber sido maestra y profesora universitaria por muchos años, agradezco el aprendizaje que he obtenido de mis estudiantes escolares y jóvenes adultos. El mundo ya no se mide en blanco y negro; hay muchas más manifestaciones que podríamos tratar de entender en nuestros hijos, estudiantes, alumnos y aprendices.

En este Mes del Orgullo Gay debemos instar a los congresistas de todos los países (incluido el Perú, por supuesto) a que empiecen a implementar leyes para que los integrantes de la comunidad gay, lesbiana y trans se vean aceptados y protegidos con todos los derechos de cualquier ciudadano. Estamos viviendo una época diferente; ya no se puede hablar solamente del sexo tradicional o binario entre hombre y mujer. Ahora también vemos otras manifestaciones, y la mejor postura para una convivencia armónica es aceptar efectivamente otras maneras de ser y apoyarlas.

El cambio social lo empezamos por casa, con el amor al prójimo. Lo empezamos con nosotros mismos siguiendo el camino de la empatía, volviéndonos seres comprensivos y solidarios. Hasta el papa Francisco ha dicho «quién soy yo para juzgar las opciones de otros». Dios nos creó a todos con características especiales y, finalmente, el amor es el amor (salvo cuando se trata, claro, de abuso infantil o pedofilia). Pero estas son palabras muy grandes todavía para muchas de nuestras autoridades.

 

Tags:

Derechos de las mujeres, LGTBQ+

Mas artículos del autor:

"Eduardo González Viaña, la ilusión como memoria"
"El grito más intenso de una estrella: José Antonio Mazzotti, ¡Presente!"
"Carne cruda y lenguaje maduro: la interesante poesía de María del Carmen Yrigoyen"
x