Opinión

El reciente incidente político, que ha comprometido al premier Bellido y a la Cancillería, donde el primero le ha llamado la atención a su colega ministerial a través de un tuiter, invitándolo a renunciar si no sigue la presunta “línea” del gobierno en materia de política exterior, solo corrobora la inmensa precariedad política con la que se maneja este gobierno, con la anuencia silente del holograma que tenemos de Presidente, el profesor Castillo.

Tiempos muy difíciles, signados por la inoperancia y la mediocridad, se avecinan, si el presidente Castillo, no se empodera del cargo, no asume su investidura, y no toma decisiones radicales respecto del guiso indigesto que ha armado de gabinete.

Tienen que salir Bellido, Maraví, tres o cuatro más, tiene que romper definitivamente con el cerronismo, expectorar al Movadef y adláteres, tiene que bajarle los decibeles al absurdo tema de la Constituyente, y luego de eso dedicarse a gobernar un periodo que, si no fuera por su propia medianía, se ofrecería como propicio y promisorio.

¿Lo podrá hacer? Habría que guardar un pequeño atisbo de optimismo. Esperar a que reaparezca el Castillo líder de la huelga magisterial y que se imbuya de ese mismo ánimo beligerante, que entonces puso en jaque a todo un gobierno, y que con ese talante sea capaz de tomar las decisiones referidas, que no son fáciles, pero que son imprescindibles si se quiere construir un escenario mínimo de gobernabilidad.

Si no lo hace, serán cinco años de espanto, donde a la crisis política en curso se le sumará pronto una crisis económica, producto del desplome de la inversión privada, y seguramente crisis social, con protestas en las calles, producto de la frustración de las sobreexpectativas que ha generado un gobierno surgido de abajo.

Mantener el statu quo es condenar el país a perder cinco años, en medio de una situación externa económica que debería, por el contrario, convertir este lustro en un ciclo de prosperidad. Se espera que al regreso de su periplo por el exterior, Castillo tome las decisiones necesarias. Si, por el contrario, cree que puede seguir postergándolas, “jugando a la casita” en Palacio, simplemente se confirmaría, para desgracia del país, que elegimos a un inepto crónico, muy por debajo de la talla mínima para ejercer algún rol de mando.

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Crisis política, crisis social, Inversión privada, Presidente Castillo

Los últimos días, algunos medios han hecho notar la presencia de dirigentes indígenas amazónicos que habitan en torno a lo que se llama el circuito petrolero, en Loreto. Sustancialmente, las provincias de Datem del Marañón, el distrito de Trompeteros en la provincia de Loreto-Nauta, y Maynas, y las cuencas de los ríos Marañón, Corrientes, Pastaza, Chambira y Tigre.

De no atenderse sus demandas, paralizarán todos los lotes petroleros y las plantas de tratamiento, así como el traslado de crudo. Y ya están en los lugares, listos para actuar. 

A algunos sonará como novedad este litigio, no lo es. Novedad es que los medios hayan dado espacio a los dirigentes indígenas amazónicos. En agosto de 2020 la policía al servicio de la empresa Petrotal asesinó a tres comuneros que participaban en protestas en torno al lote 95, en Bretaña. Poco se supo, no fue noticia, la fiscalía investiga arrastrando los pies, las familias afectadas, también de los heridos que hubo, son atendidos por las propias federaciones y comunidades. Estado y empresa se lavan las manos.

Una historia antigua: la invención de la pobreza

Si bien había actividad petrolera de baja intensidad desde los años 20 del siglo pasado, es desde 1970, en que, al descubrirse yacimientos petrolíferos más grandes en la Amazonía, Petroperú se dedica a explorar y explotar en el bosque amazónico. Luego se ofrece en concesión la mayor parte de ese territorio. Empresas como Occidental Petroleum, PlusPetrol se sumaron a la actividad. 

La versión que circula sobre contaminación de toda la zona de explotación petrolera es que se debe a derrames accidentales de crudo, por problemas en el ducto que transporta el petróleo. Es mucho más que eso. La cruda verdad es que, desde que arrancó la explotación, y a pesar de existir desde comienzos del siglo XX protocolos para el cuidado de los entornos en otros lugares del planeta, como en Estados Unidos y Canadá, en el Perú no se tomó precaución alguna. 

Es más, desde el inicio, se arrojó a los cuerpos de agua de ríos y lagunas las aguas de producción de manera sistemática. ¿Qué son las aguas de producción?  Estas brotan juntas con el petróleo, a una temperatura de 90º C. Son dos veces más saladas que las del mar y contienen hidrocarburos, cloruros y metales pesados, como plomo, cadmio, bario, mercurio, arsénico y otros. Al ingresar al agua de ríos y lagunas las contaminan destruyendo toda vida, y haciendo de esas aguas tóxicas para el consumo humano. 

Desastre, ecocidio, genocidio, racismo

En los entornos de producción petrolera viven desde hace miles de años, poblaciones de seres humanos. Pueblos indígenas que no eran pobres, que vivían bastante bien de la pesca, de la caza, de la pequeña agricultura. 

Pero, la extracción petrolera, con absoluta indiferencia de la suerte de esas poblaciones contaminó directamente el entorno, tanto por obra de la empresa estatal como luego por las empresas concesionarias extranjeras, trayendo algo desconocido: la pobreza. También enfermedades, y con bastante frecuencia, la muerte.  

En términos de definición de gestión del riesgo, se trata de desastre. Como dice José Fachín, asesor de las federaciones de Pueblos Afectados por la Actividad Petrolera (PAAP) “se trata de un desastre ambiental que el propio hombre ha causado, y cuyos responsables directos son las empresas petroleras como Occidental Petroleum, Pluspetrol, Petroperú, con autorización del Estado:” 

Es ecocidio porque se trata de la destrucción sistemática de gran parte del ambiente del territorio amazónico, de manera intencionada y en muchos puntos, irreversible. Con destrucción de flora y fauna, y alteración permanente de la cadena trófica, la cadena alimenticia, y desaparición de especies. 

Es genocidio porque son miles las familias que han perdido a sus seres queridos afectados por enfermedades derivadas de la contaminación de las áreas de explotación y el vertido consciente de tóxicos que destruyeron las fuentes de vida de las poblaciones indígenas y afectaron su salud gravemente. Sin mencionar otras afectaciones permanentes a la salud de las personas.

Es racismo institucional y social, porque para el beneficio del Estado, de particulares, y también de intermediarios corruptos, se permitió todo ello sin importar las vidas de aquellos peruanos que fueron afectados, porque se trata de indígenas.

Muchas promesas, y nada

Desde el inicio, la resistencia de los pueblos del circuito petrolero loretano ha existido. Han tratado de dialogar, han hecho tomas de las estaciones y de los lotes, y a cambio han recibido promesas e incumplimientos constantes. Además de balas.

En 2006 hubo la firma del Acta de Dorissa, con compromisos serios de parte del Estado hacia las comunidades indígenas, que jamás se cumplieron. Luego hubo los acuerdos de Saramurillo, siguió el Acta de Nauta con presencia de la entonces presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz. Desde Humala, cuando se declaró en emergencia ambiental toda la zona del circuito petrolero, pasando por sucesivos compromisos, el resultado ha sido nulo. 

Lo más reciente, y que parece más concreto, es el Decreto Supremo 145-2020-PCM, firmado por el entonces presidente Martín Vizcarra, que aprueba un llamado Cierre de Brechas, que comprende obras y acciones para todas las zonas afectadas a un costo que parece mucho, 6 mil millones de soles, pero es nada comparado con lo que debe repararse para remediación de la zona y atender las demandas de estos peruanos agredidos por su propio Estado.

A pesar de que las demandas son mucho mayores, y esa norma es un pequeño avance, no se ejecuta. Los pueblos afectados exigen un fideicomiso a ser administrado por el gobierno regional y los gobiernos locales con fiscalización indígena. El gobierno se aferra a una fórmula que es la mejor manera de que no llegue nada a sus beneficiarios: distribuir el monto entre los sectores del Estado concernidos donde, con seguridad, los consumirá la burocracia corrupta o los dejará morir la indiferencia racista. 

Para lo inmediato

En la agenda hidrocarburos, los pueblos afectados por la actividad petrolera piden modificación de la ley de canon para que llegue algo a ellos, y el derecho a decidir que incluye una modificación de la ley de consulta previa. Asimismo, exigen una Comisión de la Verdad en torno a todo lo acontecido en 50 años de actividad petrolera, con garantías de que no se vuelva a repetir. También, en tal sentido, la revisión de los contratos ley. 

Hay una agenda de vida post-petróleo, que a la vista del posible abandono de la zona de explotación por PlusPetrol, sin remediación alguna, es más vigente que nunca: debe garantizarse la vida con todos sus derechos a los pueblos afectados cuando culmine la actividad extractiva petrolera. La remediación es un imperativo. 

Y hay la espera atenta a las inversiones directas, ahora para 2021, de cuestiones urgentes para las comunidades, y que ya son posibles, sobre lo que existe también compromisos del Estado. Pero el Estado no responde. 

Tomo un río, luego existo

La toma de carreteras es el grito desesperado para decir aquí estoy de muchos pueblos en el Perú. En la Amazonía, es la lucha por la vida entre los ríos y el bosque depredado. Bosque que requiere ser, al menos, algo parecido a lo que fuera al inicio. Y compensación en educación, salud, agua, oportunidades iguales a las de todos, para poblaciones que no reclaman más que lo que es justo: vida digna, buen vivir. 

Además de justicia histórica. Nos hemos rasgado las vestiduras por los crímenes durante la actividad cauchera – cuando el presidente Leguía decía que era actividad necesaria para la hacienda pública, y no actuaba contra ella por eso – mientras hemos visto repetir el mismo crimen durante los últimos 50 años, callando vergonzosamente, y por los mismos prejuicios, con respecto a los que sufren otros peruanos a los que se considera menos importantes.  

En tiempos de crisis climática gravísima, en tiempos de virus por zoonosis que amenazan con duplicarse más seguido, cuidar los bosques es una prioridad, pero lo es también cuidar la vida de aquellos que son los que mejor saben cuidarlos. Eso significa, también, reivindicarlos en todo su valor de peruanidad.

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contaminación, ecocidio, genocidio, Petróleo, Racismo

Hay una espina clavada en el núcleo de la selección peruana. Es un talón de Aquiles evidente. Va a costar la clasificación al Mundial, seguro. A la larga y en la historia, se hablará de una eliminatoria donde Perú no pudo encontrar una pareja de centrales a la altura de la competencia internacional. En nueve partidos, ya van cinco duplas diferentes. Ninguna con éxito.

No es ninguna novedad que para Rusia 2018, la solidez de la pareja de centrales era casi un elemento de orgullo nacional. Pero Rodríguez y Ramos no fueron dos futbolistas íconos irrepetibles por su calidad individual. El triunfo de aquel esquema era más allá de los nombres. La selección sabía en su conjunto a qué jugaban esos dos centrales, y era facil incluso reemplazarlos.

Así podían entrar Santamaría y Araujo sin causar cataclismos. Así era facil imaginar a Zambrano o Abram reemplazándolos, como ocurrió en la Copa América del 2019. Un central por izquierda lento, pero con gran anticipación y capacidad de salida sin perder la pelota, jugando rápido con Trauco o Yotún. Ese era Rodríguez. Y un central por derecha, fuerte en balón parado y que vaya al choque. Ese era Ramos.

Después de Brasil 2019, Gareca no pudo volver a alinear esa defensa. El COVID mató esa idea. Y entonces, el equipo se desequilibró desde su origen en la zaga central. Se perdió la salida, la anticipación, el juego de líneas para bloquear los ataques. Perdió en eso incluso confianza el arquero, frustrado por goles cojudos, que habían dejado de pasar. Con esto no responsabilizo a la defensa central del Perú de hoy, pero es uno de sus principales síntomas. 

Ya van nueve partidos de Eliminatoria y Gareca no ha podido reconstruir a esa dupla para que su equipo siga jugando a lo mismo. Y el equipo además cambió: Trauco ya no es titular y López no juega a lo mismo, no tiene el pase largo, sino una velocidad que le permite subir al ataque. Carrillo ha logrado protagonismo y el equipo necesita mayor salida por derecha. 

A estos dos cambios en la estrategia de juego, se suma uno defensivo: hoy Perú tiene dos volantes de marca al mayor nivel internacional, cómo jamás antes los tuvo. Renato Tapia es uno de los mejores mediocampistas defensivos de La Liga española y Pedro Aquino es el mejor de México. No encontrar la forma de utilizarlos a ambos al mismo tiempo, es como si Vidal y Aranguiz no hubieran podido compartir equipo en el mejor Chile de la historia.

Vamos a dejar algo claro antes de avanzar. Perú es un equipo escaso. Esto se puede evaluar con un indicador: solo un jugador en todo el país (Tapia) compite en una de las cinco mejores ligas del mundo. La mayoría están en América, y algunos pocos militan en ligas menores de Europa. Incluso, la gran figura, Gianluca Lapadula, juega hoy en la Serie B de Italia, luego de haber descendido dos veces en las últimas temporadas. Y ante la escasez, uno se las arregla como puede, y no puede desperdiciar o regalar nada.

Si Gareca quiere competir en la próxima fecha triple, tiene que echar andar toda la carne en el asador. Y eso amerita algunas modificaciones. En principio, entender que la zaga central debe jugar para este nuevo equipo que aparece. Y para ello es bueno explayarse en el nuevo funcionamiento completo del equipo.

Nunca vamos a salir de la línea de cuatro, así que los laterales son hoy López y Advíncula. Ambos con proyección y retroceso. Tiene el físico para hacer todo el recorrido, como no ocurría con Corzo y Trauco la eliminatoria pasada. Por lo tanto, el central debe estar acostumbrado a jugar retrocedido, al medio y a la expectativa del corte por anticipación. 

Los relevos ya no son más labor de los defensores centrales. De hecho, hoy jugar con Tapia y Aquino debería ser suficiente marca al medio del campo y en retroceso para evitar la salida de los centrales. Por eso falla tanto Santamaría. Su juego es salir con la pelota limpia por el medio. Es su elección, y el rival ya ha leído suficiente de él para tapar esa deficiencia, que era marca de fábrica de Rodríguez. Lo que hace ya no es necesario.

La salida rápida con el equipo de hoy es por las bandas. El pase directo para la corrida y adelanto de los laterales, y transicionar de frente a Carrillo y Cueva pasada la mitad de la cancha para generar peligro. En el medio, Peña a la espectativa de la distribución, privilegiando su pierna derecha, que es por donde más van a correr Carrillo (diestro para centrar) y hacer las diagonales Lapadula (zurdo para encarar). 

Chile juega con dos delanteros rápidos y movedizos como Vargas, Meneses o Morales. Poner a defensas altos y más lentos que el promedio como Santamaría, Callens y Ramos es un despropósito. Es la fecha triple para los regresos de Abram por izquierda y Araujo por derecha. Ambos pasan por un excelente momento a un alto nivel competitivo: Araujo es referente de un equipo holandés y Abram se va ganando un puesto de titular en La Liga española.

Con Gallese en el arco, esos centrales, el equipo lo completan López, Advíncula, Tapia y Aquino como doble seis, Peña por delante, Cueva y Carrillo (o Gonzales) y Lapadula. En la banca de suplente, los posible cambios son Yotún, Farfán, Guerrero, Trauco y Flores. Presión alta en la salida del rival, juego directo por las bandas, pases largos al raz para el delantero centro. 

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Qatar2022, Ricardo Gareca, Selección peruana de fútbol

El racismo en el Perú parece haber renacido. Sabemos que es una forma de violencia que se sustenta en una jerarquía en la que son fácilmente reconocibles las condiciones de inferioridad y, por lo tanto, también las de superioridad. Marisol de la Cadena (1988) estudió con detalle el debate intelectual del siglo XX sobre el racismo peruano. En sus diversas etapas, ella resalta que el dilema central fue cómo justificar la jerarquización, si mediante el fenotipo, es decir, la apariencia externa, física de la persona; o basándose en las cualidades internas, como la moral, la inteligencia y la educación, traducidas en señalamientos de incapacidad, descontrol e ignorancia. Hasta los años 80, sostiene la antropóloga, la manera como se resolvió el dilema dio como resultado un “racismo silencioso” entre intelectuales que consiguieron tapar la alusión al color de la piel mediante la referencia al conjunto de sus cualidades morales e intelectuales que, por razones de clase (y no de raza), los ubicaban a ellos (y a algunas ellas) en una posición superior, sin importar cual fuera su postura política. 

Cabría añadir que particularmente después de la publicación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (2003), el tema del racismo retornó al mundo intelectual como una práctica que no se podía esconder (se vieron las consecuencias) y que debía desaparecer con urgencia. El reto fue canalizado a través del enfoque intercultural tanto en el Estado como en la academia y fue resultado directo del impacto que tuvo el conflicto armado en los diversos acercamientos teóricos que se pusieron a prueba o fracasaron al tratar de explicar las causas o atender las secuelas del terrorismo en la población más vulnerable y afectada desde el mundo intelectual. 

Pero pocas décadas después, la llegada a la Presidencia de la República de Pedro Castillo ha trastocado un orden jerárquico que los intelectuales, ni los más interculturales, podrían haber previsto: que un sindicalista, rondero, hijo de padres analfabetos y maestro rural de formación, sea ahora el hombre con mayor poder que cualquier intelectual en el gobierno del país. De hecho, las inmediatas consecuencias de la crispación que este acontecimiento produjo en los intelectuales se pudo ver en la cerrada e inesperada defensa de Mario Vargas Llosa a la candidata Keiko Fujimori, sin importar su prontuario delincuencial. 

En las redes sociales y en columnas y videos de opinión, muchos intelectuales dejan muestra de cómo no han podido contener su racismo, que aunque “silencioso” porque alude a las cualidades internas, hasta la fecha es expresado públicamente de forma despectiva, repetitiva y violenta. Para conseguir las razones morales e intelectuales, abandonan exaltados sus principios de racionalidad y van recolectando evidencias falsas o distorsionadas para sustentar la recuperación del orden previo a las elecciones presidenciales. Moralmente han acusado al presidente de tener vínculos con el terrorismo, argumento que poco a poco ha ido perdiendo lustre, particularmente tras la muerte de Abimael Guzmán. A nivel intelectual lo han considerado un ignorante permanente debido a su formación inicial como maestro en un pedagógico de la zona rural de Cajamarca, incapaz de emitir discursos como los que un intelectual produciría. El guardarropa de la familia presidencial, el uso permanente del sombrero y hasta cada uno de sus discursos les han servido de inmediata evidencia de lo maleducado que será para siempre. El estigma ha sido declarado y recorre el diálogo público ya cerca de seis meses. 

El racismo intelectual no se puede esconder tras razones de ese tipo en pleno siglo XXI cuando la prioridad es el futuro. Tanta agresividad expresada de manera casi placentera, nos deja a las peruanas y peruanos boquiabiertos ante intelectuales que en lugar de brindar apoyo y vigilancia a un gobierno de reconstrucción, de poner el hombro para que no se acreciente la vulnerabilidad de los más afectados por la pandemia, se dedican a pedir nuevas elecciones con tal de mantener un orden racista, sin avergonzarse de que una persona corrupta sea quien ocupe el lugar de un maestro elegido democráticamente.

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estigma, Presidente Castillo, Racismo

El proyecto de ley presentado por el congresista Abel Reyes, de Perú Libre, que propone declarar de necesidad pública “la justa y equitativa distribución del espectro electromagnético y radioeléctrico” de la radio, la televisión y otros medios de comunicación, es claramente un intento de amordazar a la prensa y controlar los contenidos periodísticos.

Bajo el pretexto de que se despliegan en frecuencias del espectro electromagnético, que son propiedad del Estado, es una vieja aspiración de la izquierda controlar los contenidos de los medios y hacer así “más democrática” la información.

¿Quieren crear desconcentración en la radio y la television y que de ese modo no haya oligopolios? Pues, que se acelere el apagón analógico, que se abran las señales abiertas al mercado digital, que las nuevas frecuencias se subasten (no que se asignen a dedo, como se hizo con los actuales canales de señal abierta) y que de esa manera se multiplique por diez o veinte el número de medios de comunicación radiales y televisivos.

¿Quieren evitar que la publicidad estatal se convierta en “mermelada” que acalle voces críticas y afecte directamente la independencia empresarial y periodística de los medios? Pues creen un organismo autónomo, que centralice toda la publicidad del Estado y bajo estricta supervisión de la Contraloría, que distribuya las partidas millonarias de publicidad del Estado en base a criterios objetivos de medición de lectoría o rating, no de acuerdo al arreglo bajo la mesa del jefe de Comunicaciones del ente estatal, coludido con un medio en particular a cambio del favor del buen trato posterior.

En esa medida, no hace falta disponer por ley que un porcentaje de la publicidad estatal vaya a los medios regionales. Si existiese el organismo señalado, por mandato imperativo deberá colocar parte importante de su pauta en los medios locales, que en todas las regiones del Perú, tienen más lectoría o sintonía que los medios limeños (ese sí es un hecho de justicia. Es absurdo que el 99% de la publicidad del gobierno central vaya a medios limeños, cuando éstos tienen nulo impacto en otras regiones fuera de Lima).

Por allí es el camino correcto, no por proyectos de ley adefesieros, a los que se les ve el fustán censor a la legua y que, felizmente, de acuerdo a lo que han declarado los voceros de diversas bancadas de oposición, no será aprobado.

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Libertad de prensa, Perú Libre, radio, Televisión del Perú

Decir que la moral es relativa se ha vuelto sentido común, y se suele tomar como una expresión de sensatez. Lo curioso es que muchas personas creen que esta es la postura predominante entre los filósofos académicos, a pesar de que son pocos los que simpatizan con ella (en un sondeo de philpapers.org, entidad financiada por la asociación estadounidense de filosofía, más del 50% de los filósofos profesionales que respondieron se identificó como realista moral). 

Un realista moral es una persona que considera que existen hechos morales, es decir, que existen acciones o situaciones que son en sí mismas buenas o malas, y que nuestras afirmaciones morales son verdaderas o falsas dependiendo si se corresponden o no con esos hechos. Por ejemplo, es un hecho que la esclavitud está mal, y la frase “la esclavitud está mal” es verdadera justamente porque se corresponde con ese hecho. Igualmente, es un hecho que torturar niños por diversión está mal, y la frase “torturar niños por diversión está bien” es falsa pues no se corresponde con ese hecho. 

Un antirrealista moral es una persona que considera que no existen hechos morales. Entre ellos, un relativista moral es aquél que considera que la verdad o falsedad de las afirmaciones morales es relativa al contexto cultural, social o histórico del individuo que expresa dichas afirmaciones. Por ejemplo, la frase “la esclavitud está mal” es verdadera cuando se profiere en el siglo XXI, pero en principio existirían algunos contextos culturales o históricos en los que la frase sería falsa. Asimismo, la frase “torturar niños por diversión está bien” es falsa desde la perspectiva del siglo XXI, pero podría ser verdadera desde otra perspectiva. 

¿Por qué el relativismo moral es tan popular entre los no-filósofos? Sospecho que la explicación tiene que ver en parte con lo odiosos e insufribles que suelen ser algunos realistas morales. Un ejemplo clásico son los fundamentalistas religiosos, que llaman ‘relativista’ a todo aquel que no piensa como ellos, y ‘tibios’ a los realistas morales que no comparten su fanatismo (además por supuesto de usar las reuniones familiares como tribuna para hablar sin parar sobre virtudes como la humildad y la importancia de escuchar al otro). Otro ejemplo son los darwinistas de pacotilla, que intentan justificar su egoísmo apelando a una noción primariosa de la selección natural, pero que si entendieran algo de evolución sabrían que esta se da no solo a nivel individual sino a niveles más altos de organización (ver, por ejemplo: Samir Okasha, Evolution and the Levels of Selection, Oxford University Press: 2006). 

Hartas de estas deformidades del pensamiento racional, muchas personas optan por el relativismo moral. Sin embargo, mi impresión es que si la gente supiera qué implica realmente el relativismo moral, dejaría de serlo, o por lo menos dejaría de pensar que es la postura más obvia. 

El problema con esta postura es que la clase de referencia suele ser difícil de definir. Tomemos el caso de la esclavitud. ¿Tiene sentido decir que estaba bien en el siglo XVIII solo porque era legal? No es difícil imaginar a algunos esclavos estando en contra de esta práctica. Entonces, ¿relativo a quiénes estaba bien la esclavitud? ¿Las clases de poder? No todos en una sociedad comparten los mismos valores, es más, ni siquiera al interior de una misma familia. Entonces, el riesgo es que este relativismo cultural termine colapsando en subjetivismo moral, la idea de que mis afirmaciones morales son siempre verdaderas porque se refieren a mi propio sistema de valores. Esto anula toda posibilidad de tener una conversación sobre temas morales, y hace que todo cambio de parecer sobre temas morales sea en sí mismo inmoral. El subjetivismo cancela toda posibilidad de emitir juicios morales, y disuelve la noción misma de moral. En ese sentido, el relativismo moral corre el riesgo de colapsar en una forma de amoralidad. 

Esta deconstrucción del relativismo moral no representa una victoria para el realista moral fanático. Tanto el subjetivista moral como el realista moral fanático anulan toda posibilidad de conversación. Ellos quieren ser escuchados porque son los dueños de la verdad moral, y esta deformación no les permite concebir la mera posibilidad de estar equivocados. 

El realismo moral, la idea de que existen hechos morales, puede ser muy difícil de tragar, pero esta dificultad no debe llevarnos automáticamente a adoptar el relativismo. En todo caso, no creo que sea más difícil de tragar que la idea de que existan contextos culturales en los que torturar niños por diversión esté bien. 

Que uno crea que existen hechos morales no implica que sepa cuáles son estos hechos. Si algo nos enseña la práctica científica es que la mejor forma de averiguar cuáles son los hechos es creando comunidades que tengan como principios rectores el diálogo permanente, el respeto por la evidencia, el buen razonamiento, y la humildad. 

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.  

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antirrealista moral, realismo moral

En las últimas elecciones y durante la gestión del nuevo gobierno, hemos podido leer y escuchar comentarios sexistas, y hemos sido testigos de cómo candidatas al congreso o funcionarias públicas mujeres han sido víctimas de acoso político. Según el JNE, un 47% de candidatas afrontó acoso político en las Elecciones Generales del 2021.

Las últimas frases misóginas del premier Bellido contra la congresista Patricia Chirinos, nos demuestran que esta práctica es demasiado común y, aunque existe una ley, pareciera que prima la impunidad. Inclusive, en una sesión de la Comisión Agraria del Congreso, el congresista Héctor Valer usó la frase “que se ponga falda” luego de que un colega exigiera respeto para la presidenta de dicha comisión. Y entonces me pregunto, ¿es la política peruana un ambiente hostil para las mujeres?

Recuerdo que terminando la secundaria me quería dedicar a la política, y mis familiares, algunos de ellos expolíticos, me recomendaron estudiar otra carrera ya que consideraban que era un ámbito donde primaba el machismo. Definitivamente no se equivocaron con su afirmación, y justamente la política peruana es uno de los rubros en donde se pone en mayor evidencia este problema social que, lamentablemente, espanta a muchas mujeres capaces de involucrarse.

Por eso mismo, a veces me sorprende escuchar que la ley de paridad y alternancia es innecesaria, que las personas deberían ser contratadas por sus capacidades, no por el género. ¿Acaso hombres y mujeres están en igualdad de condiciones? Mirtha Vásquez reveló en el documental Peruanas del Bicentenario, que le ofrecieron un puesto en la Fiscalía de la Nación a cambio de tener relaciones sexuales con ella, y Maria Antonieta Alva declaró que durante su gestión como ministra de Economía fue blanco de críticas por su edad e incluso por su ropa. Me pregunto, ¿los hombres también tienen que pasar por eso?

Durante la última contienda electoral, también pudimos ver el acoso y comentarios sexistas que recibieron muchas postulantes al congreso en las redes sociales, la mayoría de ellos haciendo alusión al físico de la candidata. Comentarios como “por qué no te dedicas al mundo del porno”, “qué ricos melones”, “por tu belleza tienes un lugar en el congreso” abundaron, faltándoles al respeto y desacreditando sus capacidades para ocupar un curul en el Pleno.

Tenemos que dejar de normalizar estas situaciones. Es una realidad que el acoso político trae como consecuencia que las mujeres participemos menos en la política para no exponernos, cuando todos llegamos para trabajar bajo las mismas condiciones. Las ganas de trabajar por nuestro país no deberían verse vulneradas por el machismo ni por el miedo a ser víctimas de acoso. Tanto hombres como mujeres debemos alzar la voz ante situaciones de este tipo, y así, ojalá algún día dejen de ser necesarias las leyes de cuotas y paridad para motivar a que las mujeres se involucren más en la gestión pública del país.

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cargos públicos, Machismo, mujeres, política peruana

La enorme bastedad del presidente Castillo, puesta de manifiesto en sinfín de oportunidades discursivas -que al final sería lo de menos- y, como recientemente se ha conocido más a profundidad por un reportaje de Christopher Acosta, en el programa Punto Final, también en su desempeño gubernativo (su liderazgo en las sesiones de consejos de ministros es nulo), obliga a repensar fórmulas de gobierno alternativas.

Se necesita con carácter de urgencia un Premier que funja de jefe de gobierno. Claramente, Castillo es un hombre básico, al que si bien democráticamente corresponde darle tiempo para que ese ascenso meteórico de Tacabamba a Palacio haga posible que se genere un proceso paulatino de empoderamiento político, que le permita ejercer el cargo que ocupa con propiedad, es menester tomar acción prontamente.

Mientras ese proceso psicopolítico ocurre, el presidente Castillo necesita que su gabinete sea presidido por un gestor, con un equipo ministerial que además sea homogéneo y que funcione como un reloj a la hora de tomar decisiones de políticas públicas.

El Presidente no maneja una asamblea sindical en la que las negociaciones y concesiones pueden ser múltiples y eternas, muchas veces en búsqueda de que nada se mueva, sino que se mantenga inmóvil. Un gobierno requiere acciones rápidas y decisiones que se monitoreen para que lleguen a su término.

Lo más parecido a la impropiedad presidencial vigente que se recuerde es el gobierno de Toledo, cuyos vicios personales lo hacían contraindicado para liderar un Ejecutivo a cabalidad (al final se supo que solo fue muy diligente para hacer que prosperen las obras que le redituaron jugosas coimas) y por eso tuvo, al menos, la inteligencia de rodearse de buenos gabinetes y Presidentes del Consejo de Ministros operativos.

Mientras siga Guido Bellido en el Premierato y mientras se mantenga la variopinta composición ideológica del gabinete (cerronistas, castillistas, filosenderistas, mendocistas, aranistas, caviares e independientes de izquierda), en pugnas constantes, no hay forma de que el gobierno funcione.

La mejor habilidad de una persona con cargos ejecutivos es saberse rodear de personas capaces de suplir con creces sus deficiencias operativas. Castillo no lo ha hecho así y los resultados saltan a la vista: un gobierno inoperante, en permanente crisis, desordenado, inactivo, en piloto automático, sin rumbo cierto. Con el peor pronóstico posible.

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Christopher Acosta, Premier, Presidente Castillo

El 24 de octubre, en el Hipódromo de Maroñas de Uruguay, se disputarán dos clásicos internacionales: el Gran Premio Latinoamericano y la Longines Cup Clásico Diana. El primero, de mayor tradición, es el que más momentos memorables ha brindado a la hípica peruana. Desde Galeno, hijo del recordado Santorín, que se coronó campeón del emblemático clásico en 1987 ante unas colmadas tribunas en el Hipódromo de Monterrico hasta Liberal —el último en conseguirlo en el 2015 en Palermo—, diez han sido los vencedores nacionales. Con la ilusión de inscribir sus nombres en la distinguida lista que encabeza Lutz, la semana antepasada se definieron a los representantes peruanos, en una jornada que se complementó con la Polla de Potrillos (G.I) y, su símil en la pista de césped, el Clásico Claudio Fernández Concha (G.III). 

Duelo que se ha consolidado como uno de los más atractivos en los últimos años, Nuremberg y Novillero —clasificados al ‘Latino’ y mejores fondistas de Monterrico— volvieron a enfrentarse en la primera de las pruebas clásicas de la tarde. Apenas se dio la partida, Matarani, del stud Arriba Arequipa, salió a correr fuerte y se estableció en la punta; enseñó el camino durante gran parte del recorrido, pero se agotó en la recta final, donde fue adelantado, tanto por primera como por tercera línea, por Nuremberg y Novillero. Ya en los últimos doscientos metros, ambos se quedaron peleando en un ‘mano a mano’; Nuremberg, por algunos segundos, pasó a comandar las acciones, pero fue rápidamente doblegado. Ejecutando una formidable finalización por el lado interior de la pista, cerca a la baranda —donde se siente más cómodo—  el defensor del stud Black Label pasó de largo y se adjudicó la victoria en el Clásico Asociación de Propietarios de Caballos de Carrera del Perú (Gr.II). 

El jockey Martín Chuan tuvo que ‘mover’ y exigirle bastante al hijo de Southdale; así, logró encaminarlo para que saque lo mejor de sí y vuelva a superar, como lo hizo en el Clásico Independencia (G.I), a su rival más exigente en el doble kilómetro. ‘Crack’ total, Novillero, exhibición tras exhibición, no hace sino relucir sus excelsas aptitudes. Como bien indica Camilo Henríquez, periodista de El Turf, “cinco victorias, todas clásicas, en 13 salidas ostenta Novillero, que tiene calidad de sobra para ser una de las apuestas fuertes en Maroñas, y un contrincante de peso para cualquiera que se le ponga al lado”. 

Asimismo, para obtener su boleto a la Longines Cup, Ola Perfecta se quedó con el Clásico Carlos Acuña Rey, disputado sobre la pista de césped en 1600 metros. Tras un largo descanso, la entrenada por Alfonso Arias sorprendió en su segunda incursión jerárquica en el año. Con un tranquilo Mariano Arenas en los estribos, Ola Perfecta se acomodó expectante, en la penúltima ubicación, hasta el ingreso a la recta final. En tierra derecha, aplicó una agresiva atropellada que, al restar doscientos cincuenta metros, le permitió pasar a liderar la carrera y, con un cierre en diagonal, contener la reacción de Sagrada, que llegó segunda a pesar de los contratiempos que experimentó. 

La «noción de carrera» del jinete Mariano Arenas, asimismo, fue fundamental para que, en el Claudio Fernández Concha (G.III), El Inquebrantable vuelva a imponerse de la misma forma que en su anterior presentación clásica en la milla. Conducido de forma serena, el pupilo del Tie Break se mantuvo como colero, mientras, adelante, Super Turco junto a su compañero de stud, Super Elías, seguidos de The Best Rimout, le imponían un ritmo fuerte a la competencia. Este último, en el tramo decisivo, se hizo de la punta y, cuando todo indicaba que iba a festejar, el criado en el haras Los Azahares apareció como un rayo por fuera para ponerse al frente y, en la propia meta, hacerse del triunfo. Mostrando un poderoso y sólido remate, El Inquebrantable, a partir de su nueva estrategia, ha encontrado un amplio horizonte de desarrollo, lo cual deberá refrendar en las más variadas y complejas condiciones que impongan las pruebas posteriores. El entrenamiento de Víctor Espinoza y la conducción de Mariano Arenas, al parecer, le permite sacar a relucir su máximo potencial. 

Para finalizar, recuerdo que, en este mismo espacio, comenté el nada auspicioso debut de Super Nao en el Luis Olaechea Dubois (L), clásico en el que llegó a nueve cuerpos de Milán Boy. Tras aquella perfomance, ganó una condicional y sacó un placé en el Hipódromo de San Felipe (L). Progresos mostró, pero, aún así, no fue considerado por la cátedra periodística como una carta de consideración para la Polla de Potrillos (GI), en la que el favoritismo fue para Eliitas, que se presentaba junto a sus compañeros de stud Super Rafito y Papá Chocho. 

Y fue este el que, desde la partida, se hizo de la punta e impuso rápidos parciales. No se quedó atrás Super Nao, exigido desde el arranque por José Reyes, que se estrenaba como su jinete. Escoltó a Papá Chocho hasta el cierre de la curva, en la que, sin mayores dificultades, se apoderó con solvencia de la primera ubicación y no la soltó hasta cruzar la meta. Si bien Eliitas, el gran favorito, insinuó con una súbita atropellada, el abanderado del stud Ju Ya se defendió con valentía su dominio. Por la manera en qué consiguió este logro, por  la soltura  y jerarquía con la que se empleó, lo de Super Nao, en términos de proyección, apunta bastante alto. La revancha por la segunda corona, en un contexto marcadamente distinto, será un escenario especial para observar la ratificación o, capaz, la aparición de otro contendiente en el liderazgo de la generación de los nacidos en el 2018. 

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