Opinión

El primer impacto político que va a generar la inmensa torpeza de la premier Mirtha Vásquez, al haber anunciado demagógicamente el cierre de cuatro operaciones mineras en Ayacucho, atentar contra el orden jurídico y sembrar la mayor zozobra en la comunidad inversora del país, es que el Congreso no le otorgue las facultades legislativas que el Ejecutivo ha solicitado.

A simple vista, es un riesgo enorme concederle semejante potestad a un régimen que actúa gobernado por impulsos izquierdistas anacrónicos, prejuicios ideológicos y, lo que es más grave, mucha impericia tecnocrática.

Como recientemente ha señalado un editorial de Apoyo Consultoría, respecto de la intención del gobierno de modificar el esquema tributario minero, ya el Instituto Fraser había señalado que desde el 2018 hemos retrocedido 20 puestos en el ranking de atractivo minero por razones geológicas y de política.

Y a pesar de ello, el sector, al que esta semana el Ejecutivo, a través de la torpe vocería de la Premier, ha golpeado, solo este año iba a aportar 10 mil millones de soles más que el año pasado en impuestos.

Si estas razones no son tomadas en cuenta por el gobierno, que lejos de alentar la minería formal, la cual funciona con estándares ambientales de primer orden, y es un sector altísimamente regulado, la agrede con el brulote soltado por una Premier desinformada y prejuiciosa, sería altamente peligroso que el Legislativo le conceda potestad de dar un golpe de timón tributario en un sector al que, por lo que se ve, no entiende ni mira con la simpatía que todo gobierno debiera mirar considerando que es el principal sostén de la caja fiscal.

Lo más preocupante de este embrollo es que la Premier, luego del apanado mediático que, con razón, ha recibido del sector empresarial y de la opinión pública mayoritaria, ha respondido con mentiras y medias verdades, en lugar de reflexionar sobre su error, rectificar y expresar algún propósito de enmienda.

De paso, lo que este embrollo ha permitido confirmar, lamentablemente, es que la izquierda peruana es una de las más atrasadas de la región, y alberga un espíritu anticapitalista premoderno y cuasi medieval, lo que la aleja del buen ejercicio administrativo del Estado y ratifica el temor de que seamos testigos, por culpa de la coalición de izquierdas que nos gobierna, de cinco años perdidos en materia económica, con el consiguiente perjuicio para los más pobres del país, que verán incrementada su pobreza.

Tags:

anticapitalista, izquierda peruana, Mirtha Vasquez, Presidente Castillo, región

Si hay una palabra que ha sido utilizada por el oficialismo y la oposición es la palabra gobernabilidad. En nombre de ella, los primeros piden responsabilidad a los congresistas; y los segundos solicitan convocatoria nacional para atender los problemas urgentes del país. 

Presentada así, esta situación nos deriva a las siguientes preguntas: ¿con quiénes se está estableciendo la tal llamada gobernabilidad por parte del Ejecutivo? ¿está logrando su objetivo? Según la teoría, la gobernabilidad parte de establecer paz social entre tres actores: políticos, empresarios y ciudadanos. Partiendo de esta premisa, el gobierno de Pedro Castillo -según el anuncio de 28 de julio, declaraciones públicas en provincias y acciones recientes de Mirtha Vásquez- ha establecido canales precarios con los empresarios y ciudadanos, dado que constantemente ha ejercido el presidente posiciones políticas que generan división entre las regiones y Lima. El anuncio del cierre del Congreso constantemente abona aún más a esta situación. Y ni qué decir de las medidas que tomó la primer ministro anunciando cuatro cierre de minas. 

Evidentemente, el estilo de liderazgo gremial que se percibe desde el Ejecutivo aleja cualquier intento de convocatoria nacional. Estilo de liderazgo que pasa por lo reivindicativo y sectorial y no por poner a sentar a la mesa de diálogo a los actores que generen ingresos al Estado y al país. Esto afecta claramente a nuestra joven democracia que necesita de consensos y de diálogo constante con los empresarios y los ciudadanos. El presidente debe repensar su socialización política. El silencio prolongado para dirigir una nación (que lo llenan sus controvertidos aliados) y ese estilo de liderazgo generan zozobra. Evidencian improvisación y unas medidas estatistas que no ha funcionado a través de la historia. 

La paz social, así, no es más que una quimera. El presidente tiene que recordar que ha llegado a la presidencia, pero no tiene el poder. Ha ganado por aproximadamente por cuarenta mil votos. Votos que no son militantes en su gran mayoría. Y eso se construye convocando inteligentemente a los actores en juego. No se puede gobernar solo con simbolismos y pensando gremialmente el país.

Tags:

Gobernabilidad, Gobierno

Una forma diferente de entender lo que pasa en el Perú.

Desde hace unos meses, no es raro encontrarnos con acciones del colectivo denominado “La Resistencia”, un grupo minúsculo de agitadores con ínfulas de grupo militarizado, que enarbolan banderas ultraconservadoras y agreden descaradamente (sin que las autoridades hagan algo para impedirlo) a quienes quieren, cuando quieren. Las principales demandas de este grupúsculo son el impedir el avance del comunismo, evitar la impunidad de los expresidentes Vizcarra y Sagasti y ponerle fin al copamiento del Estado de parte de los caviares. Como señala Daniel Yovera en un extenso reportaje sobre ellos: “embiste contra todo lo que perciba o asuma como rojo, caviar, izquierda o comunista”¹.

Si bien su capacidad de movilización es limitada, llama la atención la propagación de un discurso extremadamente violento y ultra que poco a poco ha ido calando en sectores más moderados y se ha hecho lugar común en los mensajes políticos de figuras representativas de la representación nacional. El politólogo Daniel Encinas señala al portal France24: “Aún no estamos hablando de movimientos de masas enormes… Sin embargo, creo que tampoco debemos subestimar los discursos, pues se observa un interés de su parte para escalar a acciones probablemente peores”².

Este énfasis en el discurso que Encinas menciona con acierto y que otros analistas están comenzando a destacar, es el eje central de la preocupación que motiva el artículo de hoy. Porque creemos que estamos en el medio de una espiral que aparentemente no tiene límite y que está mejor pensado de lo que creemos.

¿Por qué desde el resultado del conteo rápido de Ipsos de la segunda vuelta, y de la posterior confirmación del resultado de parte de la ONPE, se montó una maquinaria -no masiva- pero altamente efectiva en mensajes? ¿Cómo han ido perdurando y evolucionando en el tiempo mensajes que parecen trasnochados y lunáticos y que después de unos días toman forma y se consideran validados? El tema es amplio y tiene muchas aristas de análisis. 

Vamos a tratar de ubicarnos en uno de los escenarios de análisis, menos político y más desde el discurso y su relación con la cultura y la sociedad. Para ello, tendremos una conversación simulada con el libro Cultish, de Amanda Montell, publicado recientemente³. Simulada, porque le vamos a dar el estilo de preguntas y respuestas. Las respuestas serán extractos del texto (traducción propia) que por su relevancia queremos ofrecerlas. Al medio, algunos comentarios personales de la idea expresada. 

Como se señala en su introducción: “Montell sostiene que la clave para fabricar una ideología intensa, una comunidad y actitudes de nosotros / ellos, se reduce al lenguaje. Tanto en formas positivas como sombrías, el lenguaje cultual es algo que escuchamos —y nos influencia— todos los días.” Con ese párrafo, tratamos de que Montell nos permita descifrar algo de lo que se viene dando en el Perú y de los peligros que encierra. Esperamos que las reflexiones que hace la autora les sean relevantes.

¿Por qué es tan importante el rol del lenguaje para comprender lo que ocurre con estos grupos y qué pueden desencadenar?

Montell: Lo que ha hecho que la gente se adhiera a grupos de esta naturaleza es el lenguaje. Desde la astuta redefinición de palabras existentes (y la invención de nuevas) hasta eufemismos poderosos, códigos secretos, renombramientos, palabras de moda, cánticos y mantras, «hablar en lenguas», silencio forzado, incluso hashtags, el lenguaje es el medio clave por el cual todos se producen grados de influencia de culto. 

Los líderes de estos grupos lo saben, pero también los de estructuras piramidales, los políticos, los directores ejecutivos de empresas emergentes, los teóricos de la conspiración en línea, los instructores de entrenamiento e incluso los influyentes de las redes sociales. Tanto en formas positivas como oscuras, el «lenguaje de culto» es, de hecho, algo que escuchamos y por lo que nos dejamos influir todos los días.

Un concepto lingüístico llamado teoría de la performatividad dice que el lenguaje no se limita a describir o reflejar quiénes somos, sino que crea quiénes somos. Eso es porque el habla en sí tiene la capacidad de consumar acciones, exhibiendo así un nivel de poder intrínseco. Cuando se repite una y otra vez, el habla tiene un poder significativo y consecuente para construir y constreñir nuestra realidad.

Ya sea malvado o bien intencionado, el lenguaje es una forma de hacer que los miembros de una comunidad estén en la misma página ideológica. Para ayudarlos a sentir que pertenecen a algo grande. El lenguaje proporciona una cultura de comprensión compartida.

Comentario personal: Por eso entonces no es tan raro encontrar ahora hashtags, sobrenombres con una carga específica, etiquetas con las que se dirigen a las personas. Porque lo que se está haciendo es ampliar la comunidad desde donde nace esta intención hacia algo más amplio. El “lagarto” Vizcarra debe ser uno de los sobrenombres más exitosos de las últimas décadas, pues ayuda a identificar a un personaje y lo adhiere a una escala de valor con significado. Poco a poco se va incorporando el apelativo al apellido y hacen una unidad. Pero es a través del lenguaje que se empieza a configurar el mundo de los buenos y los malos, de los ellos y de los nosotros. Cuando se logra instalar en un universo más amplio, el daño está hecho y el propósito logrado.

¿Es realmente tan importante el papel que puede jugar el lenguaje en esta configuración social?

Montell: Con un destello de voluntad, el lenguaje puede hacer mucho para aplastar el pensamiento independiente, oscurecer las verdades, fomentar el sesgo de confirmación y cargar emocionalmente las experiencias de tal manera que no parece posible otra forma de vida. La forma en que una persona se comunica puede decirnos mucho sobre con quién se ha estado asociando, por quién ha sido influenciado. Hasta dónde llega su lealtad.

En ese sentido, Hassan ha descrito un continuo de influencia que representa a grupos que van desde lo saludable y constructivo hasta lo insalubre y destructivo. Señala que los grupos que buscan un fin destructivo usan tres tipos de engaño: omisión de lo que necesitas saber; distorsión para hacer que lo que dicen sea más aceptable; y mentiras descaradas.

Comentario personal: Qué claro este último párrafo para comprender lo que hemos estado viviendo en los últimos meses. La sustentación descarada de argumentos falaces, el silencio a los argumentos de los opositores y la construcción de diversas realidades sin sustento hace que los discursos se vuelvan reales para un imaginario colectivo que no necesita más pruebas que las que se van comentando. Iteración, otra vez. 

Lo que ocurrió en plena pandemia, con la defensa de la ivermectina sin base alguna y lo que ocurre ahora con la posición anti restricciones a los no vacunados, configuran ejemplos de que basta con que algunos líderes digan X, para que se asuma X. El lenguaje, la forma que toma, cohesiona, sin importar el fondo ni el argumento.

¿Cómo estas posiciones van consiguiendo adeptos?

Montell: En sus experimentos sobre Conformidad Social de la década del 50, el psicólogo Salomon Asch descubrió -de manera impresionante- que, si los primeros cinco estudiantes señalaban una respuesta descaradamente incorrecta, el 75 por ciento de los sujetos de prueba ignoraban su mejor juicio y estaban de acuerdo con la mayoría. Entonces, este miedo arraigado a la alienación, esta compulsión a conformarse es parte de lo que hace que ser parte de un grupo se sienta tan bien.

Como menciona en la serie Fleabag el personaje de Phoebe Waller-Bridge : “Quiero que alguien me diga qué ponerme cada mañana. Quiero que alguien me diga qué comer, qué odiar, qué enojarme, qué escuchar, qué banda me gusta, qué comprar boletos, qué bromear, qué no bromear. Quiero que alguien me diga en qué creer, a quién votar, a quién amar y cómo decírselo. Solo creo que quiero que alguien me diga cómo vivir mi vida «.

¿Por qué está pasando esto ahora en el Perú, y en otras partes del mundo con el impulso de los grupos de ultraderecha que comparten muchas de estas características?

Montell: Es algo que hemos visto en todo el mundo en diferentes momentos de la historia de la humanidad. La atracción de miembros de una sociedad por estos grupos que generan códigos de adhesión (tanto la propensión a unirse a ellos como la fascinación antropológica por ellos) tiende a prosperar durante períodos de cuestionamiento existencial más amplio. Cuando las estructuras sociales son cuestionadas o no hay referentes o proyectos comunes. En resumen, cuando las instituciones fallan o desaparecen.

Por ejemplo, en Estados Unidos (también en Perú), generación tras generación, esta falta de apoyo institucional allana el camino para que surjan grupos alternativos. Los «seguidores de culto» del siglo XXI son en su mayoría tipos jóvenes, contraculturales y políticamente divergentes que sentían que los poderes que tenían les habían fallado. Las necesidades de identidad, propósito y pertenencia han existido durante mucho tiempo, y los grupos de cultos siempre han surgido durante los limbos culturales cuando estas necesidades han quedado profundamente insatisfechas.

Montell presenta un trabajo sumamente interesante y actual que nos ayuda a comprender mejor por qué nos encontramos con grupos como La Resistencia o por qué términos que nos parecían de ultratumba ayer, hoy sean parte de la conversación cotidiana de muchas personas.

Si el lenguaje nos crea, pensemos cómo queremos ser creados.


  1. En: https://epicentro.tv/habla-jota-maelo-lider-de-la-resistencia/
  2. https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20211105-peru-ultraderechismo-vacancia-polarizacion-castillo
  3. Montell, Amanda (2021): Cultish: The Language of Fanaticism. Harper Wave. Edición digital para Kindle.

Tags:

habla, idiomas, Lenguaje

Es una barbaridad jurídica, política y económica la que ha perpetrado la premier Mirtha Vásquez, anunciando el cierre de cuatro proyectos mineros en Ayacucho, con absoluto desconocimiento de los términos habituales como se desenvuelve la minería en el Perú.

Ella dice que se ha basado en los planes de cierre establecidos por las propias empresas. Lo que desconoce garrafalmente es que todos los proyectos mineros, sin excepción, tienen esos planes cierre de modo referencial, que se van actualizando conforme se descuben nuevas vetas o yacimientos mayores. Tanto así que el grupo Hochschild ha anunciado que tenía programada una inversión de más US$ 4,000 millones para extender la vida útil de la mina Inmaculada, una de las afectadas por el patinazo de la Premier.

Mirtha Vásquez va a tener que retroceder en los compromisos firmados en Cora Cora y tomarse el trago amargo de explicarle a las presuntas comunidades “beneficiadas” con los cierres, que se equivocó, que no sabía los términos técnicos con que se maneja el sector, y asumir su responsabilidad política por el desmadre social que pueda causar por su irresponsabilidad.

La torpeza de este gobierno parece que es contagiosa. Ya no es solo el Presidente el responsable de patinazos verbales que exacerban las suspicacias del sector empresarial, sino que a ello se suman otros funcionarios del Ejecutivo, produciendo un efecto terriblemente adverso para la economía nacional.

El solo cierre antitécnico de las cuatro unidades mineras señaladas generaría una pérdida de empleo y de ingresos por canon en Ayacucho inmensos. Se le salió la cadena antiminera a Mirtha Vásquez y va a tener que enmendar el desaguisado que ha armado por dejarse llevar por prejuicios ideológicos infantiles, que contaminan a toda la izquierda peruana respecto de la actividad minera.

Que este gobierno es y será de izquierda, no lo dudamos. Tenemos asumida también una mediocridad de base que no tiene visos de ser enmendada. Lo que no puede aceptarse, sin embargo, es que se viole el Estado de Derecho atentando contra la inversión privada, la cual debe gozar de las mínimas garantías de funcionamiento que la Constitución le ampara.

-La del estribo: imperdible el libro Huaco retrato de la escritora Gabriela Wiener. Una tomografía de los términos raciales, europeizantes y coloniales que aún afectan al país, a partir de la genealogía familiar de la autora. Publicado por Penguin, se halla en todas las librerías.

 

Tags:

antiminera, Hochschild, Mirtha Vasquez

En su reciente best seller El Ocaso de la Democracia, La Seducción del Autoritarismo (2021), la afamada periodista y economista polaca Anne Applebaum, columnista para The Washington Post y galardonada con el premio Pulitzer gracias a su obra Gulag, en el genero de no ficción (2004), advierte de un fenómeno mundial que pocos hubiesen podido vaticinar en la década milenio, en los primeros años del siglo XXI, cuando todo era democracia, liberalismo político y felicidad. 

Ya el gran semiólogo francés Tzvetan Todorov nos lo había advertido tempranamente en Los Enemigos íntimos de la Democracia (2012), obra visionaria que advierte que, en los mesianismos políticos, en las tentaciones integristas, en los puntos ciegos del neoliberalismo, en el populismo y en la xenofobia se escondían los antagonistas al modelo inventado por los griegos, basado en la igualdad entre los ciudadanos y cuya finalidad última es el bien común.  

Nueve años después, Applebaum nos demuestra que las advertencias de Todorov se han cumplido todas, y nos cuenta que sus antiguos amigos y amigas que en 2000 formaban, junto con ella, parte de grupos de derecha o centro derecha liberales, en la década pasada han migrado masivamente a posiciones conservadoras, nacionalistas, esencialistas, identitarias, anti-derechos y se han ubicado peligrosamente en los límites de la democracia. Applebaum, que nos dibuja un paisaje de la realidad europea contemporánea, se anima a saltar, de cuando en cuando, a nuestro continente y encuentra en Donald Trump un representante característico de esta derecha conservadora y anti sistémica, que en el Viejo Continente ya controla Hungría y Polonia, pero que viene por más, y el fenómeno es global.

¿Por qué la crisis de la democracia? Es la gran pregunta, el mundo de la postmodernidad, según lo definieron Lyotard, y todos los demás, es un mundo sin paradigmas, sin metarrelatos, con millones de discursos fragmentados y sin asideros aparentes a los que pudiesen aferrarse ciudadanos absolutamente absortos y despistados. En escenarios así, se adviene el miedo, y las respuestas simples, binarias, mejor cuanto más radicales, suelen encontrar gran acogida. Sucedió en el mundo post Primera Guerra Mundial y post Crisis del 29, cada una engendró un fascismo totalitario, el resultado: la guerra más desastrosa de la humanidad.

La sombra de la dictadura

Sigamos en el Perú, al atardecer del 6 de abril de 1992, Alberto Fujimori, sobre una Custer, en el frontis de Palacio, jugueteaba con las masas. Estas lo aclamaban por cerrar el Congreso. Ufano, les preguntó ¿Quieren parlamento o no quieren parlamento? Las masas, eufóricas y sin táper, respondieron al unísono: sin parlamento. Era un pueblo al que Montesinos y sus psicosociales habían logrado aterrorizar, y que ahora canjeaba a gritos su libertad por el supuesto orden que una dictadura podía garantizarle. 

No nos equivoquemos, estamos en tiempos de extremismos, el debate político es extremista, en Europa, en Estados Unidos y en el Perú. Vacar o no a un presidente poco apto, pero sin causales para ser vacado no tendría que ser la discusión del día, sino las mejores leyes y decisiones en bien de la comunidad. Lo primero es lo que caracteriza una sociedad que ha desplazado su debate político a las fronteras de su democracia, al borde del precipicio autoritario; lo segundo es la democracia misma, y es la mejor garantía del progreso. 

El centro, no es pues, un conjunto vacío, el centro no consiste en no ser de izquierda o derecha. El centro supone defender la democracia del autoritarismo, defender el diálogo del caballazo autoritario, defender el bien común de la corrupción, defender los proyectos de desarrollo sobre las agendas que imponen en nuestra política, el narcotráfico y otros proyectos vedados. 

Hoy nuestro centro es muy pequeño. En el congreso contamos con los representantes de Somos Perú y Partido Morado, mientras que fuera de él Perú Republicano, proyecto nuevo que agrupa cuadros de la talla de César Guadalupe, Jorge Yrrivaren, Carlomagno Salcedo, Nancy Goyburo, Wilder Mamani Llica, Juan Fonseca, entre otros, pugna por abrirse un espacio en la política nacional y con una fuerte vocación provinciana. 

Muy recientemente el gobierno estuvo copado por la izquierda radical, mientras que la derecha conservadora y anti sistémica pretende introducirnos en un nuevo quinquenio de crisis política, a punta de reiterados proyectos de vacancia. El centro, entre ambas posiciones, representa la apuesta por el desarrollo, por el gobierno del pueblo, la aspiración por el bien común y la búsqueda de consensos para construir país. Es hora de tomarlo más en cuenta. 

 

 

Tags:

Centro, Derecha, Izquierda, política peruana

En las últimas semanas se ha removido el cotarro literario por la aparición de algunos documentos y comentarios sobre el ya legendario grupo Kloaka, que agitó el ambiente cultural en la Lima de los años 80 y es hoy ya parte indiscutible del canon literario peruano.

Este grupo, que asumió el nombre oficial de “Movimiento Kloaka”, realizó recitales, performances, exposiciones y conciertos (y a veces todo junto). Se fundó en 1982 y duró hasta mediados de 1984. Causó adhesiones y rechazos. Hirió con lanza punzante y fue también repelido por el “establishment”, sobre todo el periodístico. Sus consignas eran, entre otras, “hay que romper con todo”, “abajo los imbéciles de la poesía peruana”, “todos dan, todos reciben”, “de Kloaka sólo se sale muerto o expulsado” y otras ricuras. En suma, hicieron chongo y fueron muy polémicos, pero lo importante es que produjeron poemarios importantes y ayudaron a renovar el lenguaje de nuestro parnaso, estancado en ese entonces en la retórica del conversacionalismo. Y lo hicieron con un claro e indomable espíritu anarquista, arriesgando sus vidas en momentos en que el Perú estaba “hasta su caigua” y en que levantar la voz y repudiar el sistema era suficiente para ser invitado a la Avenida España y sufrir las “caricias” de nuestras fuerzas del orden.

La polémica reciente se debe a que hay dos versiones sobre la fundación del grupo que compiten por prevalecer. Es como si la fama adquirida hubiera llevado a un revisionismo que reclama más atención de unos miembros por encima de otros. Yo tengo –claro– mi versión, pero no me interesa entrar en debate. Lo que sí veo es que, a pesar de que Kloaka se disolvió hace casi cuarenta años –meses después de una purga o “expulsión” en enero del 84–, sigue presente en el imaginario de los poetas de entonces y los más nuevos. 

Yo por afinidades y amicales me identifico con la generación del 80, a la que Kloaka pertenece. Conocí a los Kloaka ya en los 90, cuando no eran un grupo, pero igual se reunían y hacían recitales a título personal, como lo siguen haciendo ahora. De ellos, como decía, han quedado poetas imprescindibles como Domingo de Ramos, Róger Santiváñez, José Antonio Mazzotti, Dalmacia Ruiz Rosas, Mary Soto, José Alberto Velarde, Mariela Dreyfus, Guillermo Gutiérrez y Edián Novoa. De sus “boutades” queda la nostalgia. Ahora ya son todos sexagenarios y, como a cualquiera a esa edad, no les quedaría bien desgañitarse en el coliseo.

Pero la llama de la anarquía y la crítica a nuestra injusta sociedad no debe nunca apagarse. Esa es la lección de Kloaka que todos extrañamos. Y un poco de su humor corrosivo, por supuesto, porque sus manifiestos eran una parodia abierta de la solemnidad de manifiestos anteriores como los de Hora Zero.

Ahora que tras cuarenta años el Perú sigue viviendo bajo una dictadura financiera y expoliadora de nuestra naturaleza y nuestros pueblos originarios, con el sobrenombre de democracia neoliberal, la poesía merece encenderse de nuevo y entregar su lección de valentía y creatividad, que tanta falta nos hace. 

Nuestros poetas deben seguir dando el ejemplo.

Tags:

estáblishment, Kloaka, poetas

23 de abril de 1851. Annie Darwin, la niña de los ojos de su famoso padre, el señor en el título de esta nota, muere en sus brazos. Con el cuerpo de su hija aún caliente, Charles hace una anotación: ¡”estoy tan agradecido al daguerrotipo!”

En efecto, uno de los usos más importantes de las fotografías primitivas fue dejar constancia de que alguien había vivido. Sobre todo esas criaturas que tenían existencias efímeras, pasmadas muchas veces ni bien habían comenzado: los niños.

Pocas personas no han escuchado hablar de Darwin. No se necesita haber pasado por un sistema educativo de primer nivel para saber que asestó un golpe mortal a nuestra autoestima, al afirmar que descendemos de los monos. Aunque el asunto es más complicado que eso, todos tenemos claro que su mente produjo una revolución conceptual decisiva para nuestra cabal comprensión de la naturaleza y nuestro lugar en ella.

Una mente formidable, cuyas observaciones y las reflexiones derivadas de ellas —no hubo experimentación de por medio— a lo largo de más de 5 años de una travesía fabulosa, cambiaron la historia intelectual de la humanidad.

Desde que regresó de su trascendente periplo, a los 27 años, su cuerpo no dejó de protestar: cefaleas, palpitaciones, temblores, catarros, artritis, forúnculos, puntos negros en la visión, mareos, dolores abdominales, náuseas, vómitos, flatulencias, insomnio, accesos de furia, depresión y períodos de extremo agotamiento. Hasta su muerte, 45 años más tarde.

¿Trastorno bipolar, enfermedad de Chagas, desorden de ansiedad generalizada? Cualquiera fuere el diagnóstico, sus dolencias no le impidieron escribir 14 libros. Ni ser padre de 10, entre los cuales, Annie, la segunda, era su preferida.

Su frágil salud y la enfermedad de su hija hacen ingresar en escena al doctor que da nombre a esta columna, Gully. Era un médico que alcanzó notoriedad gracias a la cura de agua —hidroterapia— que promovió con mucho éxito.

En el lucrativo retiro situado en el pueblo de Malvern, los pacientes —entre los que se contaron William Wordsworth, Thomas Carlyle, Alfred Tennyson, Charles Dickens, William Gladstone y Florence Nightingale— se sometían a todo tipo de inmersiones a lo largo de las jornadas de internamiento. Además de a amortajamientos con sábanas empapadas de agua fría o caliente. Todo lo anterior era complementado por caminatas y una dieta más bien austera.

Darwin era un usuario fiel de esas técnicas que ahora nos hacen sonreír, aunque es cierto que, no por las razones que planteaba su creador, tenían un efecto general positivo en organismos llenos de grasa, poco activos físicamente y algo reacios, por decir lo menos, al contacto con el líquido elemento.

Y, claro, frente a una medicina convencional que no ofrecía nada a su hija —buena parte de las dolencias infantiles eran atribuidas a… la dentición, y eran enfrentadas con sangrías y el empleo de medicamentos que contenían… mercurio—, al igual que no aliviaba sus propios males, el notable interprete de la naturaleza, se entregó completamente —en realidad de tanto en tanto expresaba su escepticismo— a quienes no tenían la menor idea de como funciona.

Es que cuando enfrentamos agresiones que pueden venir de cualquier lado, en cualquier momento y no las entendemos, ni nuestra sabiduría convencional tiene las armas para prevenirlas, neutralizarlas o eliminarlas y nos matan —peor aun, destruyen a quienes más queremos—, las mentes más lúcidas, incluyendo a quienes cuyo oficio es encontrar la verdad y analizar opciones de manera objetiva, se van por el folclore, la anécdota basada en el ensayo y error, y la lógica de la superstición.

El sometimiento del señor Darwin al doctor Gully es algo muy humano y que viene a pelo cuando todavía estamos sufriendo los embates de la pandemia. Vitaminas, remedios caseros y medicamentos que han servido para otros fines, han sido utilizados y recomendados por aquellos cuya misión es salvar vidas y que llevaron a cabo una labor heroica, así como por líderes de opinión. No ha habido —salvo excepciones, claro, siempre hay pescadores que se deleitan en ríos revueltos—mala fe.

Hasta en las mentes más darwinianas se esconde un doctor Gully.

Tags:

Charles Darwin, James Gully

Cuando se preveía que la iniciativa de Patricia Chirinos iba a morir por inanición, Fuerza Popular y Keiko Fujimori deciden darle nueva vida apoyando tan descabellada causa.

La lideresa de Fuerza Popular no parece entender que su mayor error de perspectiva histórica ocurrió cuando el último lustro derechizó en extremo a su partido, alejándolo de las posturas de centroderecha que el fujimorismo siempre desplegó (desde los tiempos aurorales de los 90).

Por eso llevó a finales del quinquenio anterior al keikismo al peor de sus momentos políticos, con un desprestigio gigantesco y una tendencia decreciente que invitaba a pensar en su muerte natural.

En lugar de establecer un pacto político histórico con PPK, conformando una gran alianza de derecha que hiciera las reformas liberales que el país espera desde finales de los 90, se dedicó a sabotear al régimen buscando el propósito, al final alcanzado, de interrumpir su mandato.

Luego, quiso hacer lo propio con Martín Vizcarra y nunca supuso que éste se rebelase y le propinara un puntapié al Congreso donde el keikismo tenía abrumadora mayoría y terminó así la historia, que el país debe recordar siempre, del mayor desperdicio de poder político que se recuerde.

Una feliz campaña electoral en primera vuelta de este año, y una inédita fragmentación partidaria, la hizo disputar la segunda vuelta contra Pedro Castillo y la colocó nuevamente en las ligas mayores, como si los errores del pasado no le hubiesen pasado factura (¡cuando por ellos fue que, al final, perdió frente a un rival al que cualquier otro candidato quizás le hubiera ganado!).

Hoy, a pesar de ello, insiste en plegarse a posturas de la derecha extrema, en lugar de tratar de reubicarse en el espacio de centroderecha que le corresponde, y que la debería llevar a ejercer una oposición recia y firme frente a un régimen que hace agua por todos lados, pero sin infantilismos radicales y veleidosos como los que están detrás del proyecto de la congresista Chirinos, al cual Keiko se presta como furgón de cola.

El keikismo, que hace pocos días brindó su apoyo al inefable ministro de Transportes -seguramente por estar hipotecado al financiamiento de los transportistas informales-, parece creer que sumándose a una torpe iniciativa de vacancia, hará que la ciudadanía lo caracterice como protagonista del liderazgo de la oposición. Lo único que está logrando es alejarse cada vez más del sentido común.

Tags:

Keiko Fujimori, política peruana, PPK, vacancia presidencial

La moral sexual de la Iglesia católica, caduca en muchos de sus aspectos, no parece haber tenido nunca la finalidad de contribuir al sano desarrollo de las personas a través de una sexualidad vivida placenteramente y con dignidad. Más bien, se convirtió a lo largo de los siglos en un instrumento de manipulación y dominación de los fieles. Pues, tal como está, resulta casi imposible de cumplir, y sólo puede generar sentimientos de culpa, angustia, miedo y discriminación de personas por sus prácticas sexuales, por su orientación sexual, por su modo de vida.

Curiosamente, en las enseñanzas de Jesús consignadas en los Evangelios casi no se toca el tema de la moral sexual, ni tampoco sabemos cómo experimento Jesús su propia sexualidad. Es un tema que, aparentemente, debería quedar protegido dentro de la intimidad de las personas involucradas. Jesús mismo se negó a condenar a una mujer que le presentaron como adúltera y que, según la Ley de Moisés, debía ser apedreada. «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra” (Juan 8,7). Hemos de suponer que eran pecados en la misma línea que la de la adúltera, es decir, referentes a lo sexual. Todos los presentes se retiraron, comenzando por los más viejos, pues todos parecen haber tenido alguna experiencia de la cual se avergonzaban. Y así como Jesús no condenó a la adúltera, no habría condenado a nadie por acciones que deben quedar resguardadas en la intimidad personal.

En consonancia con esto, a lo largo de la historia del cristianismo el sexo ha sido un tema del que, por lo general,  no se ha hablado en público. Ni siquiera el Magisterio de la Iglesia —la máxima instancia doctrinal de la Iglesia católica conformada por las enseñanzas oficiales de los Papas, los Concilios y los obispos leales al Sumo Pontífice— se atrevió a emitir alguna enseñanza vinculante al respecto hasta el año 1931, cuando el Papa Pío XI publicó su encíclica Casti connubii sobre el matrimonio cristiano, donde enseñaba que el acto sexual sólo era moralmente legítimo cuando se efectuaba dentro del matrimonio y estaba orientado a la procreación, prohibiendo cualquier método anticonceptivo. La Iglesia oficial se metía por fin en las alcobas, prescribiendo lo que estaba permitido y lo que estaba prohibido.

Anteriormente esta intromisión se dio a través de teólogos —generalmente clérigos célibes— que  sistematizaron las normas morales sobre el sexo en escritos destinados a a seminaristas y clérigos que, al igual que ellos, debían renunciar en teoría a la práctica activa de la sexualidad. Ninguna de estas enseñanzas se transmitía en público a los fieles cristianos, sólo en privado si éstos accedían a tener una conversación sobre estas cosas, generalmente en el confesionario. Algunas frases memorables de estos escritos, donde se tiende a encasillar la sexualidad dentro del concepto de “actos impuros” y se la justifica sólo como algo necesario e inevitable para la procreación de la raza humana, merecen ser citadas por su absurdo surrealismo:

«No se comete pecado si los esposos realizan el acto sexual sin tener placer».

«Si durante el coito uno de los dos esposos desea ardientemente al otro, éste comete un pecado mortal».

«No es lícita la petición del débito conyugal en los días festivos, en domingo y en día que se ha de comulgar».

«Puesto que el hombre se debilita antes, la mujer comete pecado si pretende dos prestaciones consecutivas».

«Dado que el dormir sobre la espalda es contra naturaleza, con el fin de no cometer pecado, la mujer debe efectuar el coito mostrando al hombre su parte posterior».

«Pecado mortal introducir la lengua en la boca del otro o besar partes distintas a las tenidas por honestas».

«Pecado mortal retirarse a destiempo sin inseminar el “vaso” (eufemismo por vagina)».

«En general las mujeres más ardientes y lascivas son menos fecundas que las que tienen repugnancia al coito».

«Es necesario considerar pecado muy grave la masturbación, ya que ésta, según a quien va dirigido el pensamiento, corresponde al adulterio, al incesto y a la violación».

«La masturbación se convierte en un horrible sacrilegio si el objeto del deseo es la virgen María» (téngase en cuenta que en siglos pasados los pintores usaban como modelos para sus cuadros a jóvenes doncellas bien dotadas físicamente).

«La masturbación femenina, considerada venial si es efectuada sobre la parte externa de la vagina, se vuelve pecado mortal si es practicada con introducción de los dedos o de cualquier otro instrumento» (dado que un pecado venial no requiere ser mencionado en el confesionario, estamos ante una velada invitación al autoerotismo femenino).

Las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia a partir del siglo XX —sobre todo las del Papa Juan Pablo II—, si bien no tan gráficas como las de los moralistas de épocas pretéritas, pusieron cada vez más el énfasis sobre temas de sexualidad, dándoles una relevancia como nunca habían tenido en siglos pasados, hasta el punto de configurar el perfil por el cual se definen muchos católicos hoy en día: rechazo de toda forma de sexualidad fuera del matrimonio, de los métodos anticonceptivos, del aborto en cualquier circunstancia, de la homosexualidad, y defensa a rajatabla del celibato obligatorio para los clérigos, de la castidad como supremo estilo de vida y de la discriminación de las mujeres en la vida eclesiástica, negándoles poder de decisión y acceso a las órdenes sacerdotales.

Pero precisamente esta moral sexual —ajena a cómo viven la mayoría de las personas su sexualidad en la vida cotidiana, incluso los católicos— se ha convertido en un sistema que facilita los abusos en la Iglesia católica. Es un secreto a voces que la soltería, el estar casado o ser clérigo o religioso no impiden que se practique la sexualidad fuera de contextos matrimoniales. La mayoría de las parejas matrimoniales ignoran sistemáticamente la prohibición de anticonceptivos. Hay casos de clérigos o religiosos que han organizado abortos para sus amantes que quedaron embarazadas. Y los homosexuales están sobrerrepresentados entre sacerdotes y obispos, según algunos cálculos siendo gays el 30% o más del clero, y no precisamente de manera angelical. La castidad es, para la mayoría, un ideal irrealizable. Y no hablemos de la explotación de las mujeres que hay en la Iglesia, sobre todo en órdenes religiosas,  manifestándose en abusos laborales, psicológicos y sexuales. Pero la Iglesia sigue manteniendo este sistema que le permite ejercer un poder profundo sobre sus fieles, fomentando sentimientos de culpa y permitiéndole mantener sometidas las conciencias. No hay sanciones para las infracciones contra la moral sexual, pues todo se perdona, mientras se mantenga en secreto. Sólo quienes rompen este código de silencio son sujetos de sanciones, según la máxima de que «Dios perdona el pecado, pero no el escándalo».

La Iglesia siempre se ha presentado a sí misma como institución santa, con argumentos que no resisten un análisis serio. Esta imagen de santidad, que en realidad es sólo una estrategia para mantener el poder, se ha resquebrajado hace tiempo. Yo, como católico, ya no creo en ella. La Iglesia pretende así blindarse, defendiéndose de cualquier crítica legítima con el argumento de que se trata de ataques a una institución que sólo quiere el bien espiritual de los hombres mediante una moral que lleva a la pureza y la perfección. Pero precisamente esta pretensión es la que crea un ámbito propicio para los abusos, y para la consiguiente impunidad.

No es signo de santidad darle la espalda a un mundo al que se considera malo por definición y aislarse de él en una burbuja de fantasía. No es signo de santidad recluirse en mundos paralelos de santa apariencia y ajenos a todas las cosas mundanas. No es signo de santidad someterse acrítica y sumisamente a la jerarquía eclesiástica y al Magisterio de la Iglesia. No es signo de santidad dejar que guías espirituales determinen la propia vida, prestándoles obediencia incondicional. No es  signo de santidad celebrar misas y liturgias larguísimas y aburridas, plagadas de ritos solemnes y pomposos, como tampoco es signo de santidad llenar el tiempo con abundantes prácticas devocionales y piadosas. No es signo de santidad llevar una vida de extremo ascetismo para reprimir las naturales y legítimas tendencias humanas.

Y no es signo de santidad condenar la sexualidad, para nosotros creyentes creada buena por Dios y dada el ser humano como un regalo, y reprimirla, propagando una moral sexual rigurosa y mediante ella manipular, someter y controlar a las personas, tratar a las mujeres peor que a los hombres, ponerles la etiqueta de “asesinas” sin excepción a las mujeres que han abortado, generarles a las personas una mala conciencia sólo porque se han masturbado, aplican métodos anticonceptivos o han tenido sexo sin estar casados, discriminar a parejas de hecho no unidas en matrimonio, a divorciados vueltos a casar, a gays, lesbianas, bisexuales, transexuales o a cualquier persona con una identidad sexual distinta a la heterosexual.

Una moral tan obsesionada con el sexo y a la vez enemiga de la sexualidad humana en toda su diversidad no puede sino ser inmoral, funesta y alejada de la santidad que predicó Jesús. Una cosa ha quedado clara con el escándalo de los abusos sexuales que ha estallado en la Iglesia católica: su moral sexual no es la solución, sino una parte esencial del problema. No son pocas las voces que piden un replanteamiento de la moral sexual de la Iglesia, en gran parte formada históricamente gracias a influencias filosóficas ajenas al cristianismo de los orígenes. Ello no significa que todo vaya a estar permitido, pero la moral sexual no puede basarse en una reprobación masiva de la sexualidad humana, sino en una vivencia positiva de ella según los principios de respeto, autodeterminación y mutuo consentimiento. En otras palabras, según los principios del verdadero amor.

Tags:

Iglesia católica, sexo, sexualidad
x